En otoño del año pasado, los atletas de The North Face, James Pearson y Caroline Ciavaldini, se pusieron en marcha para explorar la región de Tigray, en Etiopía. Su misión era explorar la región en busca de antiguas rutas y nuevas aventuras, con un reto añadido, llevar a la exploración a un nuevo miembro: su hijo Arthur. Tras encontrarse con varias complicaciones debido a las condiciones increíblemente secas y arenosas de las rocas y la falta de sujeciones estables, completaron la ruta “Excalibur” (6B, 100 m).
La región de Tigray, en Etiopía, tiene una larga trayectoria en el mundo de la escalada y sus zonas siempre han proporcionado una increíble oportunidad para descubrir el mundo de otra manera. Sacerdotes y adoradores han escalado torres de roca y acantilados desde el siglo IV, construyendo iglesias y lugares de culto entre las torres de piedra que aún se utilizan hoy en día.
En otoño del año pasado, los atletas de The North Face, James Pearson y Caroline Ciavaldini, se pusieron en marcha para explorar la región, en busca de antiguas rutas y nuevas aventuras, con el reto añadido de llevar a la exploración a un nuevo miembro: su hijo Arthur. Las dificultades y desafíos de emprender una expedición con alguien tan pequeño eran considerables. Sin embargo, la idea de hacerle descubrir nuevas formas de escalar y de mostrarle un nuevo mundo de exploración a Arthur, dieron a James y a Caro toda la motivación necesaria para afrontar la aventura.
Su misión para encontrar la torre perfecta los llevó a Excalibur, en la cordillera de Gheralta. La dificultad de la ascensión pronto se hizo evidente, ya que tardaron dos horas para escalar los primeros cinco metros. La cara de la roca fue más complicada de lo que esperaban a causa de las condiciones increíblemente secas y arenosas, y la colocación de los diferentes materiales y la búsqueda de agarres estables resultó ser muy limitada.
Después de preparar y planear de nuevo la ruta del primer día, volvieron a la cara de la roca para finalizar la ascensión, una experiencia desafiante y estimulante para ambos que le dio a James un fuerte sentido de perspectiva en un paisaje tan histórico. "No soy una persona religiosa, pero después de haber pisado una de estas torres por primera vez y sentir el poder que conlleva, creo que puedo entender por qué querían estar ahí arriba".
