Las barrancas fluviales del río Tajo están situadas en la orilla del embalse de Castrejón, en la provincia de Toledo, son cárcavas gigantes en un singular paisaje de esculturas terrosas construidas por la erosión ambiental sobre las areniscas y arcillas naranjas del terreno, creando un ambiente único de alto valor ambiental. La zona está incluida en la Red Natura 2000 y protege los territorios de las estepas cerealistas de los alrededores y los rodales de monte mediterráneo de encinar adehesado, que tienen un valioso sotobosque de enebros, retamas, tomillos, lavandas, hinojos y cambroneras. Las barrancas fluviales han sido modeladas principalmente por la erosión incesante del agua de la lluvia y el viento, dando lugar a un valioso entorno de ecosistemas de humedal organizados en las orillas del pantano de Castrejón, refugio habitual de cormoranes, garzas reales, ánades reales y silbones, porrones, somormujos lavancos, gaviotas reidoras y avetorillos. En la estepa, alrededor de los dos miradores de la Senda Ecológica que recorre el paraje natural, es fácil observar águila perdicera, halcón peregrino, búho real y cernícalo primilla y cenizo.
IDENTIDAD Y NATURALEZA DEL PAISAJE
Un paisaje de película
El escenario de las barrancas es un lienzo de cárcavas terrosas de un kilómetro de longitud y de unos 150 metros de desnivel, entre la superficie del embalse y las crestas más altas, formado por laderas de areniscas rojas y ocres de erosión rápida que se rompen y disgregan muy rápidamente por efecto de la erosión ambiental, creando un fantástico espectro de relieves en forma de torres, terrazas escalonadas, chimeneas de las hadas, barrancos y pináculos que toman un atractivo tono al atardecer, el mejor momento para visitar esta maravilla de la naturaleza.

Senda Ecológica
El paisaje de las cárcavas arcillosas de Castrejón y el ambiente del río Tajo está declarado Monumento Natural en Castilla-La Mancha, se puede apreciar en toda su extensión recorriendo la Senda Ecológica, sale del aparcamiento y recorre unos cuatro kilómetros del espacio natural por los miradores del Cambrón, de las Cárcavas y del Enebro, que son balcones extraordinarios para contemplar un paisaje de película en las orillas del río más largo de la península ibérica.