Los Pou abren su mejor ruta en los Andes

Con "One Push", los hermanos alaveses inauguran la cara suroese del Pumahuacanca (5.563 m) firmando una actividad de enorme complejidad técnica

https://youtu.be/_QdLXowbxcY

Los hermanos Iker y Eneko Pou han repetido cordada con el andinista Micher Quito para lograr su cuarta apertura de este verano y la que es su mejor vía de alpinismo hasta la fecha. Lo hacen escalando por primera vez la cara suroeste del Pumahuacanca, un escarpado y difícil nevado de 5.563 m, que dada su enorme complejidad técnica, apenas cuenta con un puñado de ascensiones por su vertiente más accesible. Otra buena sorpresa para los Pou, que en ese afán de superación en el alpinismo de exploración y vanguardia, logran otra ascensión inédita en la Cordillera Blanca.

Lo hacen nuevamente en el mejor de los estilos, sin cuerdas fijas, y en un solo intento (“ONE PUSH” en inglés) de 12 h 1⁄2 consecutivas, con dificultades técnicas importantes de M7 expuesto en escalada mixta (¡con el penúltimo largo a casi 5.400 m!), 85º en hielo y V en roca. El estilo alpino -que requiere de mucha experiencia, autonomía total, un grado de dificultad asentado en todas las disciplinas y mucha destreza para sumergirse con lo puesto en lo desconocido- se vuelve a imponer en una escalada que los hermanos definen como una de las mejores de su dilatada carrera: “El Pumahuacanca es una montaña muy enrevesada por cualquiera de sus vertientes, lo que conlleva que el descenso sea tan complicado como el ascenso. Creemos que es la primera vez que logramos algo tan difícil con piolet y crampones”.

OnePush 02©A.Estrada
Foto: A.Estrada
El relato de los Pou

Tras 12 h 1⁄2 de escalada continuada, alzaron los brazos felices en la cumbre, mientras recibían los últimos rayos de sol sobre sus cuerpos cansados... Eran las 17:45 y en apenas 45’ estarían inmersos en la oscuridad de la noche. Una ascensión larguísima de 1.000 m, en la que habían escalado en roca, hielo y mixto, con algunos largos muy expuestos, que les habían obligado a dar lo mejor de sí mismos. Atrás quedaba esa salida de la tienda a las 5:15 am, en una noche gélida, a una altura de 4.700 m. Pero no había tiempo que perder ya que el panorama desde la cumbre es tan bonito como desalentador...: Miren para donde miren, cientos de metros de caída se abren ante sus ojos... Todo se ve abrupto y salpicado de acantilados... “En ese momento nos damos cuenta de que debemos darnos prisa y elegir bien el descenso. Apenas tenemos unos minutos de luz y ninguna información previa de cómo bajar una montaña tan grande, que en mitad de la noche, está cubierta de trampas... En una decisión siempre arriesgada y difícil, decidimos tirarnos hacia la vertiente contraria a la que hemos escalado... La primera parte resulta muy inclinada y la destrepamos como podemos con piolet y crampones. La salvación se intuye muy lejana, casi 1.500 metros más abajo en las bonitas praderas verdes del valle de Rurec. Pero no hay que perder la concentración, porque para disfrutar de eso aún queda mucho... Se nos echa la oscuridad encima, mientras cambiamos las botas de alta montaña por las zapatillas, para bajar más cómodos cuando se acaba la nieve. Los acantilados cada vez son másgrandes, con lo que a los destrepes, le siguen también un montón de rapeles de fortuna. Perder metros se hace una labor ingente, y en mitad de la noche, y sobre una pared de más de 1.000 m, nos vamos inventando un descenso que nos saque del peligro... Pero este no acaba nunca... A las 3 de la mañana cuando se nos agota gran parte de la potencia de nuestras luces frontales, el cuerpo ya lleva varias horas funcionando como un autómata, y hemos apurado en infinidad de ocasiones en destrepes peligrosos y rapeles dudosos, decidimos parar (¡en ese momento llevamos 22 horas de actividad!) y descansar tirados en la hierba. Es un lugar con mucha vegetación con lo que estamos seguros que el fondo del valle y por lo tanto la salvación está próxima, pero con la poca luz que tenemos somos incapaces de seguir resolviendo el jeroglífico... Las tres horas que discurren hasta que empieza a amanecer son durísimas. Tirados en una fuerte pendiente buscando la protección de la hierba sin más parapeto que la ropa que tenemos encima (llevamos horas con todo puesto para combatir el intenso frío nocturno) el viento glacial nos hace tiritar, al punto que en el silencio de la noche, solo escuchamos el castañear de los dientes del de al lado. Cuando amanece nosdamos cuenta que estábamos a apenas cincuenta metros de la rampa que de una manera sencilla, nos conduciría a la seguridad del valle, pero después de mvisto... Son las 7:30 am (26 h 1⁄2 después de iniciada la actividad) cuando llegamos a la base de la quebrada desde donde dos días antes iniciamos nuestro ascenso hasta el campo base. Pero nuestras tiendas se encuentran quinientos metros más arriba de donde estamos y no tenemos fuerzas para llegar hasta allí, con lo que contactamos con nuestro cámara y compañero Alex Estrada para que sepa que estamos vivos y que baje con todo desde arriba. Ha sido duro, pero nuestra aventura ha tenido un final feliz. Una ascensión a una montaña se compone de un ascenso y de un descenso. Por ello, cuando ambos guardan dificultades al límite de tus posibilidades, el conjunto hace que hayas firmado una gran escalada. En este caso, probablemente, la más difícil que hemos logrado en alta montaña. Sin lugar a dudas, ¡Una gran aventura!”

OnePush Linea
La línea que traza "OnePush" en la cara suroese
del Pumahuacanca (5.563 m)

 

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