No es que sea una gran sorpresa, pero acaba de hacerse oficial el computo de temperaturas de 2019 y se han confirmado todas nuestras sospechas. 2019, un año en el que hemos vivido desde grandes desprendimientos de masas de hielo en Groenlandia a la terrible propagación de incendios en Australia, ha sido el segundo año más caluroso desde que se tienen registros.
Así lo han confirmado desde el Copernicus Climate Change Service, una agencia intergubernamental de la Union Europea, que además advierten que la subida de temperaturas continuará a medida que los gases de efecto invernadero y los efectos del cambio climático se acumulan sobre nuestro futuro.
"Los últimos cinco años han sido los más cálidos desde que se realizan los estudios; y la última década, por supuesto, ha sido de récord", ha querido recordar Jean-Noël Thépaut, director del servicio Copernico, en una reciente entrevista con la CNN. "Esto es incuestionablemente una mala señal.
El pasado año estuvimos hasta 1 grado Fahrenheit por encima de la media establecida entre 1981 y 2010, y muchos de sus meses han sido los más cálidos desde que se tienen constancia, siendo julio el mes más cálido que hemos vivido nunca.Solo el año 2016 fue más cálido en general, y por muy poco: una décima parte de grado por encima de 2019, y eso debido a la influencia de fenómenos como El Niño (que también vivimos en 2019 pero mucho más debilmente).
La mayoría de regiones del mundo han estado por encima de la media de sus temperaturas, incluyendo el Ártico, Europa, el sur de África y, por supuesto, Australia. En Europa hemos vivido varias olas de calor que llevaron a registrar récords históricos de temperaturas en una jornada como sucedía en París, y obligaba a reducir la producción de varios reactores nucleares en Francia y Alemania debido a que el agua utilizada para la refrigeración estaba demasiado cálida.
El Ártico, que se calienta más rapidamente que el resto del planeta, ha experimentado unas condiciones extraordinarias durante el último año. Largas concentraciones de agua, como los mares de Barentso Kara, han permanecido sin hielo hasta finales de otoño, algo totalmente excepcional. Las olas de calor europeas han llegado a las costas de Groenlandia, provocando gigantescos desprendimientos en las masas glaciares, llegando a perderse cientos de millones de toneladas de hielo.