El senderismo o el cicloturismo se disfrutan de otra forma pegado al mar. Especialmente, en el Cantábrico, con un temperamento propio. Sobre un acantilado, con los vientos cambiantes, los aromas, el sonido furioso o relajado de las aguas, la vista rocosa pero con su verdor único, y las aves sobrevolando el horizonte y, a veces, tu propia cabeza. El Camino de la Costa en Asturias no solo es perfecto para soltar energía al aire libre, con amigos o en familia, incluidos los deportes de aventura. También es uno de los trayectos de litoral con más historia, secular, el que antaño elegían los peregrinos de Europa y que conserva ese legado humano y cultural. Quizá no lo atisbes al principio, fascinado por el deslumbrante paisaje. Pero conforme encadenes aldeas y playas genuinas, mesas de gastronomía local, monumentos recoletos y huellas marineras, sabrás que el mar, en Asturias, se funde con la tierra de una forma única.
No es un recorrido turístico, sino rural y marinero, a través del cual recuperar nuestra relación con el litoral
El Camino de la Costa, también conocido como Camino del Norte, fue la ruta jacobea clave para los peregrinos de la Europa atlántica. Arranca en Irún y llega a Santiago después de atravesar todo el norte peninsular. Entra en Asturias por la ría de Tina Mayor y la abandona por la ría del Eo. En total, alrededor de 280 kilómetros paralelos al Cantábrico, repartidos en 13 etapas (desde Bustio a Abres) y 21 concejos, que se han ganado a pulso el apodo del “camino más bonito de todos”.
Ese concepto de belleza, no obstante, supera la estampa, la foto de Instagram. Los acantilados, y villas explican cómo ha evolucionado la vida costera. No es un recorrido turístico, sino rural y marinero, a través del cual recuperar nuestra relación con el litoral. En Ribadesella/Ribeseya, Gijón/Xixón, o en localidades más pequeñas como Priesca o A Veiga/Vegadeo, encontrarás un modelo sostenible intrínseco al Principado, que ha hecho bandera de su naturaleza, a la par prodigiosa y todavía íntima. Un Paraíso Natural que alza su eslogan con justicia absoluta: Asturias agrupa siete espacios de la Biosfera y el primer Parque Nacional de España: los Picos de Europa.
Temperaturas templadas desde marzo hasta octubre. Una estupenda red de albergues, y puedes planificarlo como quieras, y hay conexiones aeroportuarias y también de alta velocidad ferroviaria. Es fácil llegar, no tanto marchar. La referida belleza no querrá detener tus pasos. El pedaleo. No ya porque es el itinerario más cómodo para ambas modalidades, pues puede hacerse en unos nueve días de bicicleta y en doce de senderismo. Sino por los sucesivos descubrimientos cotidianos: una playa minúscula, escondida en un pequeño bosque, que solo tiene unas horas de acceso, en la que tumbarte en absoluta soledad. Un chigre, o el bar tradicional de Asturias, con marisco recién pescado en el pequeño puerto de afuera, donde compartir una botella de sidra hablando con los paisanos y paisanas de esa aldea. Un tramo montañoso donde la fauna parece acompañarte con la misma hospitalidad inefable de la vegetación que atraviesas. Mar que cala hondo.
En 2025 se cumplen diez años desde la declaración de la Unesco de los Caminos del Norte como Patrimonio de la Humanidad, de los cuales, dos recorren Asturias: el Camino Primitivo, cuna de la peregrinación a Compostela con el viaje iniciático del rey Alfonso II en el siglo IX para ver los restos del apóstol. Y, en segundo lugar, el Camino de la Costa. Ambos cuentan con multitud de servicios y, además, una conexión que amplía las posibilidades de improvisar el itinerario o adaptarlo a tus gustos. Pasar de la Costa al Primitivo, o viceversa. Si además necesitas algún consejo, aquí encontrarás los más adecuados para hacer el Camino de Santiago por el Principado.
En cualquier sentido, comprobarás que Asturias entiende el peregrinaje como algo diferente al simple turismo. Aquí, tú eres el Camino, lo cual implica una responsabilidad: la de continuar una tradición de compartir que se remonta, no ya siglos, sino a cientos de generaciones de peregrino
