Si alguna vez te ves involucrado en un rescate donde va a intervenir un helicóptero, te vendrán muy bien unas nociones al respecto.
ILUSTRACIÓN: Iki
El helicóptero constituye la alternativa más eficaz en el ámbito de los rescates en montaña. Una aeronave de pequeño tamaño con una excelente capacidad de maniobra, pero que también constituye al mismo tiempo un ingenio delicado y muy sensible a los agentes atmosféricos. Si alguna vez te ves involucrado en un rescate donde va a intervenir un helicóptero, te vendrán muy bien unas nociones al respecto.
Puede ocurrir que tengas que informar previamente al equipo si un aparato puede o no aterrizar cerca del lugar del accidente, o al menos aproximarse, o facilitar su albor cuando éste llegue. En cualquier caso, tranquilo, que nadie te echará luego la culpa de nada si te has equivocado en algo; el piloto siempre actuará unilateralmente si entiende que tu ayuda no aporta gran cosa. Pero debes intentar hacer poco y bien que mucho y mal.
Los enemigos naturales del helicóptero son: visibilidad escasa, viento excesivo (por velocidad o por turbulencia, racheado), y densidad del aire (altitud sobre el nivel del mar). Hay que informar al equipo de rescate sobre las condiciones a este respecto, con el fin de evaluar las posibilidades de intervención por aire. A partir de aquí, hay que considerar el relieve de la zona en cuestión.
La zona de aterrizaje debe ser un área despejada con un mínimo de 20 m. de diámetro, sobre un plano que no supere el 20% de inclinación. No tiene que ser perfectamente llana toda ella, tan sólo un espacio más o menos central de 4X4 m. para que la nave se pose, pero alrededor de ésto no debe existir obstáculo vertical alguno que supere los 50 cm. de altura. Otras dos características más deseables, si se puede elegir, es que el terreno sea duro (preferiblemente con hierba), y esté limpio de ramas, polvo, grava o vegetación menuda que las turbulencias que produce el rotor del helicóptero va a levantar.
Por último, y como cualquier aeronave, el viento en el momento final de la toma de tierra debe estar de cara a ésta, circunstancia que determinará el acondicionamiento definitivo del área prevista, así como la ubicación de la persona que señale las maniobras, en su caso. En medio nevado, hay que informar antes sobre la dureza y profundidad de la nieve, y trabajar para aplanar lo mejor posible el área. Evitaremos la proximidad de pendiente avalanchosa, que podría verse afectada por las vibraciones en el aire.
Pincha en la imagen para ampliarla:
[caption id="attachment_15604" align="aligncenter" width="450" class=" "] Balizamiento en Y realizado previamente con mochilas u objetos que la turbulencia no se lleve por los aires. Este balizamiento indica a su vez la dirección del viento, así como la persona situada frente al aparato con los brazos en Y bajándolos (viento a su espalda)[/caption]
DISCIPLINA DURANTE EL ATERRIZAJE, Y DESPUÉS DEL MISMO:
- No acercarse al área de toma, salvo si algún miembro de la tripulación lo indica. En tal caso, agacharse ligeramente y aproximarse sin salirse del campo visual del piloto (¡prohibido acercarse por detrás!). Atención al rotor trasero del helicóptero.
- Para carga, descarga o acceso de heridos, no autorizar el paso más que a las personas comprometidas en la operación. El resto se mantendrán agrupados fuera del área, y dentro del campo de visión del piloto.
- Cubrir bien a la víctima durante el traslado a la aeronave, para evitar que le entre polvo o cuerpo extraño en los ojos y vías respiratorias.
- En caso de visibilidad escasa, la persona que se mantiene en el borde del área con los brazos en Y y el viento a la espalda, puede ser la única referencia para el piloto. Mejor que se mantenga todo el tiempo en esa posición, hasta que despegue y se aleje.
- Una vez dentro de la nave, no se toca nada, ni a nadie.
- Antes del despegue, inspeccionar de nuevo el área para comprobar que no ha quedado nada que pueda dificultarla maniobra.
Más información:
Accidentes en montaña
https://www.youtube.com/watch?v=j37_zR5tePk