Lo de que "Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena" es un refrán perfectamente aplicable a cuando nuestros pies maltratados en la montaña estival se quejan de repente. ¿Sabemos escuchar sus gritos de auxilio?
Problemas específicos del verano
Sobresalen especialmente:
1) Pie hinchado por el calor: tanto la mayor temperatura exterior como el superior kilometraje que solemos hacer en verano aumentarán varios milímetros a lo largo y a lo ancho nuestro pie. De media, un pie recalentado por el esfuerzo y el calor puede equivaler a media talla más a la que tenemos "en frío". Si no estás en un clima muy lluvioso prefiere calzado sin membrana y con corte de rejilla.
2) Rozaduras. Son diversos los factores que pueden provocar rozaduras y ampollas: calzado de talla incorrecta o casi a estrenar, jornadas de muchas horas con pocos descansos y muy cargados, calcetín poco acolchado o deformado/arrugado, costuras molestas en el interior del calzado o en el calcetín, etcétera. Algunos excursionistas veteranos cubren con varias tiras de esparadrapo de tela los puntos críticos: a menudo talón, meñique y dedo gordo, además de llevar siempre parches antiampollas tipo Compeed.
3) Calzado demasiado blando. La proliferación de modelos ligeros con suelas muy flexibles aumenta la posibilidad de sufrir molestias en terrenos pedregosos, especialmente en alta montaña estival. Bastan 4 o 5 horas de caminata continuada para que los huesos de la planta del pie, en especial los metatarsos, sufran. Puedes sustituir la plantilla de serie por una más gruesa y aislante o plantearte comprar un calzado algo más rígido (y que en lo posible no exceda los 800 o 900 gramos/par).
4) Terrenos "molestos". La mayoría de nuestros objetivos más ambiciosos los acometemos en verano, por lo que no es difícil que presenten mayor complejidad y agresividad durante más horas. Así se introducirán en la caña de nuestra bota o zapatilla más tierra/polvo, ramitas secas, espigas o pequeñas piedras, habituales en muchos senderos de las montañas españolas y en las pedreras de las cimas más importantes. No continúes caminando si notas el roce de algún elemento duro o puntiagudo, para y extraelo inmediatamente antes de que te haga una pequeña herida que se pueda infectar.
5) Sudoración. Dos tercios del sudor de nuestro pie se depositarán en la planta, por lo que tanto la plantilla como el calcetín deben ser capaces de absorberlo y disiparlo/evaporarlo lo antes posible.
Atención a las sandalias
Pese a su notable presencia en montaña estival, no constituye una buena idea caminar varias horas seguidas con una sandalia de senderismo o trekking, en especial si no incluyen puntera de refuerzo, pues los pies van demasiado desprotegidos ante golpes con piedras o cortes con vegetación pinchosa. El clásico camino polvoriento y con piedra suelta puede ser un tormento, especialmente si llevamos una mochila pesada o vamos a caminar más de 2 horas seguidas. La mayoría de las sandalias no ofrecen la estabilidad ni sujeción suficientes para atravesar terrenos rocosos, empinados ni protegen eficazmente frente a picaduras (por ejemplo de garrapatas o avispas).
Las sandalias menos ventiladas, de diseño híbrido a medio camino entre una sandalia estándar y una zapatilla de rejilla, ofrecen más protección y sí pueden utilizarse en terrenos fáciles siempre que su amortiguación será suficiente -no olvidemos que recibirán el impacto de nuestro cuerpo+mochila) y su sistema de correaje suficientemente ancho y acolchado, sin hebillas que se claven en nuestro empeine. Si tenemos un modelo utilizado durante varias temporadas, atención a la pérdida de adherencia de los cierres del velcro, al abrirse algunos en posiciones de torsión o flexión han provocado el giro o descalzamiento parcial del pie en momentos muy inoportunos.
Será mejor si...
... si pruebo varios de los productos específicos que hay en el mercado para el cuidado de mis pies; seguro que encontraré alguno que me convenza: puede ser una crema hidratante/balsámica o un producto antifricción, un esparadrapo específico o un aceite relajante post-actividad. Cuestan poco, de 8 a 16 euros y sólo darán guerra si el tapón se abre dentro de la mochila ¡guárdalos mejor en una pequeña bolsa de plástico fuertemente anudada, pues con el calor del verano se vuelven más líquidos!
... si compro unos calcetines específicamente concebidos para un secado rápido -poor ejemplo de poliéster multicanal tipo CoolMax- y huyo de los calcetines de algodón en oferta y tan típicos en hipermercado.
... si aprovecho el final de cada jornada para ventilar el calzando quitándomelo, extrayendo la plantillla y abriendo la lengüeta al aflojar los cordones.
Últimos consejos
Algunos expertos montañeros franceses recomiendan endurecer la piel previamente a un recorrido de larga duración, sumergiendo los pies todas las noches durante al menos 2-3 semanas antes en agua tibia con limón exprimido. Sin embargo hay que priorizar elegir objetivos sensatos y no maratonianos, en zonas por encima de los 1.800 metros para evitar castigar a nuestros pies y resto del cuerpo en terrenos más propios del resto del año (como lo son los de media y baja montaña). Atención a si tu actividad incluye tramos sobre asfalto, como por ejemplo el Camino de Santiago o pistas asfaltadas que conduzcan a un refugio cerrado al tráfico público, pues el alquitrán estará entre 5 y 15ºC más caliente que el aire ¡en una jornada a 30 o 35º tus pies y tu cuerpo se expondrán hasta unos peligrosos +40 a +50ºC!







