Es indudable que el material de escalada ha evolucionado de forma exponencial en el último siglo. Suelas de goma capaces de agarrarse a pequeños garbanzos en pulidas placas de granito; arneses tan refinados que el confort empieza a primar en los diseños o mosquetones de todo tipo y condición capaces de soportar el peso de un elefante cayendo al vacío. Vivimos una gran época para la seguridad en montaña, pero no siempre ha sido así. Por ejemplo, en 1908 cuando las escocesas Lucy Smith y Pauline Ranken progresaban por las fisuras de Salisbury equipadas con faldas hasta los tobillos, blusas, sombreros y zapatones elegantes...
Estas curiosas (y admirables) imágenes han sido reveladas por el Scottish Mountaineering Club y pertenecen al Ladies Scottish Climbing Club fundado en aquel 1908. Por aquel entonces, su única protección consistía en una cuerda que rodeaba sus cinturas. Sin arneses, ni pies de gatos, ni seguros en la pared...
Fue Lucy Smith una de las fundadoras de este club pionero, con el apoyo de Jane Inglis Clarke y su hija Mabel, que surgió como respuesta a la regla del Scottish Mountaineering Club, que impedía el ingreso de mujeres. Las tres fundadoras, cuyo entrenamiento consistía en ascender todas las fisuras posibles de Salisbury, buscaron luego metas más ambiciosas por Escocia, en territorios severos como los de Glencoe o Skye, antes de moverse a las afiladas cimas de los Alpes.
Para finales de 1908, el club ya contaba con 14 montañeras, que debían pasar unas pruebas de selección consistentes en escalar cuatro cumbres de al menos 900 metros y demostrar su valía progresando tanto en roca como en hielo.
Aunque comenzaban casi todas sus ascensiones con aquellas restrictivas faldas largas, lo cierto es que cuando no había hombres cerca, escalaban con unos pantalones cortos que llevaban fácilmente ocultos bajo los vestidos.
El club acabaría siendo reconocido por su tremenda ambición, acumulando un gran listado de audaces actividades que todavía ponen en jaque a montañeros modernos equipados con el mejor material imaginable, como la que llevaban a cabo en el Suilven ("El Pilar") o en The Buachaille, una montaña inmisericorde de las Highlands que se llevaba la vida de tres escaladores en enero de 2009.
Si alguna vez alguien ha dudado del arrojo de las pioneras femeninas de la escalada le recomendamos observar fijamente las fotos durante un buen rato.