El Refugio de Fauna de la Laguna de San Juan es el complejo lacustre natural mejor conservado de la cuenca del río Tajuña, uno de los tres grandes valles que integran la comarca de Las Vegas, en el sureste de la Comunidad de Madrid. Fue declarado espacio protegido en febrero de 1991 para mantener un valioso ecosistema acuático en uno de los humedales no artificiales más importantes de la región madrileña. La profundidad de la laguna oscila entre dos metros, en la zona más profunda, y setenta centímetros, un volumen de agua que sufre considerables oscilaciones en las diferentes estaciones del año. El aporte y la descarga natural del agua del humedal depende del relieve del terreno, los manantiales cercanos, las lluvias, las filtraciones y la evaporación. La lluvia cae en las altas parameras de Chinchón y Villaconejos y llega al humedal por escorrentía siguendo las cárcavas de los cantiles yesíferos. La recarga directa por la lluvia es escasa en el fondo de la vega, donde está la laguna de San Juan, pero sirve para recuperar el hábitat óptimo del humedal y reactiva la vida salvaje en el refugio palustre. Antes de la declaración del espacio protegido el humedal estaba dominado por un frondoso carrizal que tenía completamente anegada la superficie de la laguna, prácticamente no existía lámina de agua. La escorrentía erosiona los frágiles cantiles de los cerros de yeso y arrastra los materiales de sedimentación al fondo de las vaguadas y humedales de los valles, provocando la colmatación de las zonas pantanosas y con el tiempo la desaparición de los ecosistemas palustres. En otras épocas los campesinos no se preocupaban de recuperar o mantener vitales estos pequeños refugios de vida salvaje. Al contrario, para la mayor parte de los pueblos de campiña, una laguna, humedal o cualquier charca en una zona cultivable o ganadera era un estorbo, un nido de infecciones y epidemias que debía ser eliminado del terreno. Los responsables del Refugio de Fauna de la Laguna de San Juan llevan dos décadas trabajando para recuperar totalmente la capacidad hídrica del humedal, limpiando las zonas degradadas por la colmatación de sedimentos y sacando del agua el exceso de carrizos y espadañas que impiden a las aves mantener una dinámica adecuada a sus ritmos biológicos y estacionales.
IDENTIDAD Y NATURALEZA DEL PAISAJE
Observatorio ornitológico
Un buen momento de observación es por la mañana temprano, antes de que la avifauna que duerme en la laguna salga en busca de alimento, y al atardecer, cuando las aves que pasan el día revoloteando por las campiñas y vegas del Tajuña vuelven a pasar la noche. Con suerte, paciencia y conocimiento de las costumbres de las aves se pueden ver fochas, somormujo lavanco, pollas de agua, garza real, ánades reales, pato colorado y varios reptiles como el lagarto ocelado y la culebra bastarda entre otros muchos. En la Reserva se han registrado unas 50 especies de vertebrados. Las aves residentes en el entorno cercano de la vega y los cantiles yesíferos son aguilucho, azulón real, búho real, calamón común, cernícalo vulgar, collalba negra, focha común, garza real, halcón peregrino, martín pescador, pato colorado, somormujo lavanco y zampullín común. Las especies de aves invernantes son cormorán grande, escribano palustre, garcilla bueyera, pato cuchara, porrón europeo y porrón moñudo.
Sima de Peñaquemada
Los yesos y margas que construyen los distinguidos cerros de la vega del Tajuña se almacenaron en el sureste madrileño por evaporación de grandes cantidades de agua hace unos cinco millones de años, durante el Mioceno, encima de la gruesa capa de calizas y dolomías que se formó durante la orogenia Alpina, cuando se crearon los principales relieves peninsulares, hace unos 80 millones de años. Las calizas son rocas de calcita, más duras que los yesos, y han aguantado mejor la erosión ambiental, manteniéndose en los páramos altos, dedicados a cultivos de secano y el olivar. La Sima de Peñaquemada está muy cerca de la laguna y es una curiosidad geológica, la aparición de un “viejo” bloque calizo en el “jóven” ámbito de los yesos es una singular página en la evolución geológica del valle del Tajuña.
Carrizal y ermita de San Galindo
Un kilómetro después del cruce del castillo de Casasola se llega hasta la desembocadura del barranco de Valdepozas, una buena representación de ecosistema estepario, y girando a la izquierda, después de atravesar el río Tajuña, aparece la ermita de San Galindo. A la derecha del descuidado eremitorio se encuentra el humedal, sumergido también en una frondosa masa de carrizos y plantas acuáticas.