Los vibrantes y luminosos paisajes de la ría de Villaviciosa dibujan una enorme y serena sucesión de marismas en la costa central de Asturias, cerca de la popular playa de Rodiles, uno de los mayores arenales del litoral asturiano, un territorio de valores naturales y paisajes rurales excepcionales, declarado reserva natural en 1995 para conservar uno de los humedales más importantes del norte de España, centro de acogida y reunión de gran número de aves. En pleamar el agua del Cantábrico cubre la superficie de la ría por donde navegan pequeñas embarcaciones de pesca y recreo. La magia ambiental de las mareas actúa y el bello estuario se transforma cuando baja la marea, surgiendo de nuevo las finas arenas del lecho marino para dejar al descubierto durante unas horas el fino y sinuoso cauce de la ría entre marismas y humedales. Caminar por las arenas de la ría en bajamar es una experiencia relajante y excitante al mismo tiempo, observando los movimientos de los pájaros de colores, el vuelo del pelícano y la garza real, los alborotos interminables de las colonias de gaviota patiamarilla o las imprevistas maniobras de los nerviosos correlimos. Y siempre atentos al nivel del agua para no quedar atrapados por la marea. Los habitantes de la zona aprovechan la marea baja para rebuscar almejas y otros mariscos en el lecho de arena.
La ría de Villaviciosa es un apacible escenario natural creado por el agua, el bosque y la arena, un mundo silencioso y acogedor para contemplar al amanecer, durante la puesta del sol o en las etapas migratorias de las aves acuáticas en otoño y primavera. El bello estuario es una composición de formas, luces y paisajes marinos repleto de momentos fugaces y pasajeros. Las mareas son las principales culpables de los deslumbrantes cambios ambientales. En marea baja el agua del mar no supera la barrera arenosa y la ría se convierte en un enorme campo de arena húmeda repleto de pajarillos correlimos, especies limícolas y aves acuáticas. Es el momento de mayor animación por la abundancia de alimento que se queda al descubierto durante la bajamar. El paisaje de la ría es imprevisible, depende del estado de la marea, del momento del día y de la estación del año. En marea baja se puede merodear por los alrededores, dejar huellas en la arena de la playa, descubrir plantas curiosas en las dunas o acercarse a las marismas de la izquierda, con mucha precaución en las zonas blandas o inundadas de agua. De todas formas no es recomendable salir de las zonas destinadas al paseo y la observación del medio ambiente para no molestar o alterar la vida salvaje del humedal.

IDENTIDAD Y NATURALEZA DEL PAISAJE
Vegetación de marisma
La marisma tiene la particularidad de ocupar una parte del terreno inundable de un estuario costero, donde se encuentran y mezclan el agua salada y el agua dulce, generando una combinación de sustratos que favorecen la existencia de numerosas comunidades vegetales. En la zona de mayor influencia marina, donde abundan los lechos arenosos y limosos cubiertos habitualmente de agua salada, con escasa materia orgánica y salinidad muy parecida a la del mar, vive la zostera, una fanerógama marina de la familia de la posidonia oceánica. En el terreno que se cubre de agua al subir la marea, con mayor contenido de sustancias orgánicas, se desarrollan extensas alfombras de espartina marítima, salicornia y cirpo marino. Las zonas que no se inundan pero reciben la influencia de la salinidad del agua son el territorio de los juncales y carrizales. En el interior sólo crece la hierba de los prados.
Ornitología, una ciencia al alcance de todos
El complejo y dinámico ecosistema mareal de la ría alberga una gran cantidad de seres vivos, especialmente invertebrados y aves acuáticas adaptadas al exigente ambiente salino del suelo que se benefician de la enorme riqueza generada por la mezcla de agua dulce y salada. El estuario de Villaviciosa es un importante refugio para multitud de aves acuáticas migratorias, utilizando los arenales para pasar la invernada y en las escalas estacionales durante los largos viajes migratorios entre Europa y el norte de África. El medio acuático de la marisma agrupa una serie de ecosistemas muy activos y variados que contienen los hábitats ideales para las aves. El equipo para observar aves es simple y relativamente barato, aunque existen en el mercado telescopios de larga distancia a precios elevados para profesionales. En la iniciación de la ornitología sirven unos prismáticos o binoculares de 8x30, 8x40, 7x50 o similares; incluso unos ligeros de 10x25. El primer número se refiere a los aumentos y el segundo al diámetro del objetivo en milímetros. Dividiendo el segundo número entre el primero se obtiene la luminosidad, de modo que unos prismáticos de 7x50 (7,14 aumentos) son casi el doble de luminosos que unos de 8x30 (3,75 aumentos). El peso también es importante porque la mayor parte del tiempo se sujetan a pulso. No es aconsejable que tengan más de 10 aumentos porque son muy grandes y pesados, siendo necesario el uso de un trípode para mantener la estabilidad. Las botas de goma son muy útiles para merodear el arenal de estuario en marea baja.