El viento en montaña... ¿qué está pasando?

¿Tú también has notado que en estos últimos años hace más viento en montaña de lo habitual? Indagamos en tan importante y a menudo menospreciado fenómeno

Tino Nuñez

Viento en montaña
Viento en montaña

Basta con salir el suficiente número de ocasiones a la montaña para percibir cómo un viento fuerte puede dificultar nuestra actividad, hacernos sufrir lo indecible (sobre todo cuando se combina con lluvia o nieve) o ponernos en serio peligro. El viento está aumentando en España y en otros muchos países del hemisferio norte ¡y curiosamente apenas se habla de ello entre los aficionados/as a la montaña o en las publicaciones especializadas!
 

Efectos del viento

Entre los perjuicios que puede causarnos, destacan:

  • Pérdida de equilibrio. Una ráfaga de viento de 40 0 50 km/h puede desequilibrarnos durante un movimiento precario al caminar o trepar por terrenos delicados y tirarnos ladera abajo. En contra de lo que se cree, basta con una fuerza lateral de sólo 5-10 kg para desestabilizarnos.
  • Imposibilidad de caminar. A menudo con vientos de 50 o 60 km/h es bastante difícil caminar y a partir de los 80 km/h prácticamente imposible. Rachas de 120 a 140 km/h pueden levantar a una persona por el aire, algo que hasta ha provocado muertes a alpinistas consumados.
  • Enfriamiento. Vientos superiores a 20 o 30 km/h son suficientes para que traspasen nuestras prendas de abrigo más comunes –por ejemplo un forro polar o una chaqueta de plumas- y nos enfriemos con facilidad. Sólo las mejores chaquetas impermeables- transpirables ofrecen una capacidad cortaviento cercana a los 100 km/h. Cada 15 km/h más el viento crea un sensación térmica de unos 10ºC menos. Tenemos que sopesar que un viento de 50 km/h en cumbres cercanas a los 2.500 m tan “cotidianas” como El Almanzor o Peñalara pueden convertir unos supuestamente inofensivos -5ºC como unos peligrosos -15/-20ºC (para los que seguramente no habremos previsto suficiente vestimenta).
  • Caída de árboles. En muchos jardines públicos de nuestro país se estima que a partir de 45 km/h se pueden producir caídas de árboles –incluso sanos- o ramas de grandes dimensiones. Si ha llovido varios días seguidos, el terreno se ablanda y resulta más probable que un ejemplar sano pueda caernos mientras caminamos o pernoctamos en una tienda de campaña.
  • Pérdida de objetos importantes. Es más habitual de lo que creemos perder una chaqueta mientras la sacamos de la mochila para protegernos del viento. También ver arrancados de nuestras manos un mapa o una colchoneta puede animarnos a intentar atraparlos y provocar una caída. Las tiendas de campaña pueden ser derribadas a partir de los 60-90 km/h, un gran problema si no estamos dentro y desaparece con nuestros sacos de dormir en el interior (por ejemplo si estamos volviendo de una cumbre al anochecer y no localizamos tan preciado refugio). Esos mismos vientos pueden propiciar que se rompan las varillas y rasguen los tejidos de la tienda, posibilitando la entrada de la lluvia o nieve cuando estemos dentro.
  • Consecuencias psicológicas. Aparte de la sensación lógica de alerta que crea en los individuos –con el beneficioso efecto de advertir de un peligro inminente y animarnos a renunciar- el viento fuerte puede originar dolores de cabeza, irritabilidad, ansiedad, sentido de vulnerabilidad, dificultad en la comunicación verbal y propiciar la toma precipitada de decisiones inadecuadas.
  • Formación de aludes de placa y cornisas. El endurecimiento de una ladera nevada sin cohesión con el manto inferior y la acumulación en cornisas a veces poco detectables favorece la aparición de aludes.

Más viento que antes
Desde 2010 ha aumentado la velocidad del viento en casi todo el planeta, tras un periodo de relativa calma de 40 años (desde los 70 hasta 2009) y existe un cierto consenso científico que predice más viento hasta 2030 y posteriormente quizá una “vuelta a la normalidad”. Dicho aumento está condicionado por los ciclos atmósfera- océanos y cambios en la circulación atmosférica. En el caso de España no pocas personas en contacto con zonas de montaña, como agentes forestales, guías, excursionistas y aficionados al parapente comentan que desde hace unos 10 años el número de días de viento y su violencia ha aumentado considerablemente, apuntando en algunos casos hasta triplicar las jornadas anuales con este fenómeno. La variación en la extensión y posición del anticiclón de Las Azores, que condiciona nuestro clima parece ser uno de los causantes.

En algunos trabajos al aire libre está prohibido hacer tareas cuando existan vientos de 45 km/h y ciertos seguros de profesionales de la montaña no cubren accidentes de clientes causados por vientos fuertes, ya advertidos por la AEMET en sus previsiones.

Tres recomendaciones
Es conveniente:
1) Consultar en la predicción meteorológica la velocidad del viento en función del destino a visitar o altitud del objetivo. En las mejores webs aparecerán dos valores (velocidad del viento y velocidad máxima o racha) y la sensación térmica. Varias cumbres de 2.000 metros de Picos de Europa y de la Sierra de Ayllón han registrado en diciembre de 2023 rachas excepcionales de hasta 150 km/h.

2) Evitar las actividades por encima de los 1.500 metros cuando existan avisos meteorológicos amarillos o naranjas, en los que ya existe riesgo importante en ubicaciones concretas. Algunos guías de montaña españoles han advertido que incluso en pleno verano, los vientos fuertes pueden hacer rodar piedras de tamaño de una pelota de ping pong, susceptibles de herirnos cuando caen desde un resalte.

3) Elegir laderas a resguardo del viento dominante –a menudo del oeste o norte- y evitar si los vientos superan los 40-40 km/h lugares donde su virulencia será mayor, en especial cumbres, crestas y collados.