"Prometo que el más duro, el último y el mayor logro alpino, derrotar al K2 invernal, pertenecerá a la comunidad nepalí. [...] No dejaré el campo base hasta que la misión sea cumplida. Se hará justicia...". Nirmal Purja escribía esas palabras hace solo unos días. Pero el K2 ha respondido, y no la llaman la "montaña salvaje" por nada. El Campo 2, que instalaban alrededor de los 6.700 metros, ha sido arrasado por los vientos. "Está en ruinas. Todas las tiendas y el equipo que dejamos allí para un posible ataque a cumbre están destruidas o han volado. Hemos perdido todo, incluyendo nuestros kits: los sacos de dormir, colchonetas, los guantes y chaquetas para el ataque, el equipo de parapente y el equipo de cocina".
Habrá que disculpar a Nims por el lenguaje soberbio, sin duda vestigio de sus experiencias militares y una forma de comunicar algo yanqui, ideal para atraer la atención en redes sociales. Algunos de sus compañeros, de hecho, ya lo están imitando (véase este post). En cualquier caso, la ambición del equipo nepalí no se ha frustrado, solo pospuesto.
Nirmal, que junto a Mingma David, Dawa Temba, Pemchhiri, Gelje y Mingma Tenzi, se internaba de nuevo en el Espolón de los Abruzzos para inspeccionar el estado de los campos, tampoco puede decir que la situación encontrada sea una sorpresa. Rachas huracandas batían los bastiones del K2 las últimas jornadas. "Estoy devastado", concluye Nirmal, que deberá repensar su estrategia para la expedición. Todos los presentes en la montaña deberán hacerlo. "Miembros de otros equipos también usaron nuestras tiendas debido al espacio limitado (en el Campo 2). Ya avisamos hace diez días que nuestra tienda no estaba del todo asegurada y hemos estado en el campo base desde entonces".
Dudas para Sergi Mingote y Mingma Gyalje
Al igual que el equipo de Nirmal, Sergi Mingote y Juan Pablo Mohr también lamentan la pérdida de buena parte del trabajo realizado en la montaña. "Las tiendas de C1 y C2, entre ellas mi tienda, parecen haber volado con los fuertes vientos, junto a algún material más que dejamos. En el C2 anclamos una de mis mochilas, llena con los sacos de dormir, el hornillo, algo de gas y comida. Creemos que ese depósito no se habrá volado, porque si no es así la cosa pinta mal. Muy mal. Cuando la noche se ha apoderado del campo base, todo son dudas", escribía Sergi en su crónica diaria.
Para las expediciones, la pérdida de material podría significar el final de la tentativa, sobre todo en el caso de equipos con el presupuesto ajustado como el de Mingma Gyalje. Es de suponer que su material también habrá sido pasto de los vientos, ya que habían situado su segundo campo trescientos metros por encima del de Nirmal Purja. Mingma G ha compartido su preocupación: "Hemos permanecido siete días dentro de la tienda debido al fuerte viento, las nubes y por supuesto las bajas temperaturas. No estamos seguros acerca de nuestro campamento a 7.000 m. Tenemos la mayor parte de los equipos en nuestro C2, que está justo bajo la Pirámide Negra. Si la tienda ha volado, no podremos hacer nada más que volver a casa. Espero que nuestra tienda siga allí y todo esté dentro de ella". Ya hay voces que especulan con una posible colaboración con la expedición de Seven Summit Treks, cuyo músculo logístico podría salvar algunos sueños esta temporada.
En el caso del grupo de John Snorri y los Sadpara, la cosa no pinta mejor, aunque se muestran menos rebasados por las circunstancias. El trio había tenido la sana precaución de sacar su equipo de las tiendas y fijarlo a la roca. "Es probable que nuestro C2 esté en malas condiciones. Creo que, de otro modo, tendremos problemas mayores, ya que parte del oxígeno ha volado hasta el CBA (5.300 m). No sé nada más en este momento. Estamos planeando usar la próxima ventana para ir del CB al C2 y luego acabar de equipar hasta C3 y dormir allí. Veremos qué ocurre a partir de ahí. Todo depende del viento para nosotros", ha detallado Snorri.

La parte optimista
Tamara Lunger y Alex Gavan, por su parte, siguen viviendo en su paraíso particular. Disfrutando de la naturaleza monumental, de su belleza y de su furia. Gavan parece encajar con Tamara en su forma de afrontar la vida, a corazón abierto. El siguiente extracto pertenece a su último post en sus redes sociales, extenso e interesante, que podéis leer completo aquí. "Durante una semana no hemos podido ver el K2 debido al tiempo inestable. Pero eso es algo normal en las altas montañas y más aún en invierno en este lugar. Para evitar que volasen con el viento, recogimos todo nuestro equipo y lo dejamos dentro de la tienda en el Campo 1, que anclamos bien a las rocas. También hemos anclado como se debe nuestras tiendas del campo base así como los diez barriles de plástico que contienen nuestro material. Lo hemos hecho lo mejor que hemos podido para permanecer aquí todo el tiempo que podamos. En cualquier caso, siempre he sido y siempre seré un minimalista, y todas nuestras pertenencias no superan las 320 libras (145 kilos). Creo que no hemos traido nada extra, nada imprescindible. Ayer, en el campo base, el viento soplaba a 80 kilómetros por hora. Mientras escribo estas líneas estamos a -34º. A veces, cuando inspiras, puedes sentir el aire penetrando en tus pulmones y literalmente duele".
Las posibilidades de los equipos están en jaque y ahora, más que nunca, la colaboración y el buen ánimo serán claves para continuar con el intento al último bastión inexpugnable del invierno. El tiempo mejora un poco estos días en la montaña, ocasión que aprovecharán para hacer más inspecciones y rotaciones de aclimatación. Algunos, como Nirmal y Chhang Dawa, siguen mirando al C4, todavía por alcanzar. "Hemos formado un equipo para plantar el C4 el día 15", confirma Dawa, manager de la expedición de SST. La agencia nepalí lanzará mañana otra operación de carga hacia el C1 y C2, para arreglar los campos y las cuerdas. Dos sherpas, Pasang Nurbu y Sona (junto al equipo de Nims) intentarán ascender todo lo posible e instalar el C3 para el 13 de enero "si la meteorología y la montaña lo permiten". Tras un día de descanso, acometerían la escalada al último campo de altura. De momento, el K2 resiste custodiado por las tormentas.