El pueblo úrsido está bastante distribuido por la tierra, aunque en lugares como España, Francia y otros países de la Europa más habitada su población (Oso Pardo) es casi anecdótica; en la Europa del Este y la extinta URSS son más que abundantes; en Escandinavia tienen una presencia al menos superior que en nuestra cercana Europa, y en las islas árticas europeas y en la costa rusa siberiana hay una población estable de osos polares. También hay varios tipos en Asia, desde pardos a malayos (estos son más temidos que los tigres); pero sin duda América es la patria de los osos: Norteamérica puede presumir de negros (los más abundantes), pardos (grizzlis y Kodiak), variantes del pardo y hasta en el Norte extremo de osos polares, y en Sudamérica existe el “Oso de anteojos”, pero es tan raro que seria una suerte verlo.
El ataque del oso
Se conocen dos tipos de ataques de oso: el defensivo y el predador. El defensivo es el más común: el animal se siente acosado o tiene crías y carga contra nosotros; puede ser que cargue y se retire si nos vamos alejando muy, muy despacio. Pero... ¡nunca corras! Él puede hacerlo a 50 km/h, y si corres seguro que ira detrás. Subirse a un árbol no es una buena opción si el que te persigue es un oso negro, pues trepan muy bien. En caso extremo hacerse el muerto puede salvar tu vida, pero seguro te llevarás algún zarpazo. Un golpe en el hocico, una ráfaga de spray especial anti-osos o un disparo son el último recurso.
Aunque los polares tienen peor fama en cuanto a fiereza, suelen resultar más peligrosos sus primos “morenos” (pardos, negros y asociados); éstos, en los lugares donde son abundantes, se acercan más a casa o a campamentos: los osos son omnívoros y los humanos solemos llevar comida. La clave para no tener encuentros con ellos es evitar primero los olores que puedan atraerlos. Esto no es posible al cien por cien, pero puede minimizarse con unas simples normas:
1 Nunca tengas cerca comida o cosas que huelan como perfume (o incluso repelente de mosquitos, que es siempre nuestro punto débil; al menos no lo impregnes por toda la tienda y procura no echarte cuanto estés dentro); también los tampax o compresas e incluso calcetines muy olorosos deben apartarse; aunque no está claro que el calzado los atraiga, por precaución puede meterse en bolsas de plástico.
2 No cocines cerca de la tienda; sepárate unos 30-40 m de ella: haz un triángulo con tu tienda en un vértice, la cocina en otro y separado de ella a otros 20-30 m el lugar donde dejas la comida.
3 Mete los alimentos que huelan en una bolsa o mejor, bidón estanco, y cuélgalas alto, en la rama de un árbol. Puedes poner los cacharros de cocina encima de los bidones, de esta forma si van los osos a la comida y mueven la bolsa, tirarán los cacharros y montarán un buen escándalo. En parques nacionales muy transitados las medidas “anti-oso” están normalizadas: hay cajas metálicas a prueba de osos o palos para colgar la comida.
4 Si cocinas mejor no duermas con la ropa con la que has cocinado.
5 Mantén limpio el campamento y no tires basura.
6 Lleva siempre un spray anti-osos (son de cayena o pimienta). En canada y EEUU se compran en armerías o tiendas de deportes al aire libre, permiten hacer varias ráfagas y alcanzan unos 5 metros de distancia. ¡Eso sí, la dirección del viento debe ir de ti al oso!
7 Una simple cuerda alrededor de la tienda con tiras de plástico colgadas puede también detenerlos, aunque un oso puede pasar entre tiendas sin hacer nada a nadie, salvo que salgas y se vea amenazado o huela algo apetecible dentro; para asustarle, encender una linterna sin salir puede ser una buena idea.
8 De día lo importante es no sorprender al animal, sobre todo si tiene crías o no tiene sitio donde huir. Hablar o hacer ruido mientras vamos caminando es el mejor “aviso” para el oso, así sabrá que venimos; si lo sorprendemos lo mejor es hablarle tranquilamente, y si no tiene sitio por donde huir, hay que retroceder suavemente dejándolo espacio para escapar.
9 Si hubiera que correr (sólo como recurso extremo) por ejemplo, para meterse en una casa, puedes tirarle algo de ropa, o la mochila; esto puede hacer que se pare. Los osos tampoco corren bien cuesta abajo, pero probablemente lo hacen mejor que tú.