Cómo planificar tus vacaciones en montaña

Una guía para acertar y no morir en el intento.

Tino Nuñez

Cómo planificar tus vacaciones en montaña
Cómo planificar tus vacaciones en montaña

Un gran cineasta comentó una vez que tres eran las grandes preguntas del ser humano “¿De dónde vengo, hacia dónde voy y qué hay para comer?" y… ¡quizá sean también aplicable en parte a nuestras vacaciones!

La gran pregunta ¿dónde?

Hay casi tantos tipos de senderistas, excursionistas, montañeros y escaladores como de turistas. Actualmente 800 millones de personas hacen turismo anualmente en el planeta y un porcentaje nada desdeñable visita las montañas, ya sea como parte de un ocio recreativo, cultural o deportivo. Hay mucha gente que prefiere repetir destinos que ya conocen y no pocas personas cuyo objetivo principal es sorprenderse cada verano un enclave nuevo. Entre medias están quienes concilian descubrir con elegir un sitio que no decepcione, consultando a conocidos o amigos que ya han estado allí, pero que posiblemente ahora no les acompañen porque prefieran variar de objetivo.

Que un destino nos resulte más o menos atractivo depende en gran medida de qué hemos escuchado, leído o visto sobre él, y si responde a nuestras expectativas: personales (por ejemplo un buen lugar para descansar junto a lagos de alta montaña y sin apenas visitantes), deportivas y relacionadas con una montaña importante (por ejemplo un cuatro mil en Europa o un cinco mil en Sudamérica) o una gran excursión de varios días (por ejemplo el trekking de los Annapurnas).

Mi consejo principal es que elijas destinos con valores múltiples y diferentes a los que disfrutas el resto del año: montañas de geología distinta, paisajes cambiantes y variados. Por supuesto deben incluir objetivos sensatos: nada de querer subir al Cervino o al Mont Blanc sin guía cuando sólo has pateado unos pocos dos miles el resto del año ni pretender escalar una vía de 1.000 metros si tu experiencia se limita a 100 ó 200 metros de pared cerca de tu domicilio. La meteorología, al menos para mí, es determinante: si elegimos un destino maravilloso, pero en el que llueve 300 días al año -como las Islas Lofoten en Noruega o las montañas de la Isla Reunión- tenemos muchas probabilidades de fracasar. Échale un vistazo a los datos de precipitación anuales disponibles en internet y elige el mejor mes.

Hay muchos destinos de categoría internacional que puedes localizar simplemente visitando las pocas y buenas librerías de montaña o viajes que hay en las grandes ciudades españolas. Dedícalas al menos un par de tardes y así de paso te haces con unos buenos mapas, por si no los vendieran en el destino al que vas. No está de más si no conoces el idioma de tu destino, comprar también una pequeña guía de conversación ¡te divertirás practicando y lograrán entenderte mejor!

La gran duda ¿con quién?

Si solemos irnos únicamente con nuestra pareja, ésta pregunta sobra y ya conocemos qué ventajas tiene y cuáles no el compartir siempre con la misma persona nuestras vacaciones más importantes. Con nuestros/as mejores amigos/as, tres cuartos de lo mismo, si es que realmente ya hemos realizado con ellos salidas de más de 2 o 3 días, ¡hay gente que se desanima con facilidad cuando lleva fuera de casa más de una semana o se vuelve insoportable, no lo olvides! El respeto, la empatía y el buen humor son tres cualidades exigibles a nuestros compañeros/as ¡si es que nosotros mismos somos capaces de ofrecerlo, claro!

Nunca me voy de vacaciones de verano con gente a la que conozco sólo de actividades de un día o únicamente a través de las redes sociales. Si realmente creo que me sentiría a gusto con mis nuevas amistades, hago antes del verano salidas de más de tres o cuatro días para ver qué tal congeniamos. Así leído parece todo demasiado obvio y de Perogrullo, pero la mayoría conocemos vacaciones a enclaves maravillosos arruinadas por no cuidar la compañía. Atención a los “añadidos" de última hora: alguien a quien casi no conocemos y se apunta in extremis, sin colaborar en la planificación o en la logística.

Los grupos grandes, tan habituales actualmente por la socialización extrema de nuestro ocio, no son lo más adecuado si pretendes objetivos muy concretos, como subir una montaña complicada, completar un largo trekking o moverte rápidamente desde donde estás para buscar mejor tiempo.

Cómo planificar tus vacaciones en montaña

La dura realidad: nuestro presupuesto

Desde los años 90 no son pocos los ciudadanos que piensan que es mejor viajar un destino lejano y exótico durante una semana que un destino nacional de un mes. Sin embargo los psicólogos llevan casi tres décadas advirtiendo de que la cabeza necesita al menos dos semanas para iniciar una desconexión real de la rutina; a menudo el estrés de los grandes viajes con poco tiempo sirve para poco más que presumir en Instagram. Y sí: a la mayoría nos hará más felices conocer durante un mes las montañas más bonitas del Pirineo que gastarnos el mismo dinero en estar sólo una semana practicando el senderismo en Australia. Repasa tus mejores recuerdos vacacionales en montaña y posiblemente no verás en ellos viajes caros, sino la compañía adecuada, momentos de descubrimiento o incertidumbre y la felicidad de sentirte libre improvisando.

Quienes vivimos en una gran capital como Madrid perfectamente podemos “montarnos" unas vacaciones de bajo coste en macizos modestos como Gredos -por ejemplo en el Circo de Gredos y alrededores- o en los más salvajes Picos de Europa por no más de 300 ó 400 euros en un mes, a invertir en gasolina, pernoctas ocasionales en refugios, comida y algún capricho extra.

En viajes a destinos europeos es difícil bajar de 1.000 euros/persona al mes. Norteamérica y Asia posiblemente duplicará el gasto, salvo si somos muy espartanos/as. Conviene llevar siempre el dinero en dos formatos: tarjeta y metálico (incluidas algunas monedas) y asegurarse antes de salir de que todos los componentes del grupo han entendido que no pueden aparecer casi sin dinero metálico o sólo con una tarjeta… ¡que a veces es el viejo truco! Hay que conciliar la capacidad de gasto de cada participante y tener claro si contamos con dinero suficiente para el destino elegido (soñar es gratis pero una vez allí lo mismo sólo te queda dinero para comer unos pocos bocadillos…).

Medios de transporte

Es lógico que para la mayoría de los destinos nacionales, el principal medio de transporte sea un coche propio y que el gasto de la gasolina asumido entre 2 ó 3 personas no supere los 70-100 euros individuales. Alquilar un vehículo de primer precio y sin seguros extras rondará a menudo los 35-45 euros/día; puede constituir una baza interesante si nos desplazamos en avión o en tren hasta una ciudad importante y deseamos tener en zonas de montaña una movilidad superior a la que suele proporcionar el limitado transporte público. Muchas empresas exigen una fianza de 100 a 600 euros que suele asociarse a la tarjeta de crédito del conductor que firme el contrato de alquiler y con cuya cantidad no se podrá contar como disponible hasta la devolución del vehículo.

El tren se emplea últimamente sobre todo para llegar a aeropuertos desde lo que salen los vuelos más baratos.

En la actualidad el avión es el medio más utilizado para destinos alejados de nuestro domicilio más de 700-800 kilómetros; resulta extremadamente importante para nuestro bolsillo adquirir los billetes con la máxima antelación posible. Si compras los billetes 6 ó 7 meses antes, puede costarte la tercera o la cuarta parte respecto a uno adquirido un mes antes de la salida. Atención a los chollos: un viaje de 10 horas en los asientos super estrechos de 46 centímetros que ofrecen algunas compañías low cost (de ya merecida mala fama) puede ser una mala experiencia. Asegúrate de que el billete incluye equipaje en bodega, normalmente 20 kilogramos, y que si hay condiciones especiales las conoces: hay compañías cobrando 50 euros extra en el aeropuerto si no has facturado antes on line o impreso tu billete. Si llevas material metálico de escalada, navaja de montaña o bastones de trekking no los introduzcas en la mochila-maleta de cabina, pueden confiscártelo en los controles de seguridad.

La química nos ayuda

Casi nadie suele tomarse en serio la necesidad de llevar siempre en verano, a cualquier tipo de destino, pastillas potabilizadoras. Un grifo sucio de un refugio o un hostal, o un arroyo con poco caudal por estos últimos episodios de escasa precipitación pueden arruinarte tus mejores días y en verano la presencia de micro organismos patógenos se multiplica. Hay casos de aficionados a la montaña con problemas de salud durante 2 ó 3 años por haber bebido una sola vez de un agua dudosa. Compra pastillas envasadas individualmente para un litro y que sean eficaces ante bacterias, virus y protozoos. Ojo a los filtros y cañas de succión porque sólo eliminan las bacterias, ¡pregúntale al vendedor y lee atentamente las instrucciones!

Los medicamentos a transportar en un botiquín deben estar supervisados y recetados por un médico. De hecho, el anti inflamatorio más utilizado en España, el ibuprofeno, no puede adquirirse ya sin receta, por los abusos y contra indicaciones a menudo ignoradas por el paciente.

No salga sin protectores solares de buena calidad y factor mínimo 30, tanto para cara como para labios (si vas en avión asegúrate de que en el equipaje de mano el envase no supera los 100 mm y que todos juntos no superan 1 litro). Algunas cremas anti rozaduras o con cortisona -éstas sólo recomendables bajo prescripción médica- se fabrican en minitubos de 5 gramos y serán la salvación de cualquier piel irritada ¡no olvides que al caminar mucho con calor la ropa puede dañar muy dolorosamente la piel de ingles, muslos, cintura y cuello.

Dos errores a no cometer

Cuando elegimos un destino desconocido hay más posibilidades de cometer errores que si ya hemos estado antes y destacan especialmente:

  1. Disponer de muy pocos días para la actividad, bien porque los hemos invertido en el viaje o aproximación, bien porque con la globalización y el abaratamiento de los vuelos creemos que con una semana podemos disfrutar lo suficiente en cualquier rincón del globo. No elijas destinos con más de 4 ó 5 horas de vuelo si sólo tienes una semana. Hay destinos de montaña muy conocidos, como los Alpes, en los que la escasa disponibilidad de días libres ha obligado a no pocas personas a acometer una ascensión o ruta muy larga con tiempo peligroso, por no quedarles días suficientes para esperar una mejoría.

  2. No repasar en casa todos los puntos importantes: caducidad del pasaporte y de la tarjeta bancaria, peso de la vestimenta (mínimo 3 capas), material a transportar (desde el saco de dormir hasta una tienda de campaña en el caso de que no vivaqueemos ni durmamos en refugios), seguridad del país a visitar (ausencia de reyertas o baja tasa de criminalidad), cartografía de calidad en papel (tanto de carreteras como de montaña), comida, hornillo, manta de supervivencia, gorra gafas de sol con protección de categoría 3 ó 4, linterna frontal de 200 lúmenes o más y que el calzado que llevemos no esté demasiado castigado ni excesivamente nuevo. Pésalo todo por separado, suma las cantidades y elimina lo superfluo. Y no olvides llevar un buen seguro: el de la federación de montaña cubre sólo accidentes deportivos y algunos privados otras opciones adicionales (seguro de viajes multideportes).