La montaraz villa de Lądek-Zdrój, en Polonia, se ha visto invadida por una multitud ávida de aventuras. O al menos de buscar la motivación para sus propias aventuras a través del cine de montaña y de los personajes fundamentales del panorama actual, que se dan cita en la XXII edición del Festival Andrzeja Zawady. Tipos de la talla de Alex Honnold, Alex Txikon, el mítico alpinista polaco Wojciech Kurtyka o el mejor escalador deportivo del mundo, Adam Ondra, que estás semanas vive en permanente algarabía tras proponer el primer 9c de la historia, el máximo grado realizado nunca en la disciplina. Precisamente con el joven checo ha sido nuestro primer encuentro en el festival y hemos podido pasar un tiempo con él explorando los fundamentos de su actividad.
Cuando hace una década, Adam, que apenas había contado dieciséis primaveras, se llevaba su primer noveno grado, muchos ya veían en su figura el futuro del deporte de la vertical. No se equivocaban. A día de hoy, es el escalador con más rutas cotadas como 9b o superior y con Silence, su nueva ruta en Flatanger, Noruega, acaba de añadirle un escalón a la dificultad mundial. "Lo cierto es que pensaba que podría ser una ruta de 9c, pero no estaba realmente seguro", explica. "No conoces el grado de una ruta realmente hasta que consigues resolver todos los pasos, y aún así, hasta que no la encadenas tu percepción no está totalmente clara".
¿Y cómo se plantea uno el futuro después de ofrecer el mayor exponente de la dificultad de la historia de tu deporte? Sería lógico pensar que tras encontrar el éxito en el proyecto de una vida, se puede pasar página, o al menos tomarse un respiro. "Hay otros Annapurnas en la vida de los hombres", lo definía mejor Maurice Herzog tras regresar de la primera conquista de un ochomil. No es el caso. "Notas un bajón casi instantáneo, pero dos semanas después ya estoy absolutamente lleno de energía. Tengo muchísima motivación para seguir disfrutando de la escalada deportiva y tambien para seguir probando vías de la máxima dificultad". Lo cierto es que parecía que Adam no podría asombrarnos más este año tras la primera repetición de Dawn Wall, la ruta de varios largos más severa escalada nunca, pero para los que han seguido su trayectoria es bastante obvio que su techo lo marcará él, no la ausencia de agarres en una pared de roca. "El Dawn Wall fue increíble. Tuve que salirme totalmente de mi zona de confort, una experiencia muy nueva para mí. Durante muchos momentos pensaba que era demasiado. ¡Soy un escalador deportivo, por Dios, que diablos hago aquí!, me decía. Pero al final mereció la pena. Creo que en los próximos años no voy a tener mucho tiempo de repetir una actividad similar, es muy exigente y muy difícil de combinar con la escalada deportiva, así que creo que fue el momento perfecto".
Así, la vida continúa. "Seguiré buscando rutas de la máxima dificultad, buscar un nuevo 9c". Veréis, lo complicado no es tanto encontrar una pared que ofrezca esta dificultad máxima, sino un proyecto que te aporte la motivación necesaria para afrontar el desafío. "Quiero comprobar si tengo la capacidad de mejorar más. El 9c es tan duro que no estoy muy seguro de poder superarme, pero desde luego no pienso dejar de pensar que hay margen de mejora para mí, puedo evolucionar, tanto a nivel físico como mental, como en mi estilo de escalada, que es mi mayor ventaja". Por suerte para él, y para todos los que sueñan en vertical, Adam ha guiado sus pasos siguiendo la filosofía de Wolfgang Güllich, el mito alemán de la escalada, que el 14 de septiembre de 1991 propuso el primer 9a de la historia con Action Directe, en Frankenjura. "Siempre le he admirado porque escogía las vías que parecían imposibles, pero tenía el coraje de probarlas y el coraje de tener éxito en ellas".