¿Estáis pensando en un trekking por Nepal? ¿Quizá afrontar algún cuatromil de los Alpes? Si vuestra próxima ambición va a tener lugar en altura, quizá este decálogo os ponga las cosas más sencillas. Cada consejo no es un axioma en sí mismo: hay que considerarlo en interrelación con los demás dentro de un contexto sujeto a multitud de variables, donde de entrada habrá que distinguir entre un trekking (carácter "nómada") y una expedición (campo base estable).
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Mantenerse lo suficientemente alto como para que el cuerpo estimule correctamente sus mecanismos de defensa para la aclimatación. Importante para elegir la altitud de un campo base. (Ej.: para una cumbre en torno a 7.000 m, campo base ideal entre 4.800 y 5.200 m).
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No ascender demasiado rápido por encima de 3.500 m: media de 400 m./noche, para una actividad de más de tres días ascendiendo; o no más de 700 m para un día, si el siguiente va a ser menos exigente.
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No es tan importante el punto más alto alcanzado durante la jornada, como la altitud a la que bajaremos a descansar al final de la misma (fase de reposo=noche).
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El clásico perfil de ascensión en "diente de sierra", favorece la aclimatación si no se acompaña de esfuerzos excesivos, y sí de períodos de reposo en el campo base tras estancias de más de una noche sobre los 7.000 m o de más de dos sobre los 6.500 m.
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El perfil de ascensión basado en "dar el tirón", es decir, intentar la cumbre desde un punto más bajo del normal, y luego descender a dormir lo más bajo posible, reduce el período de aclimatación inicial y el número de noches en altitud, en beneficio de la fase de aclimatamiento (ver siguiente recomendación). Pero comporta altos riesgos, y sólo es recomendable para alpinistas muy experimentados en altitud, que ya utilizaron el sistema "dientes de sierra", y que normalmente han pasado, justo antes de empezar la expedición, al menos dos o tres semanas por encima de 4.000 m. sin hacer nada especial.
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Tras la fase inicial de ACLIMATACIÓN, donde el tiempo juega a nuestro favor, sobreviene la de ACLIMATAMIENTO, período óptimo entre 1-4 semanas donde nuestro organismo podrá realizar el máximo esfuerzo en estado de buena forma. Aunque por encima de 7.000 m ésta última fase se manifiesta en menor medida.
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Tras la fase de aclimatamiento, sobreviene la de DEGRADACIÓN, donde el tiempo juega en contra nuestra. Nuestro organismo se agota progresiva e irremisiblemente por esfuerzos cada vez menos intensos.
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No permanecer mucho tiempo a alturas extremas. Se habla de una línea, que suele colocarse en torno a los 6.500 m, a partir de la cual el organismo ya no se repone por mucho descanso, bebida o comida que pudiera recibir. En la Tierra, no hay ningún asentamiento humano permanente por encima de 5.500 m. No es infrecuente encontrar casos donde se manifiestan dolencias, incluso cardíacas, que en altitudes más normales no se detectan.
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Si hay una obsesión que nos interesa tener, esta es la de beber, pensando en mantener unos niveles de hidratación superiores a los normales.
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A la hora de ascender, todo lo anterior puede resumirse en: NI DEMASIADO RÁPIDO, NI DEMASIADO PESADO (peso de la mochila), NI DEMASIADO ALTO.