De senderista a montañero... con seguridad

Convertirse en montañero si ya se es senderista no es difícil, pero hay que hacerlo con seguridad para no tomar riesgos innecesarios

Tino Núñez | Fotos: Mikael Helsing

De senderista a montañero... con seguridad
De senderista a montañero... con seguridad

Quizá estás cansado de caminar por senderos fáciles y súper señalizados o necesitas una motivación nueva para tus fines de semana y vacaciones. Convertirse en montañero siendo senderista no es tan complicado, pero tiene su “intríngulis”, y en estas páginas te explicamos cómo iniciarte sin riesgos innecesarios.

Cuando comenzamos a salir a la montaña nuestro título más preciado era que nos llamaran montañeros, no excursionistas ni escaladores, ni alpinistas... Tan maravillosa palabra conllevaba unos matices de suficiente solvencia técnica, amor a la naturaleza y de fervor no competitivo por las cimas, que hoy quizá se hayan perdido un poco... ¡o no!

¿QUÉ ES EL MONTAÑISMO?

Este término, que era muy utilizado en España hasta principio de los 90 y que aún tiene mucha vigencia en las culturas anglosajona y norteamericana, alude a una modalidad que en realidad agrupa diferentes actividades: caminar por terrenos de baja a alta montaña, por senderos o fuera de ellos, trepar por zonas rocosas sin o con cuerda, ascender cumbres “importantes” (tres miles y cuatro miles), conocer los fundamentos básicos de la escalada - como asegurar en una cresta o descender en rápel- y ser capaz tanto de subir por pendientes de nieve asequibles como de atravesar neveros y glaciares. Con la proliferación de términos ingleses casi impuestos por los fabricantes de  material, montañismo es una palabra en progresivo desuso pero que resulta mu­cho más adecuada para definir la mul­tiactividad en montaña con más siglos de tradición. El senderismo se practica sólo en caminos señalizados y el montañis­mo es un paso más que éste o el simple excursionismo, trekking, hiking, backpa­king o como queramos llamarlo.

VENTAJAS DE SER MONTAÑERO

Son muchas las ventajas que pueden ani­marte a convertirte en montañero:

- Aumentan tus posibilidades de co­nocer sitios nuevos, menos masificados y con una calidad paisajística y medio­ambiental a menudo superior.
- Subes a cimas en media y alta mon­taña más espectaculares, y casi siempre más gratificantes que una jornada sende­rista, por el superior esfuerzo realizado y la singularidad del entorno.
- Te aporta más seguridad en la natu­raleza, pues te obliga a conocer técnicas de progresión en terreno rocoso fácil o crestas de moderada dificultad y a estar más alerta.
- Duermes más a menudo lejos de aba­rrotados refugios, vivaqueando con o sin tienda. Pernoctar lejos de las comodi­dades es un lujo que se está olvidando y proporciona sensaciones inolvidables, cuyo buen recuerdo puede durar más de media vida.
- Te permite obtener una visión más completa del campo y la montaña, so­bre todo porque se desarrolla en lugares poco modificados por el hombre, lo que de alguna forma es un alivio en un país tan transformado como el nuestro.

TRES PRINCIPIOS BÁSICOS

Si bien este artículo no te bastará para obtener toda la información que necesi­tas para abandonar los senderos marca­dos cuando sea necesario o te apetezca, sí te interesan conocer estos pilares:

- Al ser una actividad de mayor riesgo que el senderismo, necesitas tomarte más en serio el material que utilizas (tanto el textil como el calzado), realizar nuevas y mejores compras (por ejemplo un saco que te permita dormir sin tien­da a 0ºC o un casco ligero con homo­logación europea CE) y cuidar más la planificación de la actividad: obtener información contrastada de las dificul­tades, llevar cartografía “de verdad” y no una hoja impresa desde internet, con­sultar siempre al menos dos previsiones meteorológicas, etc.

- Selecciona más la compañía. Ya no vale casi cualquier recién conocido en club o a través de Facebook para salir al monte. Evita los grupos grandes, de más de 4 ó 5 personas, porque a menudo son demasiado heterogéneos, ruidosos, lentos, festivos o despreocupados para moverse por terrenos complicados.

- Mejora tu formación pero sin prisas. Un mínimo de dos años de senderismo antes de empezar a trepar y hasta ocho-diez años de práctica para considerarse un montañero suficientemente compe­tente son tiempos orientativos. No en­cadenes cursos uno tras y otro, puede crearte una falsa sensación de que ya es­tás sobradamente capacitado. 

CUIDADO CON LOS OBJETIVOS

En el estilo de vida tan actual en el que todo parece acelerarse, a veces tende­mos a consumir con demasiada avidez actividades y objetivos sin pausa alguna o a buscar en ellos “recompensas” ajenas al verdadero montañismo (como pue­den ser el prestigiarnos en un grupo o  buscar protagonismo en el mundo virtual exhibiendo nuestros logros ante gente que ni conocemos). Y con eso me refiero a que no pocas veces encontrarás gente que te propone ideas descabelladas, cuando sólo tienen experiencia en senderismo fácil, y pretenden subir ya mismo cuatromiles tipo el Cervino o el Mont-blanc o escalar el Na­ranjo de Bulnes de turno. Huye de amigos con demasiada prisa por ascender tal o cual pico y en general de individuos que ridicu­licen a quienes son prudentes en la monta­ña. Aunque algunos “gurús” modernos de la información sobre la montaña tienden a hacer creer que cualquiera puede subirse a casi cualquier sitio contratando un guía o tutelado por el supuesto expertillo/colega de turno, la realidad es mucho más comple­ja; sitios súper conocidos como los Alpes franceses matan a centenares de personas cada año. Como suelo decir cuando imparto cursos de escalada: “Hacer montaña puede ser muy divertido, pero no es un juego”.

5 CONSEJOS ATÍPICOS

No los leerás habitualmente en revistas o manuales, pero la media y alta montaña te enseñarán que estos consejos son casi una ley:

1) Ojo al invierno. No se es un montañero de verdad si no se pisa nieve en invierno fuera de los caminos, pero en nuestro país hay decenas de miles de piolets en manos de practicantes que no saben utilizarlos ni autodetenerse en un resbalón.

2) Unas clases en un rocódromo no te bastarán para adquirir los conocimientos que necesitas sobre el manejo de cuerdas. Lo importante no es el rocódromo o comprarse un buena cuerda, lo primordial está en aprender sobre terreno real y luego practicarlo por tu cuenta para que no se te olviden las diferentes técnicas.

3) Cuidado con las cuestas nada más salir del coche. Casi una tercera parte de los fallecimientos en las montañas europeas se deben a un ritmo inicial de caminar excesivamente alto, algo peligroso a partir de los 35 años.

4) Una inversión mínima de 200 euros en material te hará falta si vas a recorrer tramos de crestas rocosas, que a menudo precisan de cuerda, mosquetones, anillos de cinta, freno, casco y arnés.

5) Perder el miedo o pánico al vacío implica una adaptación progresiva y que necesita de años de experiencia. Hay cursos específicos contra el miedo, pero no son como una píldora que te la tomas y te vuelves valiente, constituyen sólo una ayuda valiosa pero incompleta por sí sola. El miedo te protege y nunca debe desaparecer

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