La Vuelta a Mundo en Bicicleta

La Vuelta al Mundo en Bicicleta

Juanjo Alonso FOTO PORTADA: La Vuelta a Mundo en Bicicleta

Recuerdos de un viaje interminable

Cicloturismo es riesgo

Uno de los accidentes más graves y espectaculares que sufrí durante la vuelta al mundo en bicicleta fue en el norte de la India, cerca de Agra, cuando fui arrollado por un autobús de pasajeros que ni siquiera paró un momento para ver los daños que había ocasionado. Los destrozos en el equipaje y la bici no fueron graves y reparé las averías en poco tiempo. Un brazo sufrió una fractura, tuve lesiones en una pierna y tardé bastantes días en estar listo para seguir el viaje, mientras tanto conocí el sistema sanitario de la India y aprendí a recolectar azúcar de caña en la aldea donde pasé los días de recuperación.

Cicloturismo es riesgo

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FOTO: Cicloturismo es riesgo
Cicloturismo es riesgo

Cicloturismo es confianza y decisión

Las montañas y los viajes, caminando o en bicicleta, no cambian la vida de nadie, son las formas y los estilos de las actividades que llevamos a cabo las que pueden mejorar o transformar la aptitud y la personalidad de la gente. Una persona puede viajar hasta el fin del mundo en busca de respuestas, o hasta las cumbres más altas del Himalaya, y no encontrar nada porque las soluciones están en las decisiones que tome uno mismo en cada momento. En los grandes viajes en bicicleta, igual que en las expediciones montañeras, surgen situaciones imprevisibles de alto contenido emocional que pueden llevar a tomar las decisiones que marcarán los cambios decisivos en el transcurso de la aventura. El cicloturismo es un estilo de vida viajera donde hay mucho tiempo de reflexión personal, con infinidad de cruces de ideas y pensamientos, y la determinación en las decisiones tiene un protagonismo especial porque siempre sirve para aumentar la confianza en uno mismo y la autoestima.

Cicloturismo es confianza y decisión

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Cicloturismo es confianza y decisión

Cicloturismo es miedo

En el norte de Tailandia, cerca de la frontera con Laos, sufrí un robo a mano armada en pleno día, a las tres de la tarde. Una furgoneta paró bruscamente en la cuneta cerrándome el paso. Primero pensé que sería un simpático tailandés de las montañas que paraba para saludar o entablar algún tipo de relación pero enseguida comprobé que era un atraco. Dos tipos salieron de la cabina armados con escopetas y comenzaron a gritar en su idioma mientras me golpeaban el pecho con la punta del rifle. Sentí tanto miedo pensando que podían disparar que las piernas empezaron a temblar y casi perdí el equilibrio, no terminé en el suelo porque estaba sujeto al manillar de la bici. Los dos ladrones se llevaron la bicicleta en la camioneta, el pasaporte, el dinero, el equipaje y todo lo que llevaba encima, menos la vida.

Cicloturismo es sufrimiento

En la travesía de las selvas amazónicas de Brasil y Bolivia usaba el fango pringoso de los pantanos que siempre rodeaban los caminos para formar una capa aislante y evitar las picaduras de los insectos, intentando pasar desapercibido y camuflado en un reino natural al que no pertenecía. Pensaba que el barro aislaría el olor corporal y en parte también evitaría que los depredadores localizasen el campamento cuando descansaba o dormía. Y a pesar de todo, sufrí un brote fuerte de malaria agravado con problemas hepáticos por los picotazos de los bichos y beber agua en mal estado.

Cicloturismo es sufrimiento

Cicloturismo es sufrimiento
FOTO: Cicloturismo es sufrimiento
Cicloturismo es sufrimiento

Cicloturismo es desesperación

En una ocasión perdí el buen rumbo en el desierto argelino del Sahara cuando una descomunal tormenta de arena cubrió las balizas que marcaban el camino cada dos kilómetros. Estaba desesperado, después del vendaval diabólico no encontraba las huellas de la pista y estuve tres días sin agua ni comida, hasta que aparecieron de nuevo las rodadas y recuperé la dirección correcta. No tenía fuerzas para seguir y me tumbé al lado del poste de cemento prácticamente rendido. Al cabo de unas horas aparecieron por la ruta unos viajeros que estaban recorriendo el desierto en todo terreno, me dieron agua y comida y pude seguir adelante.

Cicloturismo es emoción

En las cuestas interminables de las grandes cordillera del planeta, donde los caminos son culebras infinitas de asfalto o piedras pulverizadas que parecen llegar hasta el fin del mundo, recuerdo una emocionante ascensión ciclomontañera en un valle del Alto Atlas marroquí, escuchando por primera vez los armoniosos gritos de las mujeres bereberes durante toda la subida en uno de aquellos monstruosos puertos de montaña a tres mil metros de altitud. El sonido agudo de sus gargantas estremecía los descomunales relieves de unas cumbres pintadas de mil colores, retumbaban como los cánticos sagrados de los fieles dentro de un templo, empapando todos los rincones del alma humana con el supremo poder de los dioses. Antes de iniciar la bajada por el lado contrario de la montaña miré aquel valle por última vez y con el brazo en alto grité al aire con todas mis fuerzas, dando las gracias a todas aquellas mujeres del Atlas por llevarme hasta las puertas del cielo.

Cicloturismo es emoción

Cicloturismo es emoción
FOTO: Cicloturismo es emoción
Cicloturismo es emoción

Cicloturismo es pánico

Un atardecer en el desierto australiano monté la tienda sobre una madriguera de escorpiones sin darme cuenta. En todas las áreas de servicio de la Stuart Highway había carteles con fotos de las especies más peligrosas de serpientes, arañas, escorpiones y el resto de la fauna salvaje del desierto con atributos letales. Los bichejos invadieron el pequeño refugio de plástico donde tenía previsto dormir, entraron en las bolsas del equipaje y hasta se pasearon por los troncos de la hoguera. Los primeros minutos fueron de pánico, sentía que tenía enganchados escorpiones en cada poro de la piel. Pasaron un par de horas hasta asegurarme que había eliminado del campamento a todos los animales, algunos murieron pero no estaba seguro y cambié la tienda de lugar. A pesar de todo pasé una de las noches más largas, angustiosas y estremecedoras de la travesía cicloturista por la gran isla continente.

Cicloturismo es riesgo

Uno de los accidentes más graves y espectaculares que sufrí durante la vuelta al mundo en bicicleta fue en el norte de la India, cerca de Agra, cuando fui arrollado por un autobús de pasajeros que ni siquiera paró un momento para ver los daños que había ocasionado. Los destrozos en el equipaje y la bici no fueron graves y reparé las averías en poco tiempo. Un brazo sufrió una fractura, tuve lesiones en una pierna y tardé bastantes días en estar listo para seguir el viaje, mientras tanto conocí el sistema sanitario de la India y aprendí a recolectar azúcar de caña en la aldea donde pasé los días de recuperación.

Cicloturismo es vida salvaje

Uno de los mejores amaneceres que recuerdo durmiendo con la bicicleta al lado fue cerca del pico Cabañas, en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas, durante el primer viaje cicloturista de mi vida. Era primavera y el bosque estaba completamente escarchado, la helada había cristalizado el paisaje con un blanco resplandeciente. Al mirar alrededor descubrí a unos metros del saco la cornamenta de un enorme ciervo olfateando la hierba congelada, soltando por la nariz dos bombazos de vapor blanquecino que usaba para derretir los cristales de hielo. Hasta que el animal se asustó por mi presencia y desapareció en el bosque pensaba que estaba soñando, nunca había sentido tan cerca la vida salvaje en plena naturaleza

Cicloturismo es vida salvaje

 Cicloturismo es vida salvaje
FOTO: Cicloturismo es vida salvaje
Cicloturismo es vida salvaje

Cicloturismo es conocimiento interior

Un buen recuerdo es la noche que pasé con mi hermano Miguel y Lucas, un amigo de toda la vida, en el pórtico de la iglesia del Monasterio de Irache, en el Camino de Santiago Francés. Ese día las cosas no salieron muy bien. El tiempo fue horrible, todo el día lloviendo, y para pasar la noche elegimos el empedrado frío y desamparado del portal de una iglesia. La cena fue simplemente una “sopa" con el vino de la Fuente del Vino de las bodegas de Irache. La frugalidad de la comida, el frío del ambiente, los cuerpos agotados de combatir durante diez horas la intemperie y la dificultad para encontrar un hueco medio cómodo para extender el saco entre las bolas de pedernal del suelo, combinaron las condiciones esenciales de una noche cicloturista inolvidable. Uno de los tres ciclo peregrinos descubrió el cicloturismo en aquel viaje jacobeo y era su primer vivac al aire libre. La noche fue larga, una de esas noches que el cuerpo es un estorbo y en el cerebro no dejan de dar vueltas mil ideas y sensaciones, deseando estar en cualquier otro sitio menos en ese, hasta que finalmente descubrimos que el cuerpo es un simple cascarón débil y friolero y la mente domina la situación porque es el auténtico motor para llegar al final de todos los caminos.

Cicloturismo es diversión

Había cruzado los Andes por el Paso Piuquenes en seis días, desde la ciudad de Tunuyán, en Argentina, hasta las Termas del Plomo, en el lado chileno, unas veces pedaleando por fantásticas pistas de montaña a tres mil metros de altitud, otras caminando por las sendas de los arrieros y hasta una vez tuve que poner la bici y el equipaje en lomos de mulas para vadear el peligroso río Tunuyán. Fueron seis días con todo tipo de peripecias y aventuras en un escenario andino fascinante, incluso estuve a punto de perder la vida en el primer intento de vadear el río Tunuyán a pie con la bici a cuestas. En las Termas del Plomo era feliz. En los tres mil metros negativos que tenía hasta la ciudad de Santiago no esperaba complicaciones y la carretera era un descenso interminable. Tarde dos días en llegar a Santiago y durante la bajada cantaba, saludaba a la gente, gritaba y deseaba que no terminase nunca aquel momento de total satisfacción. No creo que ninguna droga proporcione de forma artificial una sensación de felicidad tan completa y divertida como sentía en aquel momento.

Cicloturismo es diversión

Cicloturismo es diversión
FOTO: Cicloturismo es diversión
Cicloturismo es diversión

Cicloturismo es libertad

Es posible que para llegar a vivir momentos y experiencias en los que la adrenalina sale por las orejas o descubrir la pureza de un auténtico instante de pasión, no es totalmente necesario se deportista, montañero o aventurero. Hay que ser libre, cuando el destino depende exclusivamente de nuestras propias decisiones. Es fundamental tener capacidad plena de arriesgarlo todo. Y mientras viajamos en bici estamos tan atentos al ambiente de alrededor que la excitación es máxima porque en cada instante comienza el resto de la vida.

Cicloturismo es rebeldía

Una persona que decide cambiar la forma de alimentarse y se convierte en vegetariano radical, un ejecutivo que quema todos los trajes y decide vivir en las montañas de Cachemira para buscar el Nirvana o instalarse en un pueblecito medio abandonado de los Pirineos, un camarero que decide montar su propio restaurante. La clave de la rebeldía es decir “no" al muro que nos impide hacer lo que realmente queremos hacer, en cualquier sitio y en cualquier momento, arriesgar todo lo que se pueda y comenzar a indagar las sensaciones y los paisajes emocionales del nuevo camino, hasta las últimas consecuencias, hasta el borde del límite. Comenzar un viaje cicloturista es empezar a ver el mundo desde el lado de nuestro destino.

Cicloturismo es disfrutar plenamente de la vida

Los seres humanos tenemos tendencia al suicidio emocional y constantemente necesitamos renovar experiencias. Para asegurar que vivir merece la pena, de vez en cuando hay que realizar un gran sueño. Los buenos aventureros, igual que los ciclo viajeros y los montañeros, no son los que arriesgan hasta el límite y caen. Para disfrutar plenamente de la vida hay que asomarse, disfrutar el delirio de la locura por sobrevivir y seguir el rumbo sin preocuparse demasiado del futuro, porque seguro que llegarán más situaciones imprevisibles y emocionantes para seguir siendo los súperhéroes de nuestro destino.

Cicloturismo es disfrutar plenamente de la vida

Cicloturismo es disfrutar plenamente de la vida
FOTO: Cicloturismo es disfrutar plenamente de la vida
Cicloturismo es disfrutar plenamente de la vida