Simone Moro: "El invierno es para quienes tienen más paciencia y sabiduría"

Un desprendimiento de placas de nieve avisa a Moro y Lunger en el Gashebrum I, destruyendo la ruta en la que habían estado trabajando hasta ahora.

Jorge Jiménez Ríos

El invierno amenaza a Simone Moro y Tamara Lunger
El invierno amenaza a Simone Moro y Tamara Lunger

Recuerdo una fascinante charla de Simone Moro y Tamara Lunger, al calor de las hogueras, durante un festival de montaña que tuvo lugar en Suiza. La cordada repasaba las vicisitudes de una expedición invernal en los Himalayas, y no dudaban en reconocer que la mayor parte del tiempo se la pasaban pala en mano, rebajando la nieve que abarrotaba el campamento. Parece que este año, a los pies de los Gasherbrums, la historia se repite.

Lunger y Moro ya habían trabajado en el glaciar parte de la ruta que debe ponerles en la cima del Gasherbrum I, para después continuar su epopeya hacia la cumbre del GII, en un encadenamiento alpino sin precedentes durante la estación fría. A las consabidas dificultades que esto supone (todas las imaginables, básicamente), deben añadirle la pérdida del trabajo realizado hasta la fecha tras un corrimiento de nieve que llegaba hasta sus pies hace dos noches. Una alarmante señal del peligro del invierno que sin embargo no ha acabado con la positividad perpetua de Moro. Cabe recordar que Simone acumula cuatro ochomiles invernales... Por algo será.

"La decepción ha sido enorme", reconoce Tamara Lunger desde el campo base, donde ahora soportan temperaturas de hasta 30 grados bajo cero y nevadas que dan poca tregua a los dos expedicionarios. "El peligro de avalanchas es enorme. Los movimientos de placas espontáneos, cuando estas en el glaciar rodeado de enormes y profundas grietas, no son ninguna broma. Ha habido muchos casos de gente que ha muerto a causa de una pequeña avalancha y, desde luego, no vamos a arriesgarnos. Nuestra ruta ha desaparecido completamente y deberemos esperar varios días para continuar con seguridad", concluye Lunger, que reconoce haberse dejado caer en la nieve para gritar al descubrir lo sucedido, lo que por otra parte es "una buena cura para la ansiedad y la ira". Y bromea: "Además aquí no puede escucharme nadie".

El invierno amenaza a Simone Moro y Tamara Lunger

Así ha quedado el glaciaer tras el movimiento de las placas de nieve. Foto: Simone Moro

Calma y paciencia es lo que le recomienda Moro. "La montaña no nos necesita y nosotros no necesitamos a la montaña", reflexiona Simone Moro. "Analizando esto desde fuera de mi mundo de cuento reconozco que probablemente tenga razón", asume Tamara. "Dios, ayúdanos aunque sea un poquito".

"Aunque no fue enorme, si podría haber sido fatal", explica Moro sobre el colapso de las placas de nieve este 14 de enero, aniversario casualmente de la primera ascensión invernal de Moro en el Shisha Pangma. "Toda la placa se deslizó, deteniéndose justo a nuestros pies". Un serio aviso de la montaña que no tiene intención de mostrarse benigna con sus pretendientes. La pasada noche el viento era protagonista, destruyendo las tiendas que hacen de ducha y aseo. "La experiencia me sugirió que emplazásemos el campamento base en una profunda depresión. Esta posición protegida ha demostrado ser preciosa y providencial. El viento y las nevadas, a pesar de todo, han cubierto nuestro equipo y provisiones. Nada serio, pero todo debe ser despejado, trabajo que ha llevado a cabo Tamara en su mayor parte".

El invierno amenaza a Simone Moro y Tamara Lunger

Simone Moro en el GI. Foto: Tamara Lunger

A pesar del mal tiempo reinante, la cordada pretende volver a sus labores lo antes posible. Todo el trabajo llevado a cabo durante dos semanas se ha volatilizado y deben empezar de nuevo. "Aquí el invierno no es un juego para aquellos que más arriesgan, sino para los que tienen más paciencia y sabiduría. Son escaladas para unos pocos, todo puede cambiar muy rápidamente. No se trata de estar expuestos al frío durante unos minutos al día, sino constantemente durante meses, sin tregua, aislados del mundo y de los lujos básicos. No existe un grado de dificultad que defina esta actividad, se trata de resistencia y resiliencia. Para aquellos que nunca lo han intentado, creedme, no podéis imaginar o comprender esta experiencia. No se trata de ser heróico sino cuidadoso".

Entre estas reflexiones, que vienen de uno de los grandes expertos en el invierno de los ochomiles, también hay espacio para los pioneros. "Los polacos que inventaron esta especialidad erán unos auténticos guerreros del hielo y hacia ellos siento toda mi admiración".

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