Hay una situación con las botas de montaña, que pese a su peligrosidad y graves consecuencias, pasa desapercibida incluso para los más expertos: caerse de bruces porque los ganchos superiores de atado se traban entre sí o con el cordón opuesto.
La evolución de las cordoneras o sistemas de atado de nuestro calzado de caña alta durante las últimas décadas no ha conseguido en muchos casos mejorar la seguridad ante este fenómeno del enganchado fortuito entre botas. Esta situación, más habitual de lo que parece, ha originado caídas con consecuencias graves incluso para montañeros y alpinistas con muchas décadas de experiencia. Pese a su importancia no suele estar documentada en manuales, textos divulgativos o foros de redes sociales.
LO MÁS COMÚN
Cualquiera de las siguientes situaciones, puede provocar una caída:
- Cordones demasiado largos. La mayoría de las botas incluyen cordones suficientemente largos (a menudo 150 centímetros) para cubrir todo el atado, pero pueden alcanzar los 180 o 200 centímetros, generando un lazado excesivamente grande, susceptible de engancharse en ramas, rocas o con el gancho superior de la bota opuesta.
- Cordones resbaladizos. Los cordones redondos demasiado rígidos, ya sean de poliéster o poliamida y sin interior de algodón, se desatan con mayor facilidad que los bicomponentes (sintético+algodón) o planos, de superficie rugosa o texturizada. Los de bajo coste, por desgracia demasiado habituales incluso en botas no precisamente baratas, también suelen deslizar o directamente romperse en poco tiempo.
- Cordones mal atados. Si no se ha ejercido la tensión necesaria, la lazada puede caerse del gancho o también deshacerse completamente si el nudo está mal realizado.
EL PROBLEMA INESPERADO
Los ganchos superiores presentes en la mayoría de las botas suelen estar fabricados en acero galvanizado o latón, siendo estos últimos los más comunes en modelos para trekking. Tanto si son demasiado anchos (superiores a los 4 milímetros de diámetro que suelen tener los cordones) o se entreabren hacia afuera con el uso hasta 1,5 o 2 milímetros más –recordemos que a menudo estamos ante un metal blando de apenas 1 milímetro de espesor- pueden engancharse con facilidad con el de la bota opuesta o con su lazada. Se produce así caídas violentas e inesperadas, cuya importancia puede variar desde un simple susto en un inofensivo camino hasta en una accidente mortal si el terreno es complejo.
POSIBLES SOLUCIONES
- Reapretar el gancho entreabierto con unos pequeños alicates, especialmente el gancho superior interno (derecho de bota izquierda e izquierdo de bota derecha). que acostumbra a ser el que más sustos provoca.
- Realizar las lazadas de los cordones de forma que los bucles queden desplazados hacia el exterior de las botas (no en el centro como se hace habitualmente).
- Cortar los cordones a la mínima longitud necesaria para evitar grandes lazadas.
- Cortar los cordones a la longitud más reducida posible, pero que permita cerrarlos con una pequeña tanka en vez de anudándolos. No juntaremos las puntas o herretes finales (terminal del cordón que facilita el enhebrado por los ojales) en un solo nudo de tope.