Cómo no contribuir al desastre a la hora de adquirir material outdoor

Hoy 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental

Tino Núñez

Día internacional Educación Medioambiental
Día internacional Educación Medioambiental

Hoy 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental, una efeméride que tiene su origen en 1975, año en el que se organizó en Belgrado el Seminario Internacional de Educación Ambiental y que contó con la participación de expertos de más de 70 países. En este congreso se establecieron los principios de la educación ambiental en el marco de los programas de las Naciones Unidas. Y como resultado se publicó la Carta de Belgrado, en la que se plasman las reivindicaciones fundamentales de la educación ambiental, cuyas metas son: formar una población mundial consciente y preocupada con el medio ambiente y con los problemas asociados, y que tenga conocimiento, aptitud, actitud, motivación y compromiso para trabajar individual y colectivamente en la búsqueda de soluciones para los problemas existentes y para prevenir nuevos.

Sus principales objetivos son: 

  • Hacer que las personas tomen conciencia y se sensibilicen con respecto a los problemas medioambientales de su entorno, para que puedan buscar, proteger y brindar soluciones a los mismos.
  • Educar a la sociedad para que entiendan que es el medio ambiente, su importancia y el delicado equilibrio que existe entre hombre y naturaleza.
  • Sembrar valores medioambientales.
  • Ayudar a los grupos sociales a desarrollar las habilidades necesarias para buscar soluciones a los problemas ecológicos de su entorno inmediato.
  • Llevar las estadísticas de la realidad en materia medioambiental y enseñarle a las personas a evaluar la evolución del proceso, bien sea para evidenciar la mejoría o detectar una problemática que se les está yendo de las manos.
  • Incentivar la participación de la sociedad en la búsqueda de soluciones a los problemas del medio ambiente y a que ellos tienen el deber de exigirle a los gobiernos que tomen medidas.

 

Nosotros vamos a aportar nuestro granito de arena y a recuperar unos consejos sostenibles y didácticos de nuestro experto Tino Núñez para estar más formados a la hora de adquirir material outdoor.

 

Lo primero: informarse

Según la actividad de montaña qué practiquemos nuestro material incluye más o menos plásticos y en menor medida diferentes metales. Así, un senderista puede llevar un calzado de piel natural curtido con sales de cromo (un proceso muy contaminante), un montañero una chaqueta hidrofugada exteriormente con perfluorocarbonos (dañinos para el medio ambiente) o un alpinista un piolet para cuya elaboración se han empleado metales y procesos por lo general poco sostenibles.

Todo nuestro material, salvo rarísimas excepciones artesanales, está fabricado industrialmente y según la ONU son precisamente las industrias las responsables del 10% de las emisiones de carbono en el planeta y del 20% de la producción de aguas residuales. La industria petrolera constituye la principal industria contaminante (y del petróleo se obtienen plásticos y el combustible con el que transportar los productos que consumimos), pero la segunda más relevante es la textil y ahí sí nos sentimos más responsables los consumidores. Cada español consume de media 65 prendas al año y quienes salimos a la montaña compramos (y desechamos) mucha más ropa que hace sólo dos décadas. Entre nuestros principales “enemigos” deberían estar:

 

  • El poliéster, presente sobre todo en forros polares, chaquetas térmicas y sacos de dormir sintéticos, camisetas tipo primera capa o calcetines técnicos. Un solo lavado libera multitud de microfibras –unas 50.000- que fluyen desde nuestra lavadora a los ríos y al mar, porque los filtros existentes no pueden retenerlas. Estos microplásticos, al igual que los presentes en detergentes y champús, están depositándose en el mar y siendo ingeridos por los animales que viven en él (incluidos buena parte de los peces que comemos).

 

  • Algodón no orgánico. Para su cultivo se emplean fertilizantes y pesticidas que contaminan el suelo y los acuíferos, por no hablar de que un pantalón vaquero de bajo coste que no durará más de 2 años necesita unos 10.000 litros de agua para su fabricación , agua que nunca más podrá ser potable… El 95% del algodón mundial es OGM, organismo genéticamente modificado, lo que daña también la vida del subsuelo y lo empobrece.
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  • Los perfluorocarbonos, presentes en el hidrofugado exterior de la mayoría de las chaquetas impermeables, que con la lluvia y el lavado pasan con facilidad al suelo o a los mares, es 6.500 veces más contaminantes que el dióxido de carbono. Estos PFC, muy habituales como acabado antimanchas e hidrorrepelentes son identificados como tipo C8 y aún son poquísimos los confeccionistas que lo han sustituido por el menos contaminante C6. Greenpeace denunció hace pocos años y con escaso éxito que las 19 principales marcas de vestimenta de montaña a nivel mundial usaban esos PFC. Sólo unas pocas firmas tomaron en serio el estudio, la casa Gore se ha comprometido con Greenpeace a eliminar en 2020 el PFC del 85% de sus laminados y a que en 2023 el cien por 100 de su producto estrella (el Gore-Tex) esté fabricado con PTFE o Teflon expandido sin perfluorocarbonos.

 

  • El PVC, aún presente en colchonetas de bajo precio para dormir y gimnasios, cierto tipo de guantes finos, cajas para almacenar objetos (incluido nuestro material) en casa, es extremadamente contaminante durante su producción e incineración, pues incluye cadmio, bisfenol-A y genera dioxinas cancerígenas.

 

  • La fabricación de calzado también provoca una importante emisión de dióxido de carbono, entre 1,3 y 25,3 kilogramos de dióxido de carbono, por lo que comprar modelos de bajo coste para desecharlos más a menudo que un modelo de calidad superior no es precisamente optar al premio del año como buenos ciudadanos (que evidentemente no existe). 

 

  • Respecto al material metálico utilizado en la montaña sólo podemos identificar los bastones de trekking de bajo coste como un producto poco verde por su limitada duración. Los productos metálicos utilizados en escalada y alpinismo, como mosquetones o anclajes, se fabrican con aluminios y aceros especiales, que emiten a la atmósfera( para su transformación desde el mineral  a la materia prima utilizada por el fabricante) desde 0,2 a 9 kilogramos de CO2 por cada kilogramo de metal. Este material afortunadamente resulta mucho más duradero que el utilizado en otras actividades para la naturaleza –más basado en plásticos- y su longevidad oscila de 10 a 50 años según el tipo de producto.

 

Lo segundo: ser consecuentes  

En Europa se utilizan más de 150.000 compuestos químicos, cuya toxicidad a medio y largo plazo de desconoce, pues sólo se han estudiado a fondo unos pocos por increíble que parezca. El boro por ejemplo se emplea como retardante del fuego en tiendas de campaña de gama alta y aunque su uso comienza a cuestionarse en Estados Unidos , los europeos apenas hemos oído hablar de ello.

No es muy congruente obsesionarnos con qué compuestos o tóxicos están presentes en nuestro material de montaña y luego relajarnos en nuestra vida diaria, que es realmente la más contaminante y perjudicial tanto para el planeta como para nuestra salud. Se calcula que de media un madrileño que viva en la capital tendrá una longevidad 5 años inferior a a si habitara en un pequeño núcleo rural con aire limpio. Y es que en todo esto intervienen las emisiones de provenientes del transporte (en Madrid hay 200.000 repartos diarios de mercancías), uso del coche privado (un millón de vehículos en la capital citada), la climatización de nuestras casas o las ingentes cantidades de basura que generamos y que se incinera ¡incluido material deportivo no vendido por diversos fabricantes!

En las redes sociales o en las montañas se ven consumidores presumiendo de utilizar caras prendas confeccionadas con material reciclado, que han viajado más 10.000 kilómetros hasta nuestro hogar, contaminando más que si hubiesen adquirido un producto nuevo fabricado en España. Si quieres consultar qué empresas incumplen más sus compromisos con el medio ambiente, contaminan más o están entre las principales responsables del cambio climático, consulta la web de Greenpeace España.

 

Lo tercero: qué hacer

  • Ante todo hay que  informarse más para poder actuar de manera individual, concreta y autocrítica. Un ejemplo: si consulto los datos de cuánto contamina ir en coche y lo comparo con la huella de carbono de la mochila de la que me he encaprichado (pero que en realidad no necesito), posiblemente opte por quitarle importancia a mi  compra compulsiva ¡y eso no es muy responsable de cara al medio ambiente! La mayoría de los productos ultraligeros duran entre la mitad y la cuarta parte que los de peso estándar, su uso generalizado a menudo no está justificado técnicamente porque apenas ahorran gramaje total al transportarlos con otros productos cuyo peso real desconocemos (desde comida a un forro polar).

 

  • Reducir nuestro consumo es más importante que obsesionarse con qué productos son nocivos para el medio ambiente. Si compras menos y sólo artículos duraderos, evitas emisiones de contaminantes, se ahorra energía, agua y no participas en la locura de generar desechos sin límite, buena parte de ellos acaban incinerados –dañando aún más la atmósfera- o enviados a países pobres en barcos para su amontonamiento en inmensos vertederos.

 

  • Comprueba si tu posible compra lleva una etiqueta informativa sobre la sostenibilidad del producto: si incluye material reciclado, si está fabricado cerca de tu residencia (y no en un país tan lejano como China o India), presenta certificaciones Oekotex (ausencia de textiles o fabricación nocivos para la salud) o Bluesign (textil poco contaminante y “amigo” de la piel) o ecoetiquetado claro (donde la calificación A es lo más “ecológico” y E lo menos), esto último aún por desgracia muy incipiente pero que ya existe en los electrodomésticos.
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  • Si vives en una gran ciudad usa el transporte público para ir a comprar a puntos de venta físicos en vez de hacer pedidos on line, que contaminarán irremediablemente cuando el transportista o Amazon los entregue en tu domicilio.

 

  • Intenta en la medida de lo posible adquirir productos fabricados en España y países cercanos para reducir la huella de carbono. Parte de tu textil podrá cambiarse por opciones alternativas al poliéster y mucho más sostenibles, como la lana merino para forros polares o calcetines invernales y el algodón orgánico para pantalones o sudaderas que usemos en verano en actividades con buen tiempo garantizado. Si los ciudadanos nos concienciamos y exigimos a los gobiernos que se creen nuevas normativas más exigentes para cuidar el planeta, todos saldremos ganando.

 

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