Las fotografías de osos polares recorriendo cientos de kilómetros lejos de sus refugios árticos y entrando en los dominios humanos en busca de alimento han acompañado un buen puñado de titulares este año. El problema es de tal magnitud que ya se ha tenido que declarar como una emergencia en varios lugares...
Los osos polares no están abandonando sus hogares ancestrales por curiosidad o porque se haya despertado en ellos una emotiva sed de aventuras. La realidad es bien distinta, e infinitamente más triste. Se están viendo obligados a alejarse de sus entornos debido a la perdida de hielo oceánico y biodiversidad de las regiones heladas del planeta. La crisis climática, provocada principalmente por la acción humana, esta desplazando a numerosas especies, cambiando sus ciclos o su alimentación. En este caso en particular, la carencia de preas como las focas está forzando a los osos a derivar a nuevos escenarios en busca de caza alternativa o, directamente, a escarbar entre los residuos humanos en busca de sustento. ¿Y qué encuentran cuando se aproximan a aquellos que han provocado su desplazamiento? Pues nada bueno obviamente. Según los recientes estudios, el plástico ya supone un 25% de la dieta de los osos polares.
Los rusos han sido quienes más se han visto involucrados en este cambio ante el aumento de contacto humano con los osos polares, permitiendo a sus científicos realizar numerosos estudios sobre el comportamiento de la especie en los vertederos o cerca de asentamientos humanos. Y sus conclusiones son muy alarmantes. "Tras la visita de los osos a las poblaciones, hasta un 25% del contenido de sus estómagos y excrementos están compuestos de resudios plásticos: bolsas, envoltorios...", apunta Ivan Mizin, director del Russian Arctic National Park.
Mizin también alerta de que muchos de los ejemplares acaban falleciendo por los niveles de plástico en su organismo. Y no son solo los osos; muchas otras especies árticas, como mamíferos marinos o aves, también se están viendo afectadas por el mismo mal.
Es importante recordar que no todos los osos que se acercan a los asentamientos humanos están famélicos. A medida que se internan en nuevos territorios en busca de comida van aprendiendo a adaptar su dieta de acuerdo al escenario, encontrando nuevas presas. Los problemas aparecen cuando encuentran residuos en áreas no habitadas, donde comienzan a desarrollar malos hábitos alimenticios, escarvando en depósitos de basura que están llenos de componentes tóxicos. Los osos tienden a regresar a los lugares donde encuentran alimento facilmente, creando un círculo vicioso de terribles consecuencias y muy difícil solución.
En una entevista para The Verge, el científico y ecologista Antoly Kochnev, de la Academia Rusa de las Ciencias, comenta: "La única forma de evitarlo es destruir todo lo que pueda atraer a los osos polares. Eso es lo que se hizo en la ciudad de Churchill, en Canadá, un lugar popular por la constante interacción de los osos polares con los humanos. A mediados de la década pasada, la ciudad decidió cerrar su vertedero y destruir los residuos o acumularlos en un almacén seguro, ahora conocido como el Alcatraz de la basura".
Mientras que los osos polares en Rusia se ven muy afectados por la toxicidad de los plásticos, su hermanos canadienses están viviendo esta transición de una forma más segura. Lo que no quiere decir que la crisis climática no les afecte de diversas maneras igualmente. Una interesante investigación revelaba que este "Alcatraz de la basura" es la principal vía de la salvación de los osos polares de Canadá. Los investigadores han comparado durante años la dieta de los osos que viven en la Bahía de Hudson con los del resto del mundo y los resultados ofrecen cierta esperanza. Los científicos han descubierto que los osos polares exhiben un gran talento para la adaptación, siendo capaces de sustituir su principal fuente de alimento, las focas, por otras especies terrestres como los caribús, los gansos e incluso alimentádose de huevos.
Otra observación interesante es que la proporción de basura descubierta en la dieta de los osos candienses es inferior que hace cuarenta años. Los investigadores aseguran que la reducción de basura disponible en las cercanías de Churchill ha provocado ese cambio. El consumo de plástico entre la población animal allí es inexistente.
Así, aunque afrontar muchos de los problemas del cambio climático, incluyendo la posibilidad de los osos para cazar focas, pueda llevarnos décadas, si que existen soluciones reales que se pueden poner en marcha para ofrecer protección a esta especie icónica e imprescindible en la cadena trófica. Teniendo en cuenta que somos los responsables principales de sus penurias actuales, no estaría de más que también lo fuésemos de su salvación.