¿Problemas para recuperar las cuerdas de rápel?

Cómo rapelar bien y cómo evitar enganchones cuando usamos esta maniobra en una cresta

Por Joaquín Colorado

Cómo evitar problemas con la cuerda al rapelar
Cómo evitar problemas con la cuerda al rapelar

En el número de junio de Oxígeno (que aún podéis adquirir en el kiosco físico o digital) publicamos un interesante artículo de técnica de Seguridd para montañeros en crestas accidentadas y aristas, escrito por el experto Joaquin Colorado.

En el artículo os dejamos una completa guía para iniciarse en un apinismo pleno de adrenalina y riesgos, pero también de muchas y clásicas recompensas montañeras, y también detallamos las técnicas específicas para este tipo de escaladas y algunos problemas que pueden surgir, como el de recuperar las cuerdas del rápel, una técnica que sirve de apoyo a lo que se ha publicado y que os describimos a continuación. Las crestas de montaña pueden plantearte pequeños cortados o brechas que obliguen a realizar un descenso, para después continuar el ascenso de la ruta. Siempre que se pueda destrepar, constituirá este el mejor y más rápido recurso, a condición de mantener en todo momento máxima concentración y la técnica gestual correcta. Pero ante destrepes demasiado largos o expuestos, tendréis que valorar si montar un rápel. En las rutas escarpadas clásicas o frecuentadas, si este tipo de descensos lo requiere, lo normal es que te encuentres con algún tipo de instalación solitaria por donde pasar tu cuerda para rapelar. En este caso, la cuerda puede ser dinámica o estática para la maniobra de rápel, aunque lo práctico y razonable será que llevéis una sola cuerda dinámica para todo (obligada para aseguramientos puntuales en ascenso).

Cómo rapelar bien 

1º). Mientras el resto del grupo espera su turno en lugar protegido, el primero se aproxima hacia el emplazamiento fijo para rapelar. Si fuera necesario, por su acceso demasiado expuesto, puede pedir ser asegurado con la cuerda por otro compañero desde el lugar protegido, autoasegurado este desde un anclaje de fortuna. Una vez en el emplazamiento para rapelar, el primero conecta su cabo de anclaje a este. Si la llegada al emplazamiento de rápel necesitó aseguramiento al primero por parte del segundo, entonces conviene que ahora el primero proteja también el acceso del segundo con el mismo procedimiento, antes de preparar el rápel, y una vez el segundo ya se encuentre autoasegurado con su cabo de anclaje.

2º) El primero prepara la cuerda, pasándola por el punto principal de la instalación, hasta que la mitad de esta llegue a dicho punto, con el fin de que las dos puntas de la cuerda queden igualadas una vez lanzadas. En cada punta, a unos 50 cm del final, se hace un nudo simple bien apretado, como tope de seguridad en caso de que las cuerdas no lleguen al lugar esperado. Es el momento de lanzar al vacío las dos mitades de cuerda resultantes, pero antes con las dos cuerdas en paralelo realiza una gaza simple por seno y la conecta a un mosquetón en la instalación, para evitar que la cuerda se pueda escapar o deslizar al lanzarla. Las dos mitades de cuerda se lanzan por separado: se recoge en bucles sobre la mano una mitad, se lanza separándola de la pared, y a continuación realiza lo mismo con la otra mitad. Todo ello para evitar que las cuerdas se enreden entre sí o se enganchen en la roca o vegetación durante esta maniobra. La gaza simple por seno ha cumplido su misión, se deshace. La cuerda está preparada para rapelar.

3º) El primero introduce las dos mitades de cuerda en su descensor; a continuación instala por debajo de este sobre las dos mitades de cuerda el nudo autobloqueante machard de doble seno, como sistema de seguridad pasiva también conectado al arnés, y lo pretensa para comprobar que funciona (que autobloquea). Da tensión a su descensor, tirando con su mano derecha hacia arriba de la CI para ganar unos centímetros y así transferir su peso a este, al mismo tiempo que libera dicho peso de su cabo de anclaje. Si rapela con nudo dinámico y no con aparato descensor, entonces el sistema autobloqueante se instalará por encima de aquel.

4º) Desconecta su cabo de anclaje del punto fijo, agarra con sus dos manos las cuerdas paralelas por debajo del aparato descensor e inicia el descenso en rápel; la mano derecha se mantiene sobre el nudo autobloqueante, para evitar que este se autobloquee de forma no deseada. El descenso se controla por tanto mediante fricción de nuestras manos sobre las dos mitades de cuerda, mientras que nuestro peso está soportado por el aparato descensor. La posición del cuerpo será la de semisentado sobre el arnés, de manera que el tronco permanece separado de la pared, mientras que las piernas se apoyan sobre esta, con cierta separación para guardar el equilibrio lateral, y con los pies va dando pequeños pasos en descenso.

5º) Una vez el primero ha finalizado el rápel, desconecta todo de las cuerdas, mira hacia arriba y grita ¡RÁPEL LIBRE! al segundo que está esperando en la instalación de cabecera, y se retira de la vertical del rápel. Una vez escuchado que está libre la cuerda, el segundo procede a ejecutar todos los pasos anteriormente descritos.

6º) Todos los miembros del grupo están ya al pie del rápel: llega el momento de recuperar la cuerda. Para ello se toman las dos mitades (una con cada mano) alejándose de la pared, con el fin de tener una visión lo más completa posible del rápel, para comprobar si las cuerdas están cruzadas, y en tal caso deshacer el cruce y que queden paralelas sin cruzarse. Se deshacen los dos nudos simples de remate en las puntas. Se suelta una de las dos mitades, y manteniéndose alejado de la pared se empieza a tirar con las dos manos de la otra mitad; la cuerda va deslizando poco por el punto principal de la instalación de rápel. En este momento siempre notaremos una resistencia al tirar, que corresponde al peso más el rozamiento de la cuerda; esta resistencia resulta cada vez menor, lo que significa que la punta a recuperar se acerca ya al punto principal de la instalación. Es el momento de gritar ¡CUERDA!, para prevenir al resto de compañeros, y que estos se posicionen fuera del alcance de la cuerda cuando esta vaya a caer. Cuando esta resistencia es ya mínima, e incluso notamos que la cuerda de la que tiramos está a punto de salirse sola, es el momento de dar un fuerte tirón: la punta saldrá disparada del rápel hacia el exterior, y de esta forma entrará lo menos posible en contacto con la pared: el riesgo de enganche se reduce enormemente. Una vez toda la cuerda en el suelo, se pliega, se guarda en la mochila o se ata a nuestra espalda, y podemos continuar con nuestra ascensión, o con nuestro descenso.

En caso de un rápel largo, que hubiera obligado a unir dos cuerdas con el nudo cola de vaca, este quedaría próximo al punto central de la instalación; IMPORTANTE: el último en rapelar debe recordar de cuál de las dos cuerdas hay que tirar para recuperar el rápel (de aquella que está en el lado del nudo), porque si luego tiran de la que no deben, el nudo de unión chocará con el punto principal del rápel y las cuerdas no podrán ser recuperadas.

Tecnica rapel
Técnica rápel
 
 
 
Cómo evitar problemas a la hora de recuperar las cuerdas de rápel

 

1. Medida preventiva: los aparatos descensores rizan las cuerdas a lo largo de su eje longitudinal, es decir, provocan torsiones que pueden degenerar en auténticos rizos, y por tanto puntos de posible enganche, a la hora de tirar de ellas para su recuperación, o incluso antes, en pleno rápel. Para mitigar en buena medida este efecto indeseable, una vez listo en el paso 4º del procedimiento al rapelar, introducir nuestra pierna derecha entre las dos CI que caen por debajo de nosotros, la cual irá separando las cuerdas y eliminando torsiones a medida que bajamos. Esto sería obligatorio para el último miembro del grupo en rapelar, pero lo aconsejable es que lo hagan todos los anteriores que han rapelado.

2. Medida resolutiva 1. No hemos tirado con la suficiente fuerza de la cuerda en el momento final (según paso 6º del procedimiento), y esta, al salir completamente de la instalación de rápel, se engancha con la roca al caer. Tienes que recuperarla despacio pero con ritmo, sin forzar y, si notas una resistencia que te impide continuar, no sigas tirando:

     A. Puede ser que el enganche se haya producido en la zona baja y próxima a donde os encontráis (donde la pared sería menos vertical), y quizá con una sencilla trepada llegues a desengancharla directamente con la mano.

    B. El atasco se encuentra demasiado alto: deja un poco de comba en la cuerda de recuperación, para batirla de forma enérgica, de manera que provoques en la cuerda ondas que suban a lo largo de esta, y que puedan sacar la cuerda del lugar donde se    encuentra.       Si vemos el lugar donde la cuerda se ha enganchado, podemos valorar si nos interesa batir hacia arriba, o hacia un lado, para que la onda provocada haga el mismo efecto lateral.

3. Medida resolutiva 2: caso de rápel largo, donde se han unido dos cuerdas. El nudo se atasca en la roca mientras tiramos en la recuperación:

     A. Intenta forzar un poco tirando más: quizá salga el nudo del atasco.

     B. Si lo anterior no ha funcionado, no forzar más: invierte el sentido de la maniobra de recuperación, tirando un par de metros de la otra cuerda, despacio, para que el nudo vuelva a subir, saliendo de su atasco. Vuelve a intentar recuperar con la cuerda de la que tirabas inicialmente, hasta conseguir que se desenganche.

   C. No funciona lo anterior, entonces tienes que volver a coger la cuerda de recuperación y batirla: provocando ondas que suban a lo largo de esta, y que pudieran desplazar un poco el nudo del lugar donde se atasca. En caso necesario, tienes que alternar con rapidez       onda más tirón, así varias veces… ¡tiene que terminar saliendo!