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“El océano es nuestro primer accionista”

Faro Ocean52: luz en el océano

Francisco Javier González García

4 minutos

El surfista Mathieu Crepel, embajador de la marca

Cuanto más conoces más amas. Cuanto más amas, más proteges. Un planteamiento simple para una inspiradora jornada de charlas, proyecciones y experiencias personales para dar luz sobre el futuro del océano, de la mano de algunos de los protagonistas del deporte y la aventura en España a los que hemos tenido la oportunidad de entrevistar en exclusiva.

“Es una apuesta arriesgada, y por eso la apoyamos", Kepa Acero

“Ojalá de aquí salgan más activistas de los que entraron", nos dice Olga Villacañas, cofundadora de la marca Ocean52 en la presentación del evento que han organizado en Madrid. “La idea del encuentro es lograr una transformación personal que nos lleve a la acción“, nos comenta. Para ello cuentan con la ayuda de parte de sus embajadores: Manuel San Félix, biólogo marino y cámara submarino del programa Pristine Seas de National Geographic, a Kepa Acero, surfista explorador del mundo y a Antonio de la Rosa, deportista extremo que acaba de cumplir el reto de ser el primer hombre en cruzar el océano Pacífico en solitario a bordo de un paddle SUP.

“Olga Villacañas en la presentación del evento

Todos ellos apoyan el reto de Ocean52, la marca de bebidas saludables que destina el 52% de sus beneficios a la protección de los océanos. Si, habéis leído bien: el 52%. Como nos comenta Kepa Acero: “Es una apuesta arriesgada, y por eso la apoyamos".

SANTI MIER, socio fundador de Ocean52

Santi MIer

¿Qué te llevó a la creación de este producto?

Ocean52 nace de combinar dos pasiones: por un lado la alimentación saludable y por otro lado el océano. Me encanta nadar, bucear, surfear. El mar me ha cautivado siempre. Así que intentamos crear una empresa para intentar identificar productos o ingredientes saludables que vinieran del mar, y lo que sucedió fue una conversión total. Porque montamos la empresa rodeados de biólogos marinos, surferos, nadadores, regatistas, y a medida que íbamos conociendo las maravillas del océano también descubríamos que lo tratábamos fatal. Y ahí es cuando empezamos a tomar decisiones muy drásticas como no utilizar plástico ni aunque fuera reciclado o reciclable, porque hay un exceso ya constatado en el océano y no podemos seguir produciendo más, hasta que llegamos a la conclusión y decisión más bestia que fue decidir ser la única empresa del mundo que destina el 52% de los beneficios a la protección del océano durante 52 semanas. Nosotros hemos nacido con una clara idea de generar un impacto real, de transformar una industria que actualmente contamina el océano, en una industria no sólo respetuosa sino que además lo protege.

El 52%. Sin duda una apuesta arriesgada, y un mensaje muy potente.

Yo creo que no tiene mucho sentido que las empresas se enriquezcan a costa de una parte de la cadena de valor. No tiene sentido generar un beneficio para unos pocos que ponen dinero y no generarlo para todos. En nuestro caso si vamos a tener éxito es porque vamos a utilizar ingredientes del océano, porque nos rodeamos de gente muy conocedora del océano y siempre hemos dicho que el océano es nuestro primer accionista. Es verdad que es más difícil hacerlo así, pero actualmente tenemos una necesidad imperiosa y urgente de cambiar la forma de hacer negocios. Sabemos que una economía de mercado tal y como está funcionando actualmente genera mucho efectos negativos que han de cambiar. Queremos ser una empresa de impacto. Tanto los fundadores como todos aquellos que nos están apoyando están adquiriendo este compromiso de donar el 52% de los beneficios. Igual no estamos tan locos. Igual estamos ante el inicio de un cambio de mentalidad. Ojalá.

“El océano es nuestro primer accionista"

¿Hay alguna imagen que personalmente te haya impactado más a la hora de darte cuenta de la urgencia que tenemos con los océanos?

Hay una anécdota. Tengo tres hijos, y el otro día estábamos en una playa del Cabo de Creus recogiendo piezas de platico. Y me acordé que cuarenta años atrás yo estaba haciendo lo mismo con mi madre, pero yo estaba recogiendo conchas, espardeñas… todo aquello que el mar nos traía, que era una riqueza. En cuarenta años el mar ha pasado de ofrecernos su riqueza a que nos devuelva toda la porquería que le hemos dado.

¿Tienes esperanza?

Es muy difícil, pero cuando hablo con gente experta me doy cuenta de que no hay opción de bajar los brazos y ser pesimista. Cualquier paso que de adelante es esperanzador. Nos podemos romper la crisma poniéndonos pesimistas, pero si hoy estamos aquí generando este impacto positivo, yo tengo esperanza. Yo he cambiado, mi familia ha cambiado ¿por qué no podemos cambiar todos, o al menos una gran parte? Seguir de la manera que lo estamos haciendo ya sabemos adónde nos lleva. Entonces habrá que probar otras formas de hacerlo, e igual nos tenemos que dar de bruces con la realidad. Pero morir sin haberlo intentado es peor.

Hemos nacido con la clara idea de transformar una industria que actualmente contamina el océano, en una industria no sólo respetuosa sino que además lo protege.

¿La industria alimentaria puede hacer mayores esfuerzos para proteger el medio ambiente?

En todas las industrias hay tomate. La diferencia es que ahora lo sabemos y somos conscientes. Antes probablemente teníamos información pero no éramos conscientes de una de las grande verdades que es que nuestro sistema de consumo es seguramente el causante de lo que está ocurriendo. Antes sabíamos que utilizábamos los recursos de una forma no óptima, ahora ya sabemos las consecuencias. Y cuando la gente conoce las consecuencias toma decisiones. Soy optimista porque creo que la capacidad humana de solventar problemas es ilimitada. Lo que no soy tan optimista es en cuanto a los plazos.

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