Volveremos a tener una interesantísima temporada invernal en las montañas. La atención estará mayormente centrada en las expediciones a los ochomiles, especialmente en los envites de Alex Txikon al Everest y de los polacos ( Denis Urubko) al K2, la última cima de la lista de los 14 que resta por ser doblegada en la estación fría. Pero habrá que dejar también el rabillo del ojo puesto en las intenciones de una de las duplas más insólitas (y más bravas) del panorama actual, la que forman Simone Moro y Tamara Lunger, una sociedad nacida del respeto y admiración mutua, condición que se ponía de relieve tras la histórica conquista invernal del Nanga Parbat hace dos temporadas.
La cordada presentará sus pasaportes italianos en el viaje que les va a llevar a Siberia, concretamente hasta el macizo de Chersky, donde se han propuesto un desafío fascinante. Ambos concentrarán sus intenciones en el Pico Pobeda (3.003 metros), cuya dificultad radica en sus condiciones y temperaturas extremas, a pesar de su modesta talla. De hecho, Moro ha definido el intento como “la escalada más fría de la historia, en la montaña más gélida del planeta”. ¿Tanto es así? Bueno, las temperaturas en Siberia durante el invierno suelen alcanzar fácilmente los -45º, habiendo llegado a hitos que se mueven entre los -75º y los -95º en los años de récord. Si a esto le sumamos las dificultades propias de la altitud y de la montaña…
No debe confundirse esta montaña, cuya traducción en ruso es Pico Vicotira, con la que se levanta en Tian Shan, un conocido sietemil situado en la frontera entre China y Kirguistán. A la expedición se unirán el fotógrafo Matteo Zanga y el periodista italo-ruso Filippo Valoti.
El éxito de su tentativa dependerá en gran medida del estado del viento, que podría limitar mucho el acceso a la cima, y de la cantidad de nieve en la montaña, que dictará la ruta a seguir y el nivel de seguridad. Las avalanchas serán uno de los grandes enemigos.
El Pobeda ya fue intentado en invierno por los austríacos Matthias Mayr y Matthias Haunholder, en 2016, pero la montaña se resistía con furiosos vientos y temperaturas irresistibles.
Una aventura total para una cordada que se ha propuesto enfrentarse a algunos de los grandes retos alpinos pendientes, como ya intentarán en el Kangchenjunga el pasado año. Bravo por su arrojo y por su visión. Y por dejarnos disfrutar de sus experiencias en el calor del hogar.