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Hansjörg Auer, el buen estilo en el Lupghar Sar West

El alpinista austriaco asciende en solitario un severo sietemil del Karakorum.

Jorge Jiménez Ríos / Fotos: Hansjörg Auer

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Hansjörg Auer, el buen estilo en el Lupghar Sar West

By fair means. Esta expresión británica se refiere a un tipo de alpinismo ligero, sin más impulso que el propio, comprometido con una forma de afrontar las montañas de tú a tú, el auténtico encuentro con las fuerzas telúricas de la naturaleza. Y así ha querido enfrentarse Hansjörg Auer al Lupghar Sar West, un sietemil durísimo del Karakorum, que ascendía sin más compañía que los hados de la meteo y los dioses de la roca y el hielo.

8.7.157 metros. Eso mide la montaña, escalada por el austriaco por su virgen vertiente oeste, lo que para muchos significaría la actividad de una vida. Para Auer su ascensión ha sido, literalmente, “muy interesante". Nosotros le añadiríamos unos cuantos adjetivos.

Ascendida por primera vez en 1979 por una expedición alemana liderada por Hans Gloggner, son rarísimos los acercamientos a esta remota cumbre del Karakorum, que mira con irreverencia a sus pretendientes desde su bastion sobre el glaciar Baltbar.

Hansjörg Auer, el buen estilo en el Lupghar Sar West

A sus 34 años, Hansjörg Auer es uno de los alpinistas más fascinantes del panorama, acumulando ascensiones comprometidas allá donde pisa, aunque pocas como esta en solitario al Lupghar Sar West. Tras situar el campamento base a 4.500 metros, comenzó la aclimatación de inmediato, pasando varias noches sobre los 6.000 metros en la arista suroeste, “un primer contacto con lo que significa la soledad en altitud". Tras regresar al CB con el cuerpo y la mente preparadas para el ataque definitivo, y tras comprobar unos prometedores partes meteorológicos, se lanzaba a por la vertiente oeste, donde vivaqueaba una noche antes de acometer la arista noroeste que le llevaba directo a la cima, hollada a las 11:30 del 7 de julio. “Tuve que afrontar algunos pasos difíciles de mixto, abrir huella por encima de los 7.000 metros hasta la cornisa cimera, donde ya uno se expone al máximo, yendo bastante al límite, pero en ningún momento me sentí fuera de mi zona de confort". ¿Cómo se sentirá este tipo cuando está en casa?

Tras recoger una pequeña piedra como recuerdo de la cumbre, comenzó el descenso. Otra batalla extenuante. “La bajada fue toda una lucha porque me sentía realmente cansado y el tiempo cambió drásticamente. Pero lo hice del tirón hasta el campo base".

Esta ascensión significaba para Auer “el siguiente paso" en su actividad, lo que ha confirmado tras regresar sano y salvo. “Es una ascensión única para mí porque llevaba soñando con ella los últimos cuatro años. Desde que escalase el Kunyang Chhish East en 2013 deseaba saber que significaba encontrarse sólo en aquellas altitudes. Ahora estoy muy contento con la experiencia".

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