QUÉ TIENE DE SINGULAR
El desfiladero de Pancorbo es una página viva en la historia de los pueblos que durante siglos han luchado por controlar uno de los pasos más importante del norte de Castilla. Los desfiladeros de los Montes Obarenes siempre han sido protagonistas en un territorio especialmente conflictivo desde un punto de vista militar. Los ingenieros romanos iniciaron la construcción de una poderosa red de calzadas y defensas destinadas a la vigilancia y control de las poblaciones indígenas que no admitían la sumisión de Roma, pueblos autrigones descendientes de los colonos celtas que llegaron a la península ibérica procedentes del centro de Europa varios siglos antes de la entrada de las legiones romanas. Los monarcas visigodos reutilizaron y ampliaron las plazas levantadas por los romanos para mantener controlados a cántabros y vascones, que seguían distribuidos en los valles montañosos de la ribera del Ebro y la Cordillera Cantábrica. En el periodo del reino astur-leonés, cuando comenzó la colonización del norte peninsular, a mediados del siglo IX, el sinuoso y encañonado curso del Ebro estaba fuertemente defendido con varios castillos y fortalezas. Los castillos de Cuevarana, junto a Peñahorada, un risco inaccesible en la confluencia del Vesga y el Ebro, impedían la entrada en Trespaderne y, al mismo tiempo, vigilaban el curso del Ebro desde Valdenoceda a Miranda. Los castillos de Teteslia y Mijanga se encargaban de controlar el paso por el valle de Tobalina. Y las inexpugnables fortalezas de Frías, Lantarón y Monte Tesla fueron fundamentales para cerrar la entrada a Castilla desde La Rioja, desafiando a las alcazabas árabes de Pancorbo. La penetración musulmana del año 822 obligó a los castellanos a intentar tener el control militar del paso de Pancorbo, vital para gestionar los movimientos de tropas en los valles orientales recién conquistados, pero en el 837 pasó de nuevo a poder de los musulmanes, quienes castigaron la osadía cristiana con una fuerte incursión por el valle del Ebro y las Merindades del norte de Burgos, que terminó con la toma de Sotoscueva y otras poblaciones limítrofes con Cantabria.

IDENTIDAD Y NATURALEZA DEL PAISAJE
La llave de Castilla
A finales del siglo IX las fronteras castellanas se acercaron al Duero y el desfiladero de Pancorbo se convirtió en la llave de la vieja Castilla y la entrada del territorio alavés por el oeste. Un documento del año 893 llama a Pancorbo la Extremadura castellana, lejana y perdida. En aquellos tiempos era más importante avanzar hacia el sur y arrebatar tierras, puentes y fortalezas a los emires musulmanes.
Pionero en las comunicaciones
En el siglo XIX comenzó a utilizarse en España un novedoso sistema de comunicación conocido como telégrafo óptico, que basaba la transmisión en un sistema de destellos luminosos realizados con espejos instalados en una hilera de torres que divulgaban la información en cadena. Una de las líneas principales pasaba por el desfiladero de Pancorbo y unía Madrid con Francia por Valladolid, Burgos, Vitoria y San Sebastián. En las colinas cercanas al desfiladero se conservan restos de varias torretas de este singular sistema de comunicación. La fortaleza de Santa Engracia fue la baliza 32 en la línea de Castilla.

Un casco histórico señorial
El desfiladero es paso obligado de caminos antiguos y modernos. Los acantilados calcáreos han condicionado un entramado callejero apretado y medieval en las entrañas de la garganta de piedra del río Oroncillo, paso secular del universal Camino de Santiago mirandés. La densa historia de Pancorbo cabalga por los tejados de las casas blasonadas, los soportales de recio sillar de la calle Mayor y las torres de las iglesias. Las atalayas de piedra que doblegaron el poder de varios imperios son ahora el reino del buitre leonado y las solitarias rapaces. La villa reunió en sus calles a peregrinos jacobeos, comerciantes y artesanos, celebrando notables ferias ganaderas y mercados comarcales. Y fue sede política y administrativa de apellidos ilustres de la nobleza castellana y navarra, que gobernaron el castillo de Santa Marta en calidad de tenientes o alcaldes en nombre de los reyes de la época.
Camino de Santiago Mirandés
Un agradable paseo por la orilla del río Oroncillo lleva al parque del puente de la Magdalena, en pleno Camino de Santiago, y un kilómetro después, siguiendo las marcas amarillas de la ruta jacobea, pero en sentido contrario a la catedral de Santiago, al paraje de las ermitas románicas de la Virgen del Camino y del Santo Cristo del Barrio, escondidas en un bello paraje del desfiladero.

Cómo llegar
Pancorbo se encuentra a 67 kilómetros de Burgos por la A-1.
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