En la plenitud del cambio de estación, coqueteando con la línea que dibuja sobre los mapas el Círculo Polar Ártico, el área de Kuusamo, frontera de coníferas y corrientes caprichosas con Rusia, acoge al viajero con la tibieza de los parajes naturales prístinos, donde el ser humano ha logrado adaptarse a sus indómitas rutinas, y no al contrario.
Nuestra inquietud en esta tierra agreste y entrañable es recorrer el gran trail de Karhunkierros, ochenta kilómetros de ruta entre bosques y lagunas de la Laponia, un pulcro lienzo donde la ruska (el otoño finlandés) pinta con sus colores secos los caminos, los reflejos de los ríos tranquilos, y el sentir fundamental de quienes se acercan a recorrer este paraje, reino del oso esquivo y el lobo escondido. Y sin embargo, pasando por encima de la monumental belleza forestal, lo que primero embriaga y calienta la sangre es la flemática forma de vida de sus gentes, aislados en los bosques, llanas comunidades dispuestas a bregar con las carencias de una civilización distante, firmemente recompensadas por las bondades del devenir salvaje.
La región de Kuusamo, ubicada al este de Finlandia, tiene una densidad de tres habitantes por kilómetro cuadrado, lo que da una medida de su silenciosa vitalidad. Y allí, ocultas por la inevitable tranquilidad de la taiga, pasan sus días gentes como las hermanas Vira y Sirpa Kämäräinen, quienes regentan con abierta simpatía la casa de huéspedes Isokenkäisten klubi, unas cabañas levantadas por su padre en los años noventa, respetando los materiales y colores del bosque.
Junto a un lago de aguas inmóviles, las habitaciones, restaurante y hasta sauna de este peculiar complejo, suponen una parada privilegiada antes de la primera de las experiencias, el bear watching, que ofrece este conjunto de aguas puras y follajes cambiantes. Una posada cariñosa donde degustar un menú “wild food", etiqueta que representa la tradición de alimentarse de forma respetuosa y natural, con recetas que heredan las generaciones. Exclamar “kippis" (el brindis local) mientras levantas una cocktail de vodka y lingonberrys (una de las muchas bayas que crecen bulliciosas), abriendo el apetito para un buen plato de alce con setas del bosque, es la mejor manera de conectar con los sabores y tradiciones del territorio, donde esta familia lleva aportando aromas desde 1.600. “Pasamos días tranquilos, y aunque los inviernos son realmente duros, estamos absolutamente seguras de nuestra forma de vida, entre lluvias, auroras boreales y los alegres invitados que nos llegan", explica Vira, mientras nos cuenta como se hace el pan de patata típico (rieska).
El Isokenkäisten klubi persiste sereno a tres kilómetros de la frontera rusa, que se distingue por un camino de arena que establece el límite de ambas naciones. Un cartel que reza “No man´s land" advierte de la circunstancia, aunque quizá se hayan dejado en el tintero el hecho de que no son las políticas humanas las que convierten sus sendas en algo ajeno a nuestro manejo. A apenas una decena de kilómetros de allí es posible esconderse en un “hide", hoy modernizados y confortables (buen síntoma de una explotación turística responsable) para contemplar al animal más solemne de las cadenas alimenticias: el oso pardo. La agencia Karhu-Kuusamo es la encargada de mantener en condiciones las dos instalaciones desde las que aguardar la llegada de ejemplares, cámara en mano, mientras Pekka Veteläinen, guía y guarda forestal del Oulanka National Park, pone gesto adusto para enumerar las diferencias entre los sistemas de conservación del oso de finlandeses y rusos.
La población de osos en Finlandia asciende hasta los 1.800, siendo permitida su caza sostenible hasta en 75 animales al año, de los que se aprovechan todos sus recursos (el paté merece la pena ser probado). Pero compartiendo lindes con los rusos, que no tienen ninguna limitación, es entendible como los osos extreman precauciones con el ser humano, por lo que su presencia es esquiva para los caminantes del Parque Nacional, por donde se estira ese Karhunkierros que venimos buscando (y cuyo nombre se traduce como Círculo del Oso). Por este motivo, cargar el saco de dormir y el teleobjetivo para acomodarse en una de sus cabañas durante toda una jornada es prácticamente la única opción de admirar la vida animal, de forma cortés (y relativamente segura). Recuerden que entre octubre y abril, época de hibernación y cría –suelen nacer en enero–, será inviable la observación de osos en esta zona, donde habitan entre 40 y 50 ejemplares.
Cuando la tarde se pone perezosa, y los firmamentos de la noche prometen alguna aurora boreal, la jerarquía animal resuena en la espesura. Primero llegan las gaviotas, familias enteras perdidas por los canales que se internan desde un mar lejano, las que avisan de la llegada de los grandes mamíferos. Las águilas doradas aguardan pacientes su turno, altivas en lo alto de las copas. Y solo cuando los osos han quedado saciados, baten las alas en busca de oportunidades. Si uno tiene mucha suerte, una osa y sus crías se aproximarán, hocico en alto y orejas alerta. Aunque podría resultar más sencillo ver a las hembras, ya que se mueven tan solo en un radio de entre cuatro y seis kilómetros, generalmente se muestran mucho más tímidas, de carácter protector con sus crías, que en un descuido podrían ser atacadas por grandes machos que ven en ellas la competencia del futuro. Así que cuando una madre carga entre los troncos contra un adulto que pesa un per de decenas de kilos más, uno se acuerda de las categorías del boxeo con cierta suspicacia. Ningún peso pesado podría contener la furia de una madre, cuyas crías han aprendido hace tiempo a trepar a los árboles cuando la presencia de un macho solitario se hace patente.
En las dos ocasiones en que pudimos pernoctar en uno de estos refugios, se aproximaron a los ventanales más de una docena de osos. La tremenda sensación de verlos a apenas unos metros, separados por un cristal (alguno con una sospechosa grieta), se suaviza cuando desaparece la luz, dejas la cámara aparcada y preparas tu almuerzo. Una cena compartida con criaturas extraordinarias, de instintos primarios y benévolos, que buscan entre el fango y la hierba su propio tentempié. Y los ves, bajo la turbadora iluminación de las luces del norte. Y los oyes, chapotear y bramar. Y tu silencio dice tantas cosas…
Oulanka, siguiendo la huella
Más de doscientos kilómetros cuadrados de microclimas, anestesiados por el arrullo de sus ríos, cubre el Parque Nacional de Oulanka, el más popular de los entornos de Finlandia. Este rincón virginal y benigno de Laponia, fue establecido en 1956, y se une al Paanajärvi National Park de Rusia. Sus primeros habitantes fueron los Sami, una cultura todavía viva y posible de experimentar. Desde 2002 forma parte de la World Wide Fund for Nature´s PAN Parks, y contiene diversos trails asequibles de entre ocho y diecisiete kilómetros, una corte amable para el reinado del Karhunkieros (80 km).
Un ecosistema de bosque boreal, en el que resuenan los rápidos de los ríos Oulanka y Kitka entre la marea de pinos silvestres y marismas, que contiene más de 500 especies vegetales diferentes, más de un centenar de aves y, por supuesto, los inasequibles oso, lince y alce, siempre fieles a jugar al escondite con los caminantes.
El Karhunkierros tiene dos puntos de partida desde donde discurren sus más de 15.000 visitantes al año: desde Hautajärvi o Ristikallio, sin importar la variante que escojas, ya que están perfectamente señalizados con marcas naranjas en rocas y troncos, además de encontrar un cartel de información cada kilómetro.
A lo largo de todo el recorrido se levantan cabañas y vivacs de madera, de uso libre y gratuito, acondicionados sin tregua por los guardas del parque, que dejan leña dispuesta para la tan codiciada tradición de hacerte unas salchichas al fuego. El agua de los ríos, aunque de color incierto por el limo que arrastra, es potable sin necesidad de ser hervida. También está permitido recolectar bayas y setas, pero con estas últimas deberemos tener las precauciones habituales ante las especies peligrosas.
De dificultad media para cualquiera acostumbrado al trekking, este es sin duda uno de los recorridos más cómodos y agradecidos que hemos encontrado caminando por el mundo. Cada pocos kilómetros se encuentran los refugios señalizados, donde compartir la hoguera o el techo con otros devotos de lo agreste, generalmente nativos con sonrisas y voces sosegadas. Recorrer el cañón de Oulanka, marearse ante los rápidos del Kutaköngäs al pasar sobre los puentes colgantes, o montar la tienda bajo el abrumador estruendo del salto de agua de Jyrävä, son algunos de las claves para regresar al hogar con la certeza de haber hormigueado por uno de esos ambientes indomables del Norte. De esos que le hacen a uno utilizar palabras como feroz, carismático o trascendente.
El Karhunkierros se creó como una ruta para cazar osos en invierno, mientras se acurrucaban en sus escondrijos, así que aleccionados por el paso de las eras las grandes bestias no hacen acto de presencia. Eso sí, prepárense para liquidar litros de antimosquitos si nuestra intención es patear en verano, pues la conocida como “Finnish Air Force" causa estragos hasta tal punto que las manadas de renos se arremolinan para protegerse de su ataque, ocasión bien aprovechada por sus pastores, que aprovechan para marcarlos y reconocerlos.
Como esta ruta se basa en la capacidad de autosuficiencia del viajero, una buena opción antes de empezar la marcha es detenerse en la villa de Ruka, una estación de esquí que hierve en invierno y se adormece el resto del año, donde es sencillo aprovisionarse y conseguir toda la información necesaria para esclarecer las incógnitas de la ruta. Auténticos al remo
Auténticos al remo
El río Oulanka, que serpentea soberbio por el Parque, es navegable en casi toda su extensión excepto en los dos puntos de rápidos innegociables. Una buena ocasión de ponerse a remar y dejar las botas descansando. Es posible hacerlo por cuenta propia o dirigirse a alguna de las agencias de guías, como Erä-Susi, fundada por Jukka “Susi" Nordman, un antiguo ingeniero de Moto GP, que abandonó su vida de aventajada para dejarse crecer la barba, criar huskys y guiar a los visitantes por estas geografías insurrectas. Un tipo auténtico, con su camisa de cuadros y su taza de madera, capaz de diferenciar a los “siberian jay" en la distancia, una especie de pájaro sin miedo a los humanos, y que sólo puede ser encontrada en los bosques boreales.
Veinte años de experiencia atestiguan el buen hacer de “Susi" (lobo, en finés), quien tras explicar las normas básicas de navegación en canoa te lanza a recorrer este río, cuyo curso no ha cambiado desde la última glaciación, que permite o tranquilas jornadas de reflexión o largos viajes como el que lleva hasta el White Sea de Rusia, la puerta de entrada al Mar de Barents.
Cada una de estas actividades guiadas cuenta con una parada obligatoria, tradición a venerar y prolongar, en una de las áreas de recreo que orlan todo el trayecto. Cafeteras al fuego, carne en un palo y a reponerse (que siempre se agradece aunque se tengan las pilas cargadas).
La posibilidad de recorrer el Karhunkierros a pie o en canoa ofrece una versatilidad atractiva para planificar las jornadas, pero debemos tener en cuenta que alguien nos puede tentar con subirnos a un trineo de perros o emprender una expedición con renos en busca de auroras boreales, por lo que dejar espacio para la improvisación es honradamente respetable.
Del esparcimiento
Como la aventura no lo es todo en esta vida (¿o era al contrario?), deberíamos reservar algo de tiempo para inmiscuirnos en dos de las tradiciones más ancestrales de Finlandia: el pastoreo de renos y la sauna. Y sí, es tan grato como suena.
Para redescubrir la relación del ser humano con el hombre, vamos a dirigirnos a la granja de “Palosaaren poro-ja kalastustila", en la que en ningún momento te obligan a memorizar el nombre completo. Dirigida por Satu Palosaaren, una jovial finlandesa capaz de hacer reconocible el cliché del montañes finlandés: botas de piel de reno, tez curtida, cuchillo al cinto y una hospitalidad de abuela. Se puede empezar la visita desayunando (al fuego, claro) en un kammi, tradicional vivienda sami, donde dejarse llevar por su inglés rudo mientras te cuenta como su familia lleva medio siglo en el negocio, justo cuando dejaron atrás la usanza de entrenar renos de carreras. “El fuego es la televisión lapona", aclara. “Siempre ponen buenos programas y si te cansa, echas más leñas y cambias de canal". Sus palabras explican de forma pintoresca como se siente uno compartiendo los pasteles de su madre mientras te hipnotizas con las llamas.
En esta región donde hay tantos renos como personas, todos trabajan juntos en el pastoreo, ya que además de que los renos viven en libertad (lo que explica el estado de muchos de los jardines), la vida en comunidad facilita la batalla perenne contra los elementos. Hoy en día, el mayor peligro para los renos, además de osos, lobos y águilas, es el tráfico, así que tanto para los animales como para los visitantes de la región, conviene conducir con precaución… A tener en cuenta también que en septiembre, época de apareamiento, los renos se vuelven más agresivos, por lo que a pesar de su obsequiosa presencia no siempre es buena idea acercarse sin cautela.
Es sugestivo pensar como esta forma de vida persiste en ciertos lugares de la Tierra, donde la simbiosis entre el hombre y el animal se engrana suavemente. Mientras el ser humano aprovecha todas y cada una de las partes del animal, éste se provee de cuidados y atenciones que permiten su conservación y la cadencia sostenible de su linaje. Protección frente a explotación, medida con sabiduría alquímica.
Con la misión cumplida de reconocer este vasto territorio finlandés, podemos relajarnos en cualquier de las saunas que encontraremos en el camino, aunque mencionamos con vehemencia la posibilidad de realizar un “sauna tour" que nos lleve a practicar yoga a 50 grados en la Lisakki´s Lakeside Suna, echarle agua a las piedras candentes para despertar al “espíritu de la sauna" (que no es otra cosa que el vapor) o azotarnos con delicadeza con ramas de enebro para desentumecer los músculos. Dejarse guiar por los diferentes tipos de sauna de la mano de quienes la inventaron, antes de lanzarnos a un baño en los gélidos lagos al atardecer, suena muy convincente ¿no es cierto?
Ponemos así el lazo rojo a este regalo de lo natural en las altas latitudes europeas, donde el ser humano sólo persiste en el ecosistema adaptándose a él y no facilitando nuestra inmersión en un ambiente cargado de belleza, inspiración y conexión con nuestra veta primigenia. No es tierra de hombres.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar:
Finnair oferta vuelos de Madrid a Helsinki, y desde allí al pequeño aeropuerto de Kuusamo.
www.finnair.com
Para comer y alojarse:
Isokenkäisten Kubli
Heikinjärventie 3 / Kuusamo
358 40 706 6839
info@ikk.fi
www.ikk.fi
Ruka Village
Habitaciones y apartamentos en la estación de Ruka.
Rukankyläntie 5
358 30 68 600
customer.service@holidayclub.fi
www.holidayclubresorts.com
Guía de canoa o expediciones en trineo de perros:
Erä-Susi
Rukajärventie 30/ Kuusamo
358 40 7080 238
husky@erasusi.com
www.erasusi.com
Granja de renos:
Palosaaren poro-ja kalastustila
Maskusvaarantie 66 / Kuusamo
358 40 589 1695
posti@palosaarenporotila.fi
www.palosaarenporotila.fi
Sauna Tour:
Eveliina Korhonen
358 400 196 072
eveliina@rukansalonki.fi
www.rukansalonki.fi
Lisakki's Lakeside Sauna
Ruka Safaris
358 08 852 1610
sales@rukasafaris.fi
www.rukasafaris.fi
Alquiler de tiendas de campaña:
www.outdoorpassion.fi
Más info:
www.visitfinland.com
www.ruka.fi
www.nationalparks.fi