Supervivencia: sobre el liderazgo

Jaime Barrallo

Supervivencia: sobre el liderazgo
Supervivencia: sobre el liderazgo

El mes pasado te hablamos en esta sección de cómo podía ayudarte tu mente a salir airoso en situaciones de peligro. Nos centramos en el individuo, pero ¿qué pasa cuando vas en grupo? Imagina que eres miembro de una expedición o has salido con unos amigos de marcha y os encontráis en una situación crítica en la que sea necesario tomar decisiones… En un grupo, la cosa cambia. Toma nota.

FOTOS: Lowa

Liderazgo, ese incomprendido

La supervivencia en grupo es más fácil y una excelente experiencia si no es un caso real. Pero el grupo también tiene su cara "mala": varias personas pueden convertir una situación difícil en ejemplo modelo o en un completo caos. Los seres humanos no somos siempre capaces de afrontar un peligro, superar el cansancio o el hambre, trabajar el doble por un herido, o simplemente, entendernos… En los casos no reales, dado que la situación es voluntaria, todo debería ser más fácil. Pero si las personas implicadas no se ponen de acuerdo o alguna no tenía claro qué se tenía que hacer, también habrá problemas. Y más cuando aparecen factores como cansancio, malas condiciones meteorológicas, etc.

La cuestión de que alguien organice las actividades o que diga los pasos a tomar ante una situación difícil, al menos para que todos no hablen a la vez, es algo necesario. Lo difícil es elegir quién asume ese papel, porque a menudo el papel de líder, no es bien aceptado por los dirigidos. Es cierto que el rechazo al líder es a veces culpa de su forma de comportarse, pero en la mayor parte de los casos es una cuestión de falta de voluntad de realizar un trabajo común, sin perjuicio de quién lo dirija. Una vez acabado ese trabajo, que puede ser cuestión de vida o muerte, es cuando debemos discutir si el sistema ha sido efectivo. En una situación real prolongada este análisis puede retrasarse días, imaginaros un grupo aislado que tiene que bastarse a sí mismo.

- Normalmente el trabajo de organizar debe realizarla la persona que más conocimiento tenga sobre el tema que nos ocupa; si nadie tiene experiencia, quien tenga más sentido común es quien debe asumirlo. Si quien tiene experiencia no tiene sentido común, debería dejar el mando a alguien que lo tenga y actuar de asesor.

- Con caracteres opuestos son fáciles los enfrentamientos en momentos difíciles. Estos roces debe tenerlos en cuenta quien organiza.

- La actitud como líder ha de ser jovial y conciliadora. Si va de duro/a, corre el riesgo de que cualquier debilidad no justificada haga que se le echen encima los supuestos subordinados. Aunque parezca grotesco, la jerarquía de un grupo en estas circunstancias no se diferencia mucho de la de una manada de primates. Aunque tal vez para sacar faltas el ser humano sea menos deportivo que el simio. Algunas personas tienen graves complejos de inferioridad y acaban odiando a quien creen superior. No obstante la prepotencia es a veces un defecto unido a quien tiene capacidad para mandar. Esto puede convertirse a la larga en una bomba a punto de estallar.

- Quien dirige ha de ser un ejemplo en solidaridad y trabajo. En fin, nadie dijo que mandar fuera sencillo, pero lo triste es que en estos casos hace falta alguien que lo haga.

Liderazgo, ese incomprendido

Liderazgo compartido

Sólo repetidas actuaciones de incompetencia probada pueden justificar que otro intente asumir el mando. Dos o más líderes pueden desestabilizar el grupo, salvo que actúen conjuntamente, lo que desgraciadamente no es habitual. Pero puede utilizarse un sistema de liderazgo compartido: si se combinan dos caracteres, uno enérgico y otro más diplomático, la cosa puede funcionar.

Liderazgo compartido

Liderazgo y democracia

Las decisiones importantes deben ser consultadas con la gente, aunque tal vez por una cuestión de rapidez sea necesario que quien dirige decida sólo algún asunto crucial. A nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Aunque en una urgencia, casi nadie discute a quien le saca las castañas del fuego. Siguiendo el esquema de prioridades descrito más adelante, poneos enseguida a trabajar:

-    Hay que distribuir las labores, procurando, si el grupo es pequeño, no dejar a nadie sin responsabilidades. Hasta un herido leve, puede encargarse de algo, esto le hará sentirse menos una carga. Los heridos desde su posición pueden ver y sugerir cuestiones que a los de primera línea con menos tiempo para pensar se les pasen.

-     Cuando el trabajo esté distribuido, es obligación de todos que las tareas se cumplan. Sería una triste gracia que nadie se ocupara de hacer señales en el momento en que un helicóptero pasa justo por encima de vosotros. El frío, el hambre, el cansancio o haber perdido a un ser querido, harán que la gente sea más apática y perezosa, e incluso más egoísta, y a todos estos problemas tiene que enfrentarse el líder. No ha de ser tirano, pero tampoco blando. En algunas situaciones, no habrá más remedio que obrar con energía, cuanto mejor y más aprisa se resuelvan las prioridades básicas: heridos, calor, agua, comida… más cómoda será la situación y más fácil será trabajar con la gente

-     Hay que dosificar los recursos si la situación va a prolongarse. En situaciones no reales no es tan necesario lo que hemos dicho anteriormente, pero sí es cierto que conviene una mínima organización, y que todo el mundo sepa antes de empezar qué se va hacer. Una cosa que se aprende con el tiempo es que grupos de gente que se llevan bien entre sí de verdad (si no, éste es un buen momento para comprobarlo) tienen más posibilidades de que les salga bien una expedición-aunque alguno de los miembros sea menos experto-que un equipo de figuras que no consigue entenderse entre sí.

-    Otro problema importante son las personas que tienen a toda costa que reafirmar que saben mucho y tienen mucha experiencia: generalmente esto es síntoma de lo contrario, porque pone en evidencia su complejo de inferioridad. Estas personas que a menudo sólo hablan y trabajan mas bien poco son las que más criticaran al líder: es común que traten de buscar aliados hablando por detrás: pueden hacer fracasar desde la expedición más extrema hasta la excursión más campestre.

Liderazgo y democracia

Los que no dirigen

Aunque no estés dirigiendo la situación, no por eso tu actitud es menos importante. Si tienes algunos conocimientos útiles, comunícaselo a quien dirige, pero antes de actuar, salvo que sea una urgencia, consulta con él y con los demás. Sé solidario con tus compañeros y nunca escurras el bulto a la hora de trabajar. Aunque tal vez la situación sea dura por hambre, frío u otras privaciones, recuerda que puede haber gente que esté peor que tú y no les servirá de mucho oír tus quejas. No dirigir no significa estar al margen, y se evita uno algunos problemas, ya que el menor estrés facilita la supervivencia. Sé condescendiente a la hora de juzgar las acciones de los demás, piensa fríamente qué harías tú en su caso. Por supuesto que la crítica es necesaria, pero todo tiene su momento.

Los que no dirigen