Coincidí con Blanca Berzosa en un viaje de autosuficiencia por los bosques de Hossa, en Finlandia, un territorio de nadie cerca de la frontera rusa. Fue una de esas convivencias donde es difícil esconderse, donde tras unos días de inmersión en la vida salvaje te acabas librando de nudos cerebrales y de algunas máscaras sociales que parecen ridículas a bordo de una canoa, alrededor de un fuego o vacilando a la víctima diaria de los mosquitos. Blanca sentía igual fascinación ante la fugaz aparición de una vieja osa en un atardecer de otoño, que contemplando en la distancia una pelea entre dos pigargos pendencieros; y no se cortaba en levantar socarronamente una ceja ante la visión de uno de nuestros compañeros lidiando con una barca de madera sospechosa, empeñado en demostrar que ni el estilo ni la coordinación son necesarios para pasárselo bien. Definitivamente, tan honesta como el mar de árboles y en armonía con los tejemanejes de la madre naturaleza.
Esa conexión antigua y pegadiza con los escenarios naturales la cristaliza en su vida diaria como Técnico de Divulgación de Grandes Carnívoros en WWF España. Es decir, si por ejemplo un día os levantáis peleones y queréis tener una turbulenta charla sobre la convivencia entre el lobo y el ser humano, Blanca debería estar en la conversación. Una voz necesaria en estos días extraños de pandemias y dudas, donde todo lo que subyace es nuestra desequilibrada relación el planeta.
Los días extraños que estamos viviendo, ¿es tanto un aviso de la naturaleza como un aviso de la fragilidad de nuestros modelos de vida?
Las dos cosas… personalmente creo que tenemos una visión muy antropocéntrica del mundo y en realidad sólo somos un elemento más. No tenemos el control sobre él y nuestro modo de vida tiene que adaptarse a unas reglas del juego que no ponemos nosotros. Nuestra acción en los ecosistemas tiene consecuencias directas en nuestro modo de vida, para bien y para mal.
¿Servirá esto para que salgamos con mayor concienciación?
Soy optimista patológica y creo que la gente es cada vez más consciente, aunque es cierto que hay un “retardo" entre ser consciente y que eso se traduzca en cambiar nuestros hábitos, o exigir como consumidores que se cambien ciertos hábitos. También ocurre que tenemos muy poca memoria y lo que ahora vemos como un peligro cercano pasado mañana, si no nos toca directamente, se nos ha olvidado…
Se comparten muchas imagenes de como esta “pausa" para los seres humanos esta trayendo beneficios a la naturaleza... ¿Es exagerado o realmente nuestra influencia diaria es tan acusada?
Bueno, a nivel técnico es pronto para evaluarlo y conocer los efectos reales, por ejemplo en la evolución de poblaciones de aves y cómo las va a afectar el hecho de que no haya molestias humanas en esta época reproductora. Todo indica que será positivo, pero es pronto para decirlo. Las especies ya estaban ahí pero eran más esquivas y evitaban la presencia humana, y ahora es más fácil verlas porque aparecen cerca de nuestros entornos, y también porque tenemos muchos ojos mirando...
A nivel más emocional, creo que estos días la gente valora más la naturaleza, se ha dado cuenta de su importancia y del efecto que tenemos y le ha gustado lo que ha visto, ¡espero que esa imagen sí que perdure en la memoria y la tengamos en cuenta!
¿Crees que las nuevas generaciones serán la clave para ese cambio? ¿Estamos a tiempo?
Totalmente, pero tenemos que actuar ya, y no sólo los jóvenes. Lo que hagamos en la siguiente década es clave. La impresión que tenemos del futuro es diferente según la edad… y creo que el movimiento Fridays for future va a dejar una huella muy positiva en una generación que va a ser mucho más exigente con la sostenibilidad.
Pasar tiempo en la naturaleza para algunos es una necesidad, no una opción.
¿Has notado mayor interés en los ultimos años por la conservación, sobre todo en tu campo?
Diría que sí… mi tema de trabajo actual son los grandes carnívoros: lobo, oso… que está muy relacionado con el mundo rural, con la visión que se tiene desde el mundo urbano de las actividades como la ganadería y la vida en los pueblos en general y con la necesidad de conservar la biodiversidad. La revuelta de la España vaciada ha puesto este tema de actualidad y junto con las manifestaciones por el clima ha conseguido aumentar el interés por la conservación. También ejemplos de casos de éxito, como la recuperación del lince ibérico, nos ha demostrado que ¡es posible y que somos capaces!
¿Cuáles son los problemas más difíciles a los que te enfrentas para comunicar vuestra labor o vuestras propuestas?
En mi caso concreto, la falta de entendimiento entre el mundo rural y urbano... tenemos muchos prejuicios e ideas preconcebidas y muchos de los conflictos vienen porque no nos ponemos en el lugar del otro. Esos prejuicios también se tienen con algunas especies, y a veces, por muchos estudios científicos que haya detrás, cuesta que lleguen a la gente. Aunque para mí, comunicar ciencia es un reto apasionante...
¿Y las alegrías?
Pues… es muy gratificante que visualice el mundo rural respetuoso con el medio ambiente. Hace poco hicimos un documental (En Tierra de Todos) en el que ganaderos se atrevían a contar cómo coexisten con el lobo. Me emocionó mucho ver cómo gente de la ciudad entendió que para ellos no es fácil, y también ver que se daba voz a esa otra realidad del mundo rural.
En cuanto a la comunicación científica, es increíble cuando la gente te explica en sus propias palabras un estudio científico, como por ejemplo ahora con la relación entre la destrucción de hábitats y el aumento de enfermedades contagiosas. Creo que hemos hecho muy buen trabajo.
Has estado a caballo entre tu casa y Madrid, por trabajo... ¿tienes miedo a perder un poco la conexión con la naturaleza?
Soy una privilegiada, vivir a caballo entre el campo, una pequeña capital de provincia y la gran ciudad me permite entender todas las partes y quedarme con lo mejor de cada una. Pasar tiempo en la naturaleza para algunos es una necesidad, no una opción, así que nos buscamos la vida para no perder esa conexión. Yo estos días no he quitado el telescopio de la ventana y un nido de cigüeñas me está alegrando el confinamiento....
¿Que es lo primero que harás cuando acabe el confinamiento?
El otro día la sobrina de un amigo, de 5 añitos, dijo que “lo primero ir a la montaña y lo segundo dar un paseo". De camino daré unos cuantos abrazos, pero en resumen, sí, me representa.