Alaska, conexión Cartwright

Los británicos Jon Bracey y Matt Helliker concluyen su nueva línea sobre el Moonflower Buttress, en el Mount Hunter: The Cartwright Connection. Firman así su homenaje al desaparecido Jules Cartwright

Jorge Jimenez

Los británicos Jon Bracey y Matt Helliker concluyen su nueva línea sobre el Moonflower Buttress, en el Mount Hunter: The Cartwright Connection. Firman así su homenaje al desaparecido Jules Cartwright.

Ocultos en su hamaca, zarandeada por el viento y mermada por las avalanchas, los guías Jon Bracey y Matt Helliker padecían de una montaña hostil empeñada en echar por tierra sus posibilidades. Cada vistazo a los bastiones superiores era un mazazo. Cargándose cada vez más de nieve, el North Buttress iba a presentar una batalla endiablada. El primer día contemplaban impotentes como una cornisa de nieve se desplomaba sobre su tienda, haciendo las veces de despertador y lanzándoles a terreno de aventura. La segunda jornada, en la que Matt se batía el cobre de primero, fue una sucesión de pasos inciertos a la caza y captura de una línea que se adivinaba esquiva, a través de secciones complejas, plagadas de hongos de nieve, que les entretenía mucho más allá de la caída de la noche. “Tras superar estas primeras dificultades nuestra confianza creció enormemente” cuenta Jon Bracey. “Empezábamos a pensar que teníamos una pequeña posibilidad de concluir con éxito”.

El tercer día fue algo aterrador, escalando sobre hielo y fisuras desplomadas, con roca precaria y en la que iban a necesitar de pericia en el artificial, provocando otra noche sin dormir para al cuarto día conectar con la ruta Moonflower que debía sacarles a la cima, si el tiempo les respetaba. Que no lo hizo. Una tormenta de nieve les asaltaba y traía malos presagios. Ya pasadas las nueve de la tarde una pequeña brecha en el temporal ponía sus ojillos traviesos de nuevo en la pared. “Los dos estábamos pensando exactamente lo mismo”, recuerda Jon. “Sin comida no tenía sentido jugar a esperar, esta podía ser nuestra última oportunidad”. Agarraron lo imprescindible: un hornillo y unos guantes y chaquetas. Les restaban 500 metros de escalada, 13 largos siniestros bajo el temporal. “Realmente fuimos algo negligentes”. Cuando solo habían avanzado dos tiradas regresó la nieve. “El frío era casi insoportable, pero de alguna manera conservamos el optimismo para seguir adelante”. Como en un sueño, exhaustos, en estado de exaltación, tocaban cima a las 5 a.m., se dirigían unas palabras “sin todavía ser conscientes de lo que habíamos logrado”. Ni más ni menos que concluir la ambición de Jules Cartwright, explosivo alpinista británico, amigo suyo, desaparecido en 2001 y cuya visión aperturista motivó la expedición. Con esta, Jules, ya tiene las dos nuevas líneas en el Moonflower Buttress a las que siempre aspiró.