Qué equipo llevar a la montaña invernal

Redacción Oxígeno

Qué equipo llevar a la montaña invernal
Qué equipo llevar a la montaña invernal

Dentro de las actividades en la naturaleza, la montaña invernal constituye uno de los marcos donde el ser humano se encuentra más desamparado o fuera de su medio habitual. Es necesario por tanto un amplio lote de prendas e instrumentos. Esta es la lista de lo que tienes que llevar:

Los preparativos…
• Casi nadie suele acordarse de que hay que llevar un mínimo y digno botiquín. Un botiquín no será tan “chic” como un móvil, pero suele ser más necesario que éste. Y no olvidéis, pensando en el tipo de actividad que nos ocupa, incluir una manta térmica.

• Cuando se trate de escalar o progresar por terrenos de inclinación moderada-alta, atención con la mochila: por diseño, o por incorrecta regulación, puede que nos impida levantar bien la cabeza e impedir que nos movamos con seguridad. Hay que comprobarlo antes de salir.

• Si hay que llevar hornillo, también lleva varios mecheros de reserva, y verifica la carga de gas, por si hay que incluir repuesto. Otro error habitual es dejarle tus cubiertos y servilleta al prójimo que, a pesar de que no los lleva porque es más salvaje y no los necesita, luego te los pide. Por cierto, ¿te has dado cuenta del tiempo que llevas con la misma pila puesta en la luz frontal? Comprueba que no se haya sulfatado, y a estas horas las tiendas están cerradas...

Qué ponerte encima
Para la actividad física en montaña, especialmente en condiciones invernales, está universalmente aceptado el llamado “principio de las tres capas”. La experiencia indica que es mejor llevar varias capas aislantes y ligeras que una muy gruesa, no sólo porque entre las capas también se crean cámaras de aire aislantes, sino porque además permite una gran polivalencia al poder quitar y poner prendas según las necesidades; se consigue así en todo momento una buena regulación térmica. Este sistema tipo “cebolla” consta esencialmente de tres capas:

- La que está en contacto con el cuerpo (capa interior o primera capa): camiseta-pantalón térmicos.
- Capa o capas intermedias: tipo forro polar.
- La exterior, que está directamente expuesta a los elementos: chaqueta-pantalón impermeable y transpirable.

Pero a veces ocurre que prescindimos de una de ellas (forro polar o chaqueta exterior) ante la hipotética bonanza meteorológica anunciada... Pues aunque sea dentro de la mochila, hay que tener disponibles al menos una prenda interior térmica, forro polar y chaqueta exterior (por supuesto, impermeable y transpirable, no tipo chubasquero). De igual forma, cuando salimos de noche o a primera hora del día, no siempre hay que hacerlo con todo puesto. Nuestro cuerpo alcanzará el tono adecuado llevando un ritmo suave y continuo, que forrados de arriba a abajo para estar sudando a tope a los quince minutos de marcha. Esto produce una pérdida innecesaria de líquido y energía, que puede pasarnos buena factura horas después.

Con respecto a las manos y la cabeza, no hay nada peor como quitarse el gorro o los guantes, especialmente estos últimos, y dejarlos sobre la nieve, o simplemente sueltos, mientras hacemos cualquier maniobra. Aunque no haga viento, el riesgo de perderlos es mucho mayor que si nos los guardamos en un bolsillo, o dentro de la chaqueta o forro, donde además permanecerán calientes. Da igual que llevemos otros de repuesto. Siguiendo con la cabeza, otra carencia demasiado habitual es no tener en cuenta que también ésta necesita protección frente a la fuerte radiación solar, con una buena gorra delgadita y de anchas viseras: las consecuencias de una insolación no se ponen de manifiesto durante la actividad, sino al final del día.

Los “complementos”
Gafas de ventisca. Suelen darse dos errores muy comunes:
1º) no llevarlas. Pueden evitar que el paso de una ventisca o zona de niebla se convierta en un drama, además de servirnos como gafas de repuesto.
2º) llevar la pantalla siempre rota o fisurada, al guardarlas de cualquier forma. No obstante, el mercado nos ofrece ya buenos modelos totalmente flexibles. Y por supuesto, que sean de doble pantalla, para evitar que se empañen.

Botas. Los pies, y su eterno problema: más allá de un sencillo recorrido de dos horas, las botas blandas de trekking, por mucho diseño cramponable que tengan... ¡NO SIRVEN! Y no me refiero tanto a la escasa eficacia para el cramponaje con puntas delanteras (por su falta de rigidez) como a la nula protección que ofrecen tras muchas horas en la nieve y a bajas temperaturas. Hay ocasiones como ésta en que la seguridad implica gastarse más dinero en una buena bota de piel o plástico. Necesitas en este tipo de bota un buen grado de rigidez longitudinal y mayor de transversal, que aporte protección y seguridad en terrenos rocosos o nevados, con o sin crampones.

La humedad es nuestra enemiga: sacar hasta las plantillas de las botas si es necesario, no guardar nada húmedo en la mochila, y llevarse por lo mismo un buen par de calcetines de recambio.

Cuerda, elemento primordial en la cadena de aseguramiento, del mismo tipo que la utilizada para escalada en general (dinámica y homologada).

Seguridad en la progresión
Piolets que pueden ser uno o dos, en función de la verticalidad del itinerario. Uno de ellos debe llevar pala y el otro martillo, para poder introducir los anclajes de seguridad cuando se progresa en cordada; con respecto al clásico piolet de alpinismo, los modelos más específicos para la escalada en hielo presentan un diseño más técnico, buscando ligereza y ahorro de esfuerzo al progresar por terrenos verticales. Cada piolet debe estar equipado con una dragonera o cinta para unirlo a la muñeca o al arnés, sirviendo como eventual punto de reposo o autoaseguramiento.

Crampones, estructuras metálicas terminadas en doce puntas que se adaptan a la suela de las botas, son imprescindibles para progresar por nieve dura o hielo sin resbalar. Los clásicos articulados con sistema de fijación por correas son los más polivalentes, frente a los rígidos o semirígidos con sistema de fijación automática (sin correas) o semi-automática, que suponen una enorme ventaja sobre los clásicos a la hora de ponerlos o quitarlos.

Los crampones deben ir siempre equipados con antizuecos, unas láminas de caucho que se acoplan a medida bajo la planta del crampón (superficie de contacto con la nieve). Tienen como finalidad evitar la acumulación excesiva a cada paso de nieve húmeda entra las puntas, que puede llegar a formar un masa compacta superando el nivel de estas, y provocando peligrosos resbalones.

Casco: nunca debe faltar, si se trata de progresar en pendientes empinadas de nieve dura o hielo.

• El progresar en cordada por terrenos de cierta dificultad nos obliga también a llevar puesto un arnés, al cual anudaremos la cuerda; el específico para hielo está modificado con respecto a los de roca con objeto de facilitar aún más su colocación, sin que por ello haya que quitarse alguna parte esencial del equipo, como por ejemplo los crampones.