Casi nadie negará que un paisaje nevado adquiere otra dimensión y se incrementa su belleza, haciendo casi irreconocibles escenarios cotidianos, pero ¿tomamos las suficientes precauciones?
1. No salir solo/a a la alta montaña. Aunque la mayoría hemos pisado el monte sin compañía en baja o media montaña, la alta montaña son palabras mayores. Temperaturas más bajas, mayor espesor de nieve, poca gente que pueda ayudarnos y vientos con superior intensidad en la habitual hacen que por encima de los 2.000 metros en invierno resulte especialmente desaconsejable hacerlo sin otras personas. Si aun así lo decides, deja marcado tu recorrido en un mapa de papel a algún familiar, no apures la tarde e informa de cuando estés en el coche de regreso.
2. Elige sólo itinerarios adecuados a tu nivel, con la nieve en buenas condiciones y la meteorología adecuada. Si el itinerario es complejo y careces de la experiencia suficiente para manejarte con soltura con piolet y crampones, contrata un guía titulado (atención al fraude: muchos supuestos guías de montaña son poco más que acompañantes de senderismo y con poca experiencia).
3. Si hay tramos de roca o hielo debes haberte formado previamente a la actividad con cursos de calidad o compañeros/as con mucha experiencia y no invitar a la actividad a principiantes que puedan considerarte más capacitado/a de lo que en realidad estás. Y por supuesto, el manejo correcto de una cuerda para el aseguramiento o detención de caídas en montaña no es algo que se pueda conseguir simplemente visionando tutoriales ni tampoco en un par de horas de rocódromo.
4. Mejor un teléfono móvil con una segunda batería de repuesto, guardado en un sitio caliente (bolsillo interno junto al pecho por ejemplo) y siempre acompañado de una linterna frontal de al menos 300 lúmenes. Recuerda que sus baterías de ión-litio pierden rápidamente carga por debajo de los -3ºC.
5. Con baja visibilidad o un acompañante indispuesto, mejor regresar inmediatamente, no esperes a que la situación se agrave para tomar esta sensata decisión, sobre todo si hay niños o adultos muy mayores. Suena reiterativo, pero todos los inviernos grupos numerosos, integrados por familiares, socios de clubs y personas que han quedado a través de redes sociales sufren hipotermias graves o extravíos angustiosos, que podrán haberse evitado con facilidad.
6. Pala, sonda y detector de víctimas de avalancha (ARVA o DVA) deben estar presentes en nuestra mochila si vamos a pisar terreno de alta montaña con fuertes espesores de nieve y pendientes superiores a 25º. No olvides formarte antes en un curso práctico de calidad para manejarlos en caso de que alguien se vea atrapado por un alud. Aunque en los picos españoles de 2.000 metros las avalanchas raramente son mortales, el riesgo persiste y deben tomarse precauciones, especialmente en el Pirineo Oscense. El sepultamiento total conlleva un 50% de fallecimientos, sobre todo por asfixia y en bastante menor medida por traumatismos e hipotermia. La mayoría de las víctimas se registran en aludes de placa, los más aparentemente inofensivos a los ojos de inexpertos/as.