Es casi un milagro. Alexander Gukov estaba a punto de pasar su séptima jornada por encima de los 6.200 metros, sólo, en esas laderas vertiginosas e improbables del Latok I, tras días tormenta y ansiedad, cuando por fin los cielos se han abierto esta mañana, permitiendo a los helicópteros volar a su posición y lanzar una "long line" que el ruso ataba a su arnés. Le han sacado de la montaña, en buen estado, y ya está en un hospital en Skardú. Hoy es un día grande para la montaña y para el espíritu humano. Su compañero, Sergey Glazunov, fallecía el día 25 tras una caída durante un rápel.
Este es el comunicado oficial enviado por Anna Piunova, una de las coordinadoras del rescate, escrito por sus compañeros desde Paquistán, que han colaborado para que Gukov regrese a casa:
"Tras perseverar y poner sus vidas en peligro durante dos días consecutivos, los pilotos de la 5th Army Aviation High Altitude Squadron demostraban de nuevo que se encuentran entre los mejores del planeta, rescatando a Alex Gukov en una complicada operación a 6.300 metros.
La meteorología mejoraba durante la noche. Esta mañana, cielos azules y algunas nubes colgaban sobre el Latok. Esto ha inclinado la balanza en favor de los valientes pilotos de la Fearless Five. En cualquier caso, han debido luchar contra vientos muy fuertes a 6.300 metros.
El equipo (dos helicópteros Écureuil B3) despegaban de Skardú a las 4:55 am y llegaban al CB del Latok sobre las 5:30. Hacían una parada en el Jhola Camp para aligerar los aparatos, descargando algo de combustible. Su plan pasaba por un primer vuelo para localizar la posición exacta de Alex, pero ya habían colocado la "long line" en uno de los helicópteros, que finalmente volaban a las laderas del Latok I a las 5:45.
Los Écureuils volaban durante unos 45 minutos por encima de los 6.000 metros antes de localizar a Alex en una estrecha arista. Debido a las fuertes nevadas, todo estaba completamente cubierto. Aunque el plan era localizar a Alex y reconocer el terreno antes de regresar al CB, disponían de combustible suficiente para un intento de sacar a Gukov directamente. Los pilotos decidían que el riesgo merecía la pena.
La meteo era buena pero seguían soplando fuertes vientos que creaban turbulencias constantemente en los B3. Pero la Naturaleza esta vez les echó una mano. Las temperaturas de -8º permitían establizar el vuelo (habían calculado que lo ideal sería unos -10º). Los días anteriores las temperaturas habían sido mucho más altas.
Uno de los helicópteros lanzaba por fin el cable cerca de la arista. El otro B3 volaba alrededor de la escena dando las instrucciones precisas. Los B3 trabajaban en tandem. Tras intentarlo durante más de 15 minutos, Alex finalmente lograba conectar el cabo con su arnés. La reserva de combustible empezaba a ser peligrosamente baja. Un pequeño error casi echa todo por tierra. Gukov olvidaba quitar el seguro que le anclaba a la montaña antes de que lo izasen y durante un momento el helicóptero y la montaña luchaban por quedarse con él. Los pilotos y el propio Alex tuvieron la suerte de que el seguro saltaba, liberándole. Los B3 bajaban a Alex al CB y desde allí los transportaban directamente al hospital en Skardú.
Está en buen estado y los doctores ya se ocupan de él. Descansa en paz, Sergey. Permanecerás en nuestros corazones y en nuestras oraciones".
El esquivo Pilar Norte del Latok I
Una de las principales complicaciones para el rescate de Gukov era el terreno sobre el que se movía la cordada rusa. Terriblemente difícil. Durante cerca de 40 años, la punta de lanza del alpinismo mundial ha tratado de aplacar la resistencia de este tesoro en forma de roca y hielo. En 1978, los fortísimos Jim Donini, Michael Kennedy, Jeff Lowe y George Lowe trataban de progresar sin exito por esta arista Norte, que rechazó a una de esas cordadas de época, cuya imaginación y talento parecía hacerles capaces de todo.
El propio Gukov ya lanzaba un envite al Pilar Norte el pasado año en compañía de Anton Kashevnik y Valery Shamalo, llegando a alcanzar los 6.700 metros antes de retirarse por la falta de provisiones. Esta ascensión, en estilo alpino y ligero, es sin duda uno de los grandes problemas a resolver en los Himalayas. Un ejercicio admirable de estilo y elegancia, de tesón y pericia alpina, sobre una montaña afilada que de nuevo ha presentado una resistencia dramática. Seracs sospechosos, peligro de avalanchas, desprendimiento de rocas y un granito implacable defienden este sueño imposible de muchas generaciones de montañeros.
