Manú, como le llaman al presentármelo en la presentación de Faro52, es biólogo marino y explorador de National Geographic. “Soy un biólogo con una cámara", me dice. Trabaja como documentalista subacuático del equipo de Pristine Seas, “el proyecto responsable de casi el 80% de los espacios protegidos marinos del planeta", me aclara. Ha pasado ya casi cuatro décadas bajo el mar “y en ese tiempo el deterioro de los ecosistemas marinos ha sido clarísimo". Su amor por el Mediterráneo le ha llevado a trabajar en el documental “Salvemos nuestro Mediterráneo", en el que se visualiza claramente el declive de su biodiversidad.
En tu larga e intensa trayectoria vital en los océanos ¿cuál es la imagen que más te ha impactado?
Elegir una me resulta difícil, porque estoy todo el día… Llevo como buceador 38 años y entonces he visto muchísimo; me vienen bastantes a la cabeza, y sobre todo me quedo –más que con una en concreto- con un cambio, una situación: me entristece que, yo tengo 55 años, los últimos cuarenta años ha habido un empobrecimiento clarísimo del medio natural: pérdida de biodiversidad, presencia de agentes contaminantes, plásticos… Es como un castillo de arena que se está desmoronando, y eso te preocupa y te entristece. Pero yo intento concentrarme en hacer mi trabajo y luchar para evitar eso.
¿Qué cambios se han producido en tu día a día a raíz de esta conciencia medioambiental?
Sobre todo los últimos cinco años. Lo que vez me solicitan más. Ahora estoy aquí dando una charla, he estado comiendo antes con el consejero delegado de una compañía importante, el viernes estuve en Barcelona en un programa de televisión… Lo que sí veo es que mi vida personal está cambiando porque hay una atención de la sociedad a algo que cuando yo empecé con la biología… ¡a la conservación no le prestaba nadie atención! Obviamente la situación es preocupante, pero obviamente ha habido una reacción, y ahora percibes que lo que opinamos y sabemos los biólogos marinos se valora mucho. Y así tiene que ser, porque hay que cambiar, hay que revertir la situación.
¿Tienes esperanza en ese cambio?
No es el momento de la esperanza. La esperanza es cuando a uno no le queda nada. Yo creo que sí. Creo que van a venir momento durísimos, pero tenemos el conocimiento y la tecnología para vivir como vivimos ahora en términos de confort y transporte, etc, pero sin estar dejando la huella tan bestial, con un coste tan grande para el planeta. Podríamos tener viviendas que prácticamente no consumiesen, y sin embargo al revés, cada vivienda es un agujero negro de consumo de agua, de energía, generación de basura. Y eso lo podemos hacer bien. Lo que pasa que al ser humano lo que más nos cuesta es cambiar. Y es el momento de dar un cambio como civilización.
Una revolución diría. Más incluso que la revolución industrial…
Exactamente. Es un cambio como civilización. Hubo una época que gracias al control de la energía, básicamente de los combustibles fósiles, nos encontramos con un subidón de comodidades nuevas. Oye, fenomenal: vivimos como nunca. Lo único que si seguimos así nos quedan cuatro días. Además con un crecimiento tan brutal de población que no tiene freno. Es como un suicidio, un harakiri. Ahora lo sabemos y toca parar. Sabemos hacerlo bien. Vamos a hacerlo bien. No hay opción b.
Es como un suicidio, un harakiri. Ahora lo sabemos y toca parar. Sabemos hacerlo bien. Vamos a hacerlo bien. No hay opción b.
¿Qué gesto cotidiano crees que puede marcar una diferencia mayor?
Uno solo es muy complicado, es un conjunto. Y además aquí el cambio tiene que ser por un lado la administración, que lo que tiene que hacer es legislar. Eso es lo que te hace cambiar. Siempre pongo los ejemplos del tabaco, el cinturón de seguridad… y es que a base de ley, de multas, nos educaron. Y lo mismo hay que hacer con los temas ambientales. Luego están las actuaciones de cada uno, que si hay una ley las cumpliremos seguramente. Pero para mí un gesto importantísimo: reciclar la basura. Es un peñazo, pero marca una diferencia. Los hábitos de consumo también, pero eso es muy difícil. Lo que hay que hacer es legislar.
¿Qué particularidades tiene el Mediterráneo respecto a los otros mares y océanos?
Los problemas que tiene el Mediterráneo son exactamente los mismos que tienen el resto de los mares y océanos: sobrepesca, contaminación, plásticos, especies invasoras… casi en ese orden de importancia. ¿Qué es lo que pasa? Que en el Mediterráneo todo sucede quince, veinte, treinta años antes ¿Por qué? Porque es un mar pequeño y prácticamente cerrado. Todo tiene más repercusión. ¿Qué significa eso? Es un mar en el que tenemos la oportunidad de aplicar el conocimiento y la tecnología para dar con las soluciones necesarias y exportarlas al resto del mundo.