Durante las últimas jornadas hemos vivido, desde la distancia, una de las grandes gestas del himalayismo. La operación de rescate en el Nanga Parbat de Elisabeth Revol, que se encuentra a salvo en Islamabad, y de Tomek Mackiewicz, que ahora descansa para siempre en la montaña, ha puesto de relieve la solidaridad y humanidad que se han erguido siempre como pilares fundamentales del alpinismo. Denis Urubko y Adam Bielecki ascendían más de 1.200 metros, en unas nueve horas, enfrentándose a la tormenta y a las durísimas temperaturas del invierno en una de las montañas más severas del mundo, arriesgando su pellejo para salvar la vida de la alpinista francesa. Una hazaña improbable llevada a cabo por tipos que están hechos de otra pasta.
Hemos contactado con el Campo Base del K2, desde donde partía el equipo de rescate, para charlar con el líder de la expedición polaca Krzysztof Wielicki, una de las grandes figuras de la historia de las cimas, que encabeza el envite por alcanzar la única cumbre de ochomil metros que resta por ser ascendida en invierno.
¿Cómo fueron esos primeros momentos al conocer la situación en el Nanga Parbat?
Cuando nos enteramos de que Revol y Tomek tenían problemas bajando, decidimos de inmediato organizar el rescate ya que sabíamos que en el área no había ningún equipo de alpinistas. Pronto usamos nuestros contactos para lanzar un helicóptero y ponernos en marcha. Nadie dudó y todos nuestros alpinistas querían participar en el rescate, pero obviamente no podíamos enviarlos a todos.
¿Cómo escogistéis al equipo de rescate?
Escogimos a Bielecki y Urubko para la ascensión porque eran los mejor aclimatados, con el apoyo de dos alpinistas muy duros como Tomala y Botor. Sabíamos que iba a ser dificilísimo un intento así en el Nanga Parbat, así que nuestra línea de actuación pasaba primero por poner a salvo a Elisabeth Revol y después, según las condiciones, tratar de llegar a Tomek, que permanecía por encima de los 7.300 metros, y en muy malas condiciones... Llegó un punto en que tuvimos que escoger la seguridad de los rescatadores antes de lanzarles a una acción practicamente imposible. Cuando Revol dejaba a Tomek, al que ayudó muchísimo, ya estaba en muy mal estado, con edema y ceguera. Era demasiado tarde. Tomek era nuestro amigo, pero no podíamos hacer nada más.
"Todos nuestros alpinistas querían participar en el rescate."
¿Qué opinas de la actuación de los alpinistas de tu equipo?
Todos los medios los han definido como héroes, pero no hemos hecho nada heróico, sencillamente hemos hecho lo que era necesario, lo que había que hacer. Cuando de verdad te sientes alpinista lo único en lo que piensas en una situación así es en ayudar, en salvar a tus compañeros. He estado un centenar de veces en el Himalaya y siempre ha sido así por nuestra parte. En cualquier caso, los rescatadores hicieron un trabajo inmenso.
¿Unas palabras sobre Tomek?
Era un tío durísimo, muy fuerte. Absolutamente centrado en su objetivo de lograr el Nanga Parbat en invierno. Mucha gente, fuera del entorno del alpinismo, podrá pensar que era una estupidez intentarlo tantas veces. Siete intentos, y lo logró en el último, al precio más alto. Era una gran persona, con un sueño improbable que perseguía sin descanso. Pocas veces encuentras gente así en el mundo.