El Parque Natural de Redes, en el corazón de Asturias, es un referente del ecoturismo y la conservación. Reconocido como Reserva de la Biosfera por la UNESCO, ofrece al visitante la oportunidad de disfrutar de paisajes únicos —desde hayedos centenarios hasta majestuosas cumbres y valles glaciares— mientras promueve un turismo responsable que protege su biodiversidad. Senderos, miradores y actividades de interpretación del entorno permiten descubrir la riqueza natural y cultural de este territorio sin alterar su delicado equilibrio, convirtiendo cada visita en una experiencia de conexión con la naturaleza y de respeto hacia ella.
“Redes es el eco de los bosques, el susurro de las montañas y el hogar silencioso de las especies que cultivamos con el respeto que merece toda vida.”
Imaginémonos en la cumbre de La Rapaína, desde su balcón de dos mil metros, el más elevado de Redes. Mientras recuperas el resuello, la vista se pierde en en sus valles abiertos, en sus desfiladeros, en sus ríos jugando al escondite con los árboles de las vegas. Cuando se dice que Asturias es un paraíso, lo genial es que no se trata de una exageración. Y dentro de Asturias, Redes es un corazón palpitante, donde los glaciares, los pastos y los desfiladeros conforman uno de los escenarios más exhuberantes, hermosos y liberadores de cuantos hay. Así lo reconocía también la UNESCO en 2001, declarándo el Parque Natural como Reserva de la Biosfera. El hogar de la Peña Peña'l Vientu y del río Alba es uno de esos últimos refugios, no solo para varias especies emblemáticas, también para el ser humano. Un lugar al que huir del estruendo de la humanidad.
También se trata de un libro abierto para las actividades al aire libre (y con las páginas en blanco para escribir nuestras propias correrías). Una ruta por el desfiladero de los Arrudos, uno de los grandes cañones fluviales de Asturias, o el icónico ascenso a la vega de Brañagallones desde el pueblo de Bezanes, bien sirven para hacernos una idea del caracter de la región ya sea desgastando suelas, ruedas o simplemente dejándose llevar por el arrullo del viento.
El ambiente salvaje de Redes no es un lugar común al que podemos recurrir los juntaletras, la presencia del oso pardo -que merodea desde Peloño-, el lobo, o las mayores poblaciones de rebecos y ciervos de Asturias, atestiguan como estos valles se han convertido en un santuario de la conservación y de nuestra relación con los espacios naturales. El fastuoso urogallo, alimoches, águilas reales y un sin fin de aves; reptiles y anfibios se benefician del excelente estado de conservación del parque. La gran diversidad de hábitats del Parque Natural de Redes y su buen estado de conservación, hacen de este territorio un lugar ideal para la fauna cantábrica. No en vano, en el interior del parque se encuentra el Centro de Recuperación de la Fauna.

Si sois de esos que ademas vais con cámara en mano, hay que destacar la importancia del parque para la avifauna, reflejado en su catalogación como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Los pajareros podrán contemplar las aves más importantes de alta montaña, además de oportunidades de tachar de la lista la perdiz pardilla o el gorrión alpino. Y por supuesto, una de las más icónicas especies de nuestro país, el Urogallo, catalogado como Especie en Peligro de Extinción, y sobre el que se trabaja para su recuperación y estabilidad poblacional en el Centro de Cría y Reserva Genética de la especie, localizado en Sobrescobio. También existe una gran diversidad de aves forestales de interés como el pico mediano, el pito negro, o el búho real. En los embalses de Tanes y Rioseco y otros ecosistemas acuáticos del parque, se pueden encontrar la garza real, el cormorán grande, la focha, el zampullín común y el ánade real. Casi nada.
El bosque infinito
El dato en frío dice que el 45% del territorio de Redes es superficie arbolada, lo que sobre el terreno viene a significar sumergirse en bosques infinitos de haya y roble albar. Salteados por todo el territorio surgen fresnos, tejos, abedules o acebos. Bosques maduros, densos y escasamente fragmentados que sólo van desapareciendo a medida que nos aproximamos a la alta montaña, donde se sustituyen por enebros, brezos y arándanos, tan preciados por la fauna local. Y si uno se fija muy bien, y tiene la mirada fina, encontraremos algunas flores fantásticas como la estrella de agua o la genciana, solo un par de ejemplos de las varias especies presentes incluidas en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de la Flora del Principado de Asturias.
Calzarse las botas e internarse en estos bosques, es volver a la infancia, a la magia y al asombro. Los juegos de luces sobre las hayas mientras se recorre la senda del Alba, que parte de Soto de Agues, acompañando al río por su viejo desfiladero; o el camino a la cascada de Tabayón del Mongayu, que es como apartar una cortina del bosque y encontrarse no solo con una de las joyas naturales del parque, sino con algo antiguo y esencial. Es sumergirse en un entorno primigenio, donde la naturaleza todavía conserva su ritmo.

Un patrimonio de cultura y paisaje
Más allá de sus bosques interminables, Redes es también un territorio habitado por la memoria. Aquí y allá brotan pueblos que se aferran a las laderas: Sobrescobio, Campo de Caso, Caleao o Bezanes mantienen su olor a madera vieja, a piedra y al humo de las chimeneas. Sus balcones de castaño, sus hórreos y paneras no son un decorado, son el auténtico testimonio de una forma de habitar la montaña.
Y sus vecinos son custodios del recuerdo. En un pequeño taller tal vez encontremos a alguien tallando unas madreñas, o quizá un artesano elaborando queso casín, uno de los más antiguos y fascinantes de Asturias, trabajando con paciencia mientras echa un vistazo a las vacas casinas de su prado. Buscando más sabores encontraremos la miel dorada que huele a brezo, o los licores caseros para las noches frías (que no son pocas), reputadas carnes de vacuno acompañadas de pan cocido en horno de leña. No es que Redes se esfuerce en conservar su patrimonio: es que lo vive cada día. La tradición se practica.

Para no perderse en Redes…
… o para perderse descubriendo los concejos de Sobrescobio y Caso que forman este parque natural, no te olvides de:
- Visitar el Centro de Recepción e Interpretación del parque ubicado en Campo de Caso, donde podrás informarte de los principales valores ecológicos de este territorio y organizar tu visita por el parque.
- Visitar en la localidad de Rioseco La Casa del Agua, para conocer la importancia del agua en nuestro planeta, así como el funcionamiento del sistema de embalses Tanes-Rioseco y su abastecimiento a la población asturiana.
- Visitar el Monumento Natural de La Cueva de Deboyu en Campo de Caso (ejemplo del modelaje Kárstico) y sentir el murmullo del Nalón al atravesarla .
- Dar un paseo por la senda hasta Veneros y visitar su conjunto etnográfico, en el que destaca su hórreo con grabados del S. XVI, las paredes de cebatu y los típicos trúebanos. - Conocer el Museo de la Madera (Veneros), el Taller de la Madreña (Pendones) y el Museo de la Apicultura (Tanes).
- Recorrer los pueblos de Sobrescobio y Caso en busca de antiguos lavaderos, molinos, hórreos y paneras y otras muestras de la arquitectura tradicional.
- Probar el peculiar Queso Casín, con denominación de origen y conocer los secretos de su elaboración en alguna de las queserías del parque.
- Visitar el nacimiento del río Nalón en la Fuente la Nalona en el puerto de Tarna.
- Visitar los Observatorios de Aves en el entorno del embalse de Rioseco para descubrir la diversidad de avifauna de la zona.

En el Parque Natural de Redes los perros deben de ir bajo el control efectivo de su dueño, sujetos con correa, excepto perros guardianes de rebaños, perros de caza en cacerías y perros guía.
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