Todo corredor de montaña sueña alguna vez con participar y terminar el UTMB (Ultra Trail del Mont Blanc), la carrera de trail por excelencia, yo llevaba preparándome varios años para afrontar una prueba de este nivel en alta montaña, con 168 km y 10.000 m de desnivel positivo. Agosto de 2010 fue mi primera toma de contacto, después de 21 km infernales de carrera la organización decidió suspender la prueba por las adversas condiciones meteorológicas… pero no renuncié al objetivo, soy muy cabezota y había que volver a intentarlo un año más tarde.
29 de agosto de 2011, el parte meteorológico no es nada favorable, ¡¡qué suerte tengo!!, lleva dos días lloviendo, la dirección de carrera decide retrasar la salida 5 horas en busca de una mejoría de tiempo, cambio de estrategia, mal empezamos. A las 23:30, bajo una fuerte lluvia, se da la salida en Chamonix: salgo con todo lo que tengo para protegerme de la lluvia (hay que llevar un material obligatorio, entre él, una tercera capa impermeable) y llevo algo de ropa seca siempre en una bolsa estanca en la mochila.
En toda la noche no para de llover hasta el amanecer, en los primeros 42 km - duros por el frío en los collados a 2.000 m- sigo fuerte, aunque el frío empieza a aparecer en mi cuerpo, consumo más energía de la necesaria para calentarme, y estoy deseando que lleguen los primeros rayos de luz para recuperar calorías y energía. Me pilla el amanecer en el Coll de Bonhome, al coronar empiezo a no encontrarme bien, me pongo el gorro e intento animarme, psicológicamente es un palo duro ver que el tiempo no mejora, llevo toda la noche corriendo bajo la lluvia, la temperatura está por debajo de cero, pero confío en descender y entrar pronto en calor; el camino está algo nevado, me detengo por el intenso frío en las manos, ¡quién me lo iba a decir!, jamás pensé que tendría que parar a orinarme en las manos para descongelarlas; me las seco como puedo y me pongo unos buenos guantes que llevo, parece que empiezo a recuperar de nuevo temperatura. La larga bajada se me hace interminable. En el siguiente avituallamiento me paro a tomar un caldo caliente, ponerme unas mallas largas y una camiseta seca, continuo en carrera, 5 km después el frío persiste, estoy en el Valle de los Glaciares, comienzo la subida hacia el Coll de la Segne (km 55) y el tiempo cambia radicalmente, se pone a nevar ¡¡y el viento es gélido!!. Los primeros síntomas de la hipotermia aparecen, estoy mareado, el frío ya no está localizado, sino en todo el cuerpo y es constante, las fuerzas se agotan, comienzo a temblar, me encuentro muy torpe… paro de nuevo y a base de barritas energéticas, geles y unas pastillas de cafeína que llevo para el sueño intento recuperarme de nuevo, no puedo estar mucho tiempo parado, ya que el frío y el viento son infernales. Busco refugio en algunos corredores para no ir solo, pero no puedo seguir su ritmo, empiezo a tener una sensación de claustrofobia, quiero salir de allí ya cuanto antes, pienso en los grandes alpinistas y su capacidad de resistencia, hay que avanzar como sea, el miedo se apodera de mí. Parar y esperar un posible rescate en esas condiciones puede ser mortal. Me acuerdo en este momento de mi de mi hija y de mi mujer. Hay que llegar a Courmayeur (km 80) y abandonar cuanto antes, la montaña es inmensa, muy caprichosa y no siempre se muestra accesible, aprendí hace muchos años a respetarla y a no desafiarla. Mi agonía continua 25 km más, vuelve a salir de nuevo el sol, aunque el frío persiste, tengo calambres y mareos, mi obsesión ahora es ir mirando el suelo para cuando me desvanezca no golpearme con alguna piedra en la cabeza, no quiero ir solo y me resisto a pedir ayuda a los corredores que me pasan, mi cabeza está descoordinando completamente y nada de lo que hago o pienso tiene mucho sentido, el frío en el cuerpo ha pasado ya a un segundo plano.Tras 12 horas de carrera por fin al fondo del valle veo el pueblo, es mi salvación, desciendo como puedo y llego al polideportivo totalmente desconcertado, la mirada la tengo perdida, la gente me anima a seguir, mi escala de prioridades ha cambiado radicalmente, ahora solo quiero VIVIR. ¡Fin de la partida! Esta aventura ha dejado una huella imborrable en mi memoria y he aprendido mucho de ella, todas las precauciones que puedas tener en montaña son siempre pocas, yo a pesar de todo estaba bien preparado y llevaba material de primer nivel, aun así… no eres invencible.
5 consejos para no quedarte frío
Lleva ropa y equipo adecuados: imprescindible usar gorro (la mayor parte del calor se pierde por la cabeza), y prendas de tejidos sintéticos, lana y pluma. Los tejidos hidrófilos, como el algodón, conservan peor la temperatura ya que absorben más humedad que al evaporarse roba calor al cuerpo.
Mantener una buena forma física va a retrasar el agotamiento, primer factor de riesgo para la aparición de la hipotermia. También es importante el conocimiento del medio físico y de la climatología: evitar exponerse al viento y hacer paradas muy prolongadas.
Evitar sudar en exceso (realizar un sobreesfuerzo muy abrigado).
Comer y beber adecuadamente: la resistencia orgánica al frío depende muy directamente de la cantidad de calor que es capaz de producir un organismo, y para producir calor se necesita combustible, o lo que es lo mismo: comida. Las personas que no tienen una dieta rica en vitaminas y carbohidratos son más propensas a quedar paralizadas por el frío.
Mantén libre tu nariz y boca para respirar adecuadamente.