Vivimos en la era light y el “sin gramo de grasa” es como un dogma en lo que a vida deportiva y sana se refiere. Pues bien, el cuerpo humano es sabio: cuando algo nos sobra lo almacena como grasa para cuando venga el invierno; como ya no somos cazadores-recolectores ni vivimos con miedo a las hambrunas medievales, eso ahora no es tan necesario, salvo que estemos expuestos por algún tiempo a bajas temperaturas o sumergidos en agua fría. Este es un concepto básico para los exploradores polares, los marinos o los alpinistas de antes, cuando algunas montañas se subían a base de días y esfuerzos sobrehumanos colgando de una pared o ascendiendo laderas sin fin bajo los efectos de la altura, que te quita hasta las ganas de comer. Las reservas de grasa (no hace falta convertirse en Michelín) hacen que el cuerpo resista mejor el frío.
Es simple; si hacen falta unas 6.000 calorías para funcionar con climas muy fríos, a ver quién es el guapo que se las mete en una dieta que se pueda llevar a cuestas y para varios días. La razón es que haría falta mucha cantidad de comida, más de un kilo por día. La otra solución es subir el aporte calórico y, como milagros no hay, esto solo se consigue a base de grasa.
Cruzando Groenlandia, y dado que las condiciones fueron un poco perras, nos extendimosuna semana más de lo previsto. Mi amigo Manuel Mallo les había comido el coco a Marga u a Oscar para llevar menos comida, y a pesar de que yo insistí, eran mayoría. El desenlace fue una semana de racionamiento y una llegada a la costa sin nada de comida. Una de las cosas que nos salvaron fueron mis 2 litros de aceite. Tres de nuestros estómagos aguantamos más o menos esa ingesta excesiva de aceite de oliva, pero Mallo, que debería comer más sano que nosotros en su casa, tuvo algún molesto problema con la dieta. Las fotos del día de llegada son también significativas: parecemos salidos de un campo de concentración, sobre todo los que tenían mejor línea al empezar.
Nutrición básica
Ahora viene una clase de dietética impartida por el célebre Doctor Barrallo doctorado en la UPPC (Universidad Popular de la Puta Calle).
El cuerpo humano tiene dos malas costumbres:
1) necesita comer y beber regularmente.
2) exige más alimento para conservar la temperatura corporal.
Claro que todo es un poco más complejo: estamos hechos de agua en un tanto por ciento altísimo, por lo que necesitamos agua para recuperar el peso que perdemos con el sudor, por ejemplo. Necesitamos sodio para retener este agua en la células, y también potasio, que interviene en que el corazón funcione correctamente. El magnesio y otros elementos minerales y las vitaminas son también importantes a medio plazo sirven para que funciones vitales como la circulación, la visión o nuestras defensas funcionen correctamente. Sobre todo necesitamos combustible para funcionar, mantener las funciones fisiológicas varias y generar calor. La “gasolina” que podemos tener a nuestra disposición:
- Hidratos de carbono de asimilación rápida y lenta. Combustible rápido que se convierte en glucógeno.
- Las proteínas son un combustible de asimilación más lenta, también reparan y reconstruyen nuestro organismo.
- Grasas que pueden convertirse en energía: el cuerpo convierte en grasa el combustible que no quemamos para tirar de él cuando agotamos el glucógeno (tras unas horas de ejercicio).
Las proteínas nos aportan 4 Kcal/g, los hidratos de carbono otras 4 Kcal/g, mientras que las grasas o lípidos aportan 9 Kcal por gramo. Como se ve, las grasas proporcionan el doble de energía con igualdad de peso. También es importante ingerir un ml de agua por cada Kcal aportada. Con ingestas muy calóricas (6.000 Kcal), es muy importante beber más agua.
El ajuar
Cocinar a bajo cero puede no ser tan simple. Algunos alimentos tienen la mala costumbre de congelarse cuando la cosa se acerca a -20º, incluso antes. Además como el agua suele brillar por su ausencia, fregar suele ser cuando menos desagradable. Sin algo que produzca llama en estas situaciones puedes considerarte un perdedor. Sobre estos “cacharros” las mezclas de butanopropano son cómodas, pero con frío tardan en arrancar salvo que abrigues el cuerpo del cartucho antes de empezar. El alcohol no tiene el suficiente poder calorífico. Con sus pegas, es la gasolina la que se lleva la palma. Como me decía un vendedor: “mosquea que te den un kit de reparaciones”. No le faltaba razón, estos aparatos son un universo, de hecho fiarse de ellos pude ser un desastre; he llegado a tener tres fuera de combate de cuatro que llevaba trabajando con un grupo de clientes en Svalbard. Saber desmontarlas, desatrancarlas y lo que es mejor, evitar que esto pase, es el ABC de un explorador polar.
Sobre lo de encender nuestras cocinas dentro de una tienda, ya sé que los fabricantes no lo recomiendan, pero sin hacerlo habrían fracasado todas las expediciones polares desde los pioneros a la actualidad. La única fuente de calor en estas tierras polares, a parte del humano, es una cocina calentando una tienda. La ruleta rusa de encender dentro es aún más excitante cuando tienes un arma cargada y con 5 cartuchos más en el porta de la culata. Por ello mi menda no vio muy operativo lo de la clásica tablita de madera que llevaba todo el mundo y decidió innovar con dos bandejas de horno del todo a cien: una evita que la gasolina si hay una fuga se extienda por la tienda, la otra puede sofocar la llama hasta que cierras la llave y sacas la cocina a la nieve.
Mi ajuar de cocina trabajando en el Ártico con grupos de unas 9 personas se compone de:
- 2 perolos, tamaño en función del grupo.
- 2 teteras de 3 litros :una tetera aunque sea pequeña es vital para fundir nieve o hervir agua.
- Una sartén ligera de teflón sobre todo para descongelar comida.
- Una tapa de aluminio de las “del chino”.
- Algún tapiz de silicona para poner cosas calientes en el suelo de la tienda.
- Una espátula de madera o un cazo de servir y 2 pinzas de manejar cacharros.
- Un colador: sobre todo en zona de bosque la nieve está llena de objetos vegetales no identificados.
- Cepillos para fregar, estropajos metalicos: uso agua caliente o jabón ecológico, lo demás contamina demasiado.
- Bayetas para secar.
- Bolsas de cierre por presión de varios tamaños. Algunas botella de medio litro para llevar aceite.
- Bolsas de plástico grandes y algún cazo para almacenar y sacar nieve para fundir, amén de los termos del personal para sacar el agua.
- Cuchillo con filo de sierra para cortar bloques de nieve dura.
- El kit de cocinas descrito antes más algunas botellas de repuesto y un bidón y embudo para la gasolina.
- Mecheros varios y cerillas.
A comer con cuidado ahí fuera.