El viaje que llevó a término la tripulación de la nao Victoria, con su capitán Juan Sebastián de Elcano al frente, no puede resumirse de mejor modo que como hizo el cronista Antonio de Herrera. Cualquiera que se acerque a la historia de aquellos consumados marinos comprenderá que su viaje no solo fue todo lo duro que podemos imaginar por tener que navegar a bordo de aquellas primitivas naos, sino que los condicionantes y el modo de hacerlo añaden unas dificultades insospechadas.
El camino que hizo esta nao fue la mayor y más nueva cosa que desde que Dios crió el primer hombre se vio. - Antonio de Herrera, año 1601.
Tras la muerte del capitán Fernando de Magallanes a manos de los indígenas de la isla de Mactán, en Filipinas, después de haber descubierto el ansiado paso que permitía alcanzar por mar las espaldas de América, y de haber recorrido por primera vez el inmenso océano Pacífico, la idea de dar la vuelta al mundo empezó a gestarse entre los marinos por entonces supervivientes.
Antes de ello, completaron el objetivo con el que habían salido de Sevilla en agosto de 1519, al llegar a las islas de la Especiería, hoy conocidas como Molucas, en el extremo oriental de Indonesia. Con las naos cargadas de las muy cotizadas especias, el modo de volver a España más conservador descubrieron que consistía en volver por el Pacífico hasta la costa de Panamá, donde se había dirigido Andrés Niño, quien podría prestarles ayuda allí. Ese fue el camino que tomó la nao Trinidad, una de las dos naos que, de las cinco con que habían partido, todavía les restaban.
Sin embargo, Elcano impuso su criterio para volver por el lado del mundo que todavía tenía pendiente de recorrer, con el fin de conseguir dar la primera vuelta al mundo. Era aquel un reto más que arriesgado, puesto que 27 años antes España y Portugal se habían repartido el mundo en dos mitades –en el famoso Tratado de Tordesillas- y recorrer la parte del mundo de Asia y África implicaba que, en caso de ser localizados, serían hechos presos por los portugueses.
Por ello, se planteó un viaje de vuelta sin escalas, que les iba a llevar unos siete meses de navegación sin posibilidad de descanso ni de tomar agua o alimentos, y además atravesando un océano Índico en unas latitudes tan apartadas al Sur que nunca nadie antes las había navegado.
Elcano impuso su criterio para volver por el lado del mundo que todavía tenía pendiente de recorrer, con el fin de conseguir dar la primera vuelta al mundo.
Después de superar la banda de los cuarenta rugientes y de conseguir doblar el ya temido cabo de Buena Esperanza, aquella nao Victoria que hacía agua, a la que una furiosa tempestad partió el mástil y verga del trinquete, todavía aguantó lo suficiente como para, después de una sucesión de bajas terrible, arribar a Sanlúcar de Barrameda con solo dieciocho de los hombres que de allí habían zarpado tres años antes, acompañados por tres indígenas asiáticos que, voluntariamente, quisieron conocer estos reinos.
Antes de poner pie en tierra, Elcano escribió al Emperador Carlos V para dar noticia de su llegada, y en esa carta maravillosa le daba cuenta de su verdadera motivación, del verdadero alimento del que se había valido para completar su viaje. Después de narrarle haber cumplido los objetivos de Magallanes, le dijo así: Sabrá tu Alta Majestad cómo lo que más hemos de estimar y tener es que hemos recorrido y descubierto toda la redondeza del mundo.
El Emperador colmó de honores y fama a Elcano, que se hizo rico en este viaje. Sin embargo, dando muestra de una personalidad especial, apenas dos meses después de su regreso, Elcano le pidió volver a embarcar hacia las islas de la Especiería. El riesgo máximo sufrido, el acecho de una muerte casi segura durante tanto tiempo, y la aventura infinita que suponía un viaje como éste no fueron para él más que estímulos para volver a hacerse a la mar.
Por eso hoy conmemoramos los 500 años de aquella primera circunnavegación, y tratamos de recuperar la memoria de aquel marino sin límites y de leyenda: Juan Sebastián de Elcano.
Tomás Mazón Serrano / rutaelcano.com
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