Evitar que nos hagamos daño durante situaciones cotidianas en la naturaleza sólo requiere un poco más de atención, existen acciones fáciles para cuidarnos más ¿quieres saber cuáles?
Recuerdo con asombro que un amigo mío, montañero y escalador experimentado, no pudo salir de vacaciones a Pirineos ¡porque esa misma mañana se había roto el dedo pulgar tirando descuidadamente de un calcetín mientras estaba sentado en la cama! Hay muchas formas de hacernos daño tontamente o sufrir percances como el citado que bien pueden evitarse poniendo más atención.
Cinta para ampollas
De todos es conocido que los parches con gel coloidal (tipo Compeed) son muy eficaces, pero no siempre los llevamos, quizá porque la actividad implica caminar poco o porque su envase ya se quedó vacío en nuestra mochila hace tiempo y no nos hemos percatado. Las cintas o vendas autoadhesivas para ampolla son mucho más económicas como medida preventiva y también multifuncionales: aparte de protegerte de rozaduras o acolchar una zona dolorida (por ejemplo un ojo de gallo o dureza en un dedo del pie), poseen mayor flexibilidad, permanecen más tiempo en la piel sin despegarse o arrugarse y ofrecen más elasticidad que el esparadrapo. Te permite reparar de emergencia un corte en tu chaqueta de plumas o saco de dormir, tapar una perforación en la cubeta de tu mochila o forrar la empuñadura demasiado deslizante de un bastón. Cuestan de 4 a 10 euros y por lo general miden 2,5 metros de largo y tienen 3 centímetros de ancho.
Renueva tus plantillas
Casi nadie cambia las plantillas originales de las bota hasta que no tiramos el calzado. Sin embargo su desgaste en talón y metatarso puede resultar tan acusado que ya no te amortigüe. Es conveniente cada año o año y medio de uso medio (incluso antes si llevas mochilas pesadas o caminas a menudo) cambiarlas por unas de gel de buena calidad, entre 15 y 25 euros.

Gafas para protección adicional
Aparte de su función principal ante los rayos ultravioletas e infrarrojos del sol, tus gafas de protegen de impactos moderados pero peligrosos. Las hierbas altas, duras y huecas de tipo berceo o estipa gigantea, abundantes en conocidos macizos como la Sierra de Guadarrama o Gredos, han dañado ocasionalmente los ojos de algunos senderistas, así como impactos de ramas apartadas por quien va delante en zonas de matorral o bosque, picaduras de insecto o polvo levantado por el viento. Las lentes de policarbonato de unas gafas de montaña protegerán la que es la zona exterior más sensible de nuestro cuerpo y con su uso continuado evitaremos pasar un mal rato.
Quita etiquetas
Buena parte de las etiquetas situadas en el interior de la cintura de los pantalones, cuello o lateral de la camiseta y dentro de una gorra pueden rozar contra la piel y deben eliminarse al ras con tijera. Afortunadamente algunos fabricantes están cambiando el textil por silicona o simplemente incluyendo la información de la etiqueta en el propio tejido del producto.
Atención a los bastones de los demás
No camines demasiado cerca de los bastones de tus compañeros o de gente en la que te cruces con los caminos, puedes tropezarte e incluso caer fuera del camino por un cortado (situación no tan imposible en senderos de alta montaña).

Sepárate en las trepadas
Evita permanecer inmediatamente debajo de quienes trepan, espera tu turno alejado y a un lado de su vertical por si se caen, tiran piedras o incluso arrojan sus bastones sin mirar. En salidas de grupos grandes o normales a cumbres rocosas los “embotellamientos” y atascos de quienes se cruzan subiendo con los que bajan han originado más accidentes de lo que ese ambiente casi lúdico hace suponer.
Cómo ponerse la mochila
No levantes tu mochila simplemente encorvándote y tirando de un brazo, puedes lesionarte espalda y hombro, especialmente si acabas de aparcar o estás recién levantado de una pernocta. Deposita la mochila con las rodillas semiflexionadas sobre una piedra, en la que bien puedes sentarte para colocarte más fácilmente las hombreras o cárgala primero en tu hombro más fuerte con la ayuda de la otra mano moviendo la cubeta o parte inferior de la mochila. Si pesa mucho, pide ayuda para levantarla del suelo y ponértela, no te avergüences.