Bikepacking por Euskadi

El País Vasco uniendo los Parques Nacionales a pedales

Texto y fotos: Ana Zamorano

Bikepacking por Euskadi
Bikepacking por Euskadi

El País Vasco es sinónimo de siderurgia y tecnología, cocina gourmet, surfistas, grandes alpinistas, amantes de la aventura y, por supuesto, ciclistas. Frente a estos rápidos cambios sufridos en los últimos años, la cultura vasca y muchas de sus peculiaridades se han mantenido firmes: incluida la lengua, el euskera, los deportes rurales como la pelota o el levantamiento de piedra, una rica gastronomía y muchas tradiciones únicas que difieren mucho del resto de España.

Como hay tanto que ofrecer desde el mar hasta las montañas, me gusta descubrir y mostrar mi jardín y vecindario a amigos de aquí y de allí, ciclistas y otros viajeros que recibo en casa. Eso me hace viajar de cierta manera y descubrir las cosas a mi alrededor con una perspectiva diferente. Por eso, después de la primera larga y dura cuarentena en España abrí un mapa y me prometí que era el momento perfecto y adecuado para empezar a descubrir nuevos caminos y rincones escondidos. Colgar las alforjas y salir a recorrer el territorio desde la misma puerta de casa sonaba increíble. Así fue como después de esa tarde frente a la pantalla haciendo ‘zoom in, zoom out’ en el mapa, me di cuenta de que tenía que calentar las piernas antes de empezar a pedalear. Es sabido entre los bikepackers y cicloviajeros que aquello que sueñas en la ruta, llegará más temprano que tarde pues el camino te lo dará. En ese momento necesitaba un poco de aire fresco y buenas vibraciones para motivarme después de todo lo que vivimos en esos meses previos a la fecha de inicio. No creo que fuera casualidad que mi buen amigo Brad, que se enamoró del País Vasco mientras visitaba a mi familia por primera vez hace un par de años, decidiera dejar su Inglaterra natal para mudarse allí justo antes de que el mundo se paralizara. Los dos teníamos muchas ganas de recorrer parajes de montaña y experimentar un montón de aventuras y desventuras, así que decidimos irnos a explorar juntos el norte de España desde Asturias hasta la puerta de los Pirineos. Como dice un proverbio vasco “Adiskide onekin, orduak labur” que significa “el tiempo vuela con buenos amigos”, esto de compartir caminos fue una gran decisión. La emoción y el entusiasmo por salir a ruta eran palpables, pero sabíamos que habíamos perdido la forma después de tanto tiempo encerrados, así que hicimos honor al ‘ciclismo sin prisa’ ganando día a día una mejor condición sobre ruedas. Era la primera vez que Brad salía de ruta en bicicleta con alforjas. Y, ¡esta pequeña cabra montesa lo disfrutó como si lo hubiera estado haciendo durante años!

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No podía pedir más que compartir caminos locales con buenos amigos. Cuando llegamos a casa -en el lado más occidental del País Vasco- Tristán y Belén, otros cicloviajeros de Holanda, estaban alojados en casa de mis padres mientras trabajaban, descansaban y nos esperaban para, por fin, después de tanto tiempo hablándonos de forma virtual, conocernos en persona. Aquí es donde encontramos la mejor excusa para agrandar el grupo y terminar creando una grupeta variada con mucho ‘flow’. En ese momento, me venían muchas preguntas a la cabeza. Veníamos de recorrer otras regiones de España y, todos sabemos lo diverso que es este país; cada región es diferente a la anterior. Por eso tenía mucha curiosidad sobre cómo nos iban a tratar mis ‘vecinos’ en el País Vasco y a qué tipo de situaciones nos enfrentaríamos. Cuando una muestra su lugar a otras personas, quiere que todo salga rodado. Y, realmente, ¡así fue! Disfrutamos mucho a pesar de que nos perdimos en varias ocasiones, tuvimos descensos locos en los que tuvimos que empujar cuesta abajo, disfrutamos de carreteras secundarias vacías, algunos ‘single tracks’ y muchas, muchas cuestas que subir. El paisaje era hermoso, la comida era increíble, la gente era agradable y las risas predominaron durante gran parte de la ruta. ¿Qué más necesita un bikepacker para una gran experiencia sobre ruedas?

 Como dice un proverbio vasco “Adiskide onekin, orduak labur” que significa “el tiempo vuela con buenos amigos”, esto de compartir caminos fue una gran decisión.

 
Atravesar la región conectando los Parques Nacionales

No me gusta planificar ni diseñar una ruta fija, pero ésta en concreto la tenía ‘planeada’ en mi cabeza. Aunque la compartí con los cuatro, todos fuimos haciéndola y deshaciéndola al día según lo que nos apetecía o lo cansados que estábamos. La idea era sencilla: atravesar la región conectando los Parques Nacionales y parajes naturales evitando las tres ciudades principales: San Sebastián, Bilbao y Vitoria. Todos estábamos de acuerdo y salimos de casa por la tarde tratando de evitar una horrible ola de calor que sufrimos durante los tres primeros días por la Sierra Salvada, en un enclave increíble en la triple frontera entre Bizkaia y Araba y Castilla y León. una meseta llena de ovejas, buitres, vacas y unos pocos pastores cuidando de sus rebaños. El momento adecuado para empezar a interactuar con un par de ellos. Una conversación de nuestras perspectivas sobre algunos de los animales salvajes y domésticos compartiendo la misma tierra. Lobos y buitres versus perros y ovejas y cómo afecta a la economía local y la vida silvestre de la región al mismo tiempo. Un polémico tema sobre el que, pienso, será difícil llegar a un acuerdo. La conversación pronto se centró en los ciclistas y su asombro una vez supieron que queríamos bajar por la 'Sendra Negra', un caminito muy estrecho con un gran acantilado hacia un lado que realmente disfrutamos. Parecía que éramos, si no los primeros, unas de las primeras personas que con alforjas bajaban por este camino hasta el comienzo de un bonito hayedo. A pesar de que el País Vasco es una tierra pequeña, puedes encontrar dos tipos de climas y mucha variedad de paisajes. Por una parte, Vizcaya y Guipúzcoa son más verdes, accidentadas y húmedas, mientras que la parte sur, Álava, es más seca y llana. El valle de Ayala, perteneciente a Álava, nos devolvió a Bizkaia, palpando estos cambios pedaleando por una carretera asfaltada vacía. Esta es la magia de viajar en bicicleta: poder apreciar cada cambio, olor y color. Y así seguimos cruzando una ‘frontera’ invisible hasta el Parque Nacional de Gorbeia, donde sufrimos todavía más de lo que pensamos en un comienzo. Cuando viajas en bicicleta, sabes que este tipo de cosas pueden suceder incluso en la puerta de tu casa y, una aventura en bicicleta no es una aventura real si no hay tramos en los que no tienes que empujar tu bicicleta. ¿No es así? Así que, ¡allí estábamos! Ayudándonos mutuamente de dos en dos subiendo bicicleta a bicicleta entre tanta piedra, muchas risas, cansancio y asombro de algunos senderistas que pasaban a nuestro lado. Tras dos intensos días por este paraje, nos adentramos en la denominada suiza vasca para recorrer las faldas del Duranguesado, la majestuosa Sierra de Urkiola, por el lado alavés de Aramaio, donde Marvin y Amaia nos acogieron con los brazos abiertos después de su vuelta a Asia en moto.

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Con la sierra caliza de Durango -una de mis favoritas de toda la comarca- vista desde la vertiente alavesa, decidimos seguir por unos caminos de grava menos accidentados hasta llegar hasta casi las puertas de Aizkorri donde decidimos cambiar rumbo y dejar esta zona para otra ocasión. Una decisión que tomamos y acordamos entre todos. La improvisación y la toma de decisiones rápidas son parte del día a día de un viajero sobre ruedas, así que pronto un “plan b” surgió de la nada en una cadena montañosa desconocida entre dos Parques Nacionales en una tarde lluviosa y dura. Los bosques y lugares que vinieron a continuación eran nuevos para los cuatro. Sentirse como un extraño en tu propio vecindario es un sentimiento extraño pero increíble. Una vez más estábamos de vuelta en tierras guipuzcoanas de las cuales nos despedimos haciendo un puerto de montaña desde el hermoso Polje de Degurixa en la Sierra de Zarai hasta Aumategi, una tierra llena de molinos de viento donde se pueden ver las diferencias entre el norte y el sur del País Vasco. Los caminos se volvieron más llanos. A veces se vestían de girasoles a cada lado hasta el punto en que llegamos a Pamplona a través del Parque Natural de Urbasa-Andia en la región de Navarra.

Pasamos unos días intensos recorriendo mi tierra natal. Hay dicho dice que “el que tiene un amigo vasco, tiene un amigo para el resto de su vida”. Así que, Brad, Belén y Tristan, no solo tenéis una amiga sino un hogar al que siempre volver para seguir descubriendo el País Vasco. Aizkorri, Aralar y muchos más rincones escondidos y tranquilos en este pedacito de tierra se nos quedaron en el tintero. Siempre recordaremos las recetas de Tristan, la risa de Brad, el buen guiado de Belén y… yo, haciendo honor a lo ‘remoto’. Se dice que los vascos se hacen tres preguntas todos los días: "¿Quiénes somos?", "¿De dónde venimos?" Y lo más importante de todo: “¿Qué vamos a cenar esta noche?”. Por eso creo que los cicloviajeros y los vascos tenemos raíces en común.