Algunos de los mensajes y teorías que más triunfan en estos últimos años son los que simplifican el contenido, se repiten y comparten machaconamente y se divulgan sin pudor alguno por personas desinformadas. La regla, hipótesis o teoría de que 10.000 horas de práctica nos convierten a todos/as en virtuosos/as y expertos/a llevan quince años calando en la población mundial, pero aún no resulta muy popular en montaña, quizá porque no cuadra con el actual “Lo quiero todo… ¡pero lo quiero ya!”
Así nació todo
En 1973 diversos estudios realizados con jugadores de ajedrez concluyen que hacen falta 10 años de preparación intensiva para convertirse en un gran especialista o campeón, algo que sin embargo algunas personas con talento pueden conseguir en apenas 5 años, mientras que otros tardan 20 años y muchos quizá ni lo consigan en toda una vida. Veinte años después el psicólogo sueco Anders Ericsson, actualmente, afirma tras sus investigaciones con violinistas alemanes que para destacar en una actividad, además de una gran cantidad de horas de práctica es necesario que se trate de una práctica reflexiva e intencionada. Los violinistas de élite habían practicado más de 10.000 horas, los muy buenos unas 8.000 y quienes querían convertirse en profesores unas 4.000. Su investigación arrojó conclusiones parecidas con pianistas y estudió seguidamente a otros perfiles profesionales, relacionados con la cirugía, béisbol, ajedrez, concursos de ortografía y ballet, convirtiéndose en un experto mundial en cómo las élites alcanzan mediante una práctica “deliberada” la excelencia.
Además de invertir un gran número de horas en la práctica, hay que mejorar lo que ya hacemos bien, cambiar lo que hacemos mal, comprender la actividad, estar al día, estudiar y mejorar nuestras habilidades. La clave de todo esto está en el calificativo que acompaña a la práctica: “deliberada”. No se trata tan sólo de practicar, no es sólo cuestión de echarle horas. Hay practicar concienzudamente, descomponer nuestro objetivo en partes, analizar cuáles hacemos bien y cuáles hacemos mal, poner énfasis en cambiar lo que hacemos mal y buscar pequeños detalles que nos permitan mejorar incluso lo que ya realizamos con éxito.
Es en 2008 cuando el libro de Malcom Gladwell “Outliers” (“Fueras de serie”) retoma la idea de Ericsson, pero simplificándola de alguna manera y afirmando que para convertirte en un experto alcanzar el éxito en un área debes dedicarle al menos 10.000 horas, lo que equivale a unos 10 años si consagras 20 horas semanales a esa práctica. ¡Sencillo, no?
Sí… pero no
Las ventas millonarias del libro de Gladwell, pero sobre todo la simplificación de las investigaciones de Ericcson, irritaron a éste que divulgó en 2015 que no estaba de acuerdo con el periodista inglés, pues aunque una práctica prolongada sea necesaria no es suficiente para alcanzar la excelencia. Desde entonces, la “regla de las 10.000 horas” se ha vendido como una pócima mágica entre emprendedores, deportistas, empresarios y músicos, divulgándose –a menudo demasiado rimbombantemente– en las redes y plasmado en cientos de libros de autoayuda. La psicóloga catalana Marta Guerri afirma que “… si bien se trata de una teoría bonita y motivadora, la práctica intensiva sólo explica el 12% de rendimiento en la mayoría de las tareas. Advierte de que “… es más importante el intelecto, la edad o el talento innato que las horas que dediques a practicar”. Esas 10.000 horas no son suficientes pero sí necesarias para recordar que “ (…) si quieres triunfar en un determinado ámbito necesariamente tendrás que trabajar y esforzarte con todas tus fuerzas”. Un reciente estudio británico de la Royal Society concluye que la práctica por sí sola no explica la maestría, pues sólo puede representar hasta un 25% de la mejora de habilidades y por tanto no te convierte en un experto.
En la montaña
Me dedico profesionalmente a impartir formación a aficionados y profesionales de la montaña, así como a futuros profesores/técnicos deportivos. Para hacer comprender la complejidad de las actividades en la naturaleza, tanto con fines lúdicos como profesionales, suelo recordarles al principio que 10 años de práctica continuada es el mínimo para considerar que tenemos suficiente capacidad para enfrentarnos a un medio natural cambiante y que conlleva peligros, incluso teniendo una experiencia superior y cualidades innatas. La presión actual sobre el rendimiento deportivo y el enfoque excesivamente acelerado sobre cómo conseguir nuestros objetivos personales, a veces puede hacernos creer que con un par de años de práctica en montaña es suficiente para subir el Mont-blanc, convertirnos en técnicos deportivos de escalada o titularnos como guías.
A nivel profesional, en España es posible titularse como técnico deportivo de media montaña en apenas un año y como guía de alta montaña en unos cinco años, mientras que en países de gran tradición profesional, como Francia, puede ser preciso de siete a diez años. Toño Guerra, uno de los mejores guías del Pirineo español, nos ha comentado que “… hace años casi todos los alumnos que hacían el técnico deportivo, llegaban a clase con experiencia deportiva y profesional en la montaña, pero ahora hay bastantes que no y se apuntan simplemente para aprender/iniciarse como deportistas o buscar una salida profesional cualquiera, y lo que es peor: quieren ser guías antes de ser montañeros”.
Esta pasión, furor, moda o motivación por enseñar a los demás, guiar en clubs y empresas, filmar tutoriales o realizar difíciles ascensiones cuando llevamos menos de cuatro o cinco años practicando nuestra actividad favorita, puede arrastrar a personas que confían en esos “expertos” a situaciones potencialmente peligrosas e incluso mortales. El entusiasmo no suple la experiencia y cómo bien nos recuerda el guía de media montaña David Gómez Alandi “… lo de las 10.000 horas de práctica puede estar muy bien, pero necesitarás también un mentor, guía o profesor que te ayude y supervise”. La figura del mentor está muy instalada en los países anglosajones, pero en España apenas se conoce y dedicaremos próximamente un artículo aparte en Oxígeno por su interés/complejidad.
Conclusión sincera
Dedicar un fin de semana a lo largo de 20 años, 20 horas de rocódromo semanal durante 10 años o 5 días semanales en salir a la montaña durante 5 años seguidos, puede ayudarte mucho más que practicar poco o atiborrarte de formación visual en Internet, pero no te puedes convertir en un experto sólo por dedicarle mucha determinación y esfuerzo. La calidad de la formación que recibas, tus habilidades personales y para el aprendizaje, tus conocimientos, así como el talento que poseas y una motivación a toda prueba evitarán esa falsa sensación de grandeza de quienes se autoconsideran demasiado indulgentemente expertos sin serlos, acercándote a una visión más realista y mejorando tus resultados.
Algunas deportistas de competición han necesitado hasta 25.000 horas de deporte supervisado y sólo los mejores han conseguido la excelencia que personas sin talento ni habilidad natural nunca podrán alcanzar. Mientras tanto… ¡disfrutemos de la montaña!







