Antonio de la Rosa llega a la convocatoria de Faro52 desde su casa en la Sierra de Madrid, donde tiene y gestiona la agencia Ciclo Lodge. Sonriente y animado, nos comenta sus proyectos de jornadas de entrenamiento y tecnificación, tanto para ciclistas como para amantes del Paddle Surf en invierno. En marzo se estrena un docu-reality sobre su experiencia en el Eco-Challenge en Fiji, en el que participó apenas una semana después de su travesía de San Francisco a Hawai en Paddle Surf… "Me salió mucho mejor de lo que esperaba, porque esperaba retirarme y no tuve que hacerlo".
¿La gente que vive del mar es la que más residuos tira? Pues parece ser que sí...
Pero ¿cuándo te has retirado tú?
Sí, sí, me he retirado veces. Cuando ves que no puedes… ¡y aprendes mucho de las derrotas!
Recuérdame alguna…
Pues ahora no me acuerdo… Bueno, a ver: cuando hice la primera travesía por el Círculo Polar Ártico, hice 800 Km y fui la primera persona en recorrer en Paddle Surf el Círculo Polar, pero mi primer objetivo era hacer dos mil kilómetros, y llegar hasta Thule, bien al norte. Vale que quizás no es una retirada, pero sí que lo es antes de tiempo sin completar todo el recorrido. Cuando quise hacer la Iditarod en fatbike también hice sólo la mitad… Es como si quieres subir al Everest y te quedas a trescientos metros. Es una retirada a tiempo, que se hace por seguridad, no porque te duela la cabeza o algo así, pero si hay que retirarse se retira uno. O en la Lapland Extreme Challenge que me tuve que retirar porque tenía congelaciones en los dedos; pues oye, por suerte pude volver al año siguiente y completarla.
Que la completaste tú solo.
Ese año sí. El año anterior dos personas. Y el año que lo hice yo batí el record.
A nosotros en la redacción nos deslumbró tú primera participación en la Rames Guyames…
Sí. Primera participación. Y gané.
Y además de una forma muy emocionante.
Sí porque fueron 64 días de carrera y yo me puse primero el día 60. Iba cuarto o quinto, pero los últimos días crucé unas corrientes que nadie más pudo cruzar, y en un día pasé de ir doce horas por detrás, a veinte o más por delante.
Tú que has tenido una relación con los océanos tan intensa. ¿Qué imagen es la que recuerdas con más dolor?
Estas travesías oceánicas se hacen porque te favorecen los vientos y las corrientes, porque mover un barco de 700 Kg lo mueves en agua plana a dos kilómetros por hora. Y la única manera de llegar desde la costa de California a Hawai es con las corrientes y vientos favorables. Yo antes de esta expedición ya sabía que iba a estar fuera del rebufo de corrientes que desplazan más residuos, pero aun así me encontré todos los días redes de pesca. O restos de aparejos. Y pensaba ¿la gente que vive del mar es la que más residuos tira? Pues sí. También hay que tener en cuenta que los embases de plástico son más finos, se degradan y hunden antes; las redes de pesca son gordas, tardan en degradarse, y me he encontrado con maromas flotando que a lo mejor tenían treinta o cuarenta años. El plástico de un solo uso, que yo creo que es el que más está afectando a los océanos, ese se degrada y se hunde rápidamente y no lo ves.
¿Y en tu vuelta a la Península en SUP?
Sí. Sobre todo en las zonas costeras cerca de núcleos. Y tengo grabado en la memoria como si fuera hoy el día que navegué por delante de Gijón, que fue el día siguiente de la noche San Juan. Ya sabemos cómo se ponen las playas esa noche, y que los botellones se montan a un metro del agua. ¿Cuál es el problema? Que dependiendo de cómo esté la marea, como suba a las siete de la mañana antes de que vengan los equipos de limpieza, pues la mitad de esos plásticos ya se los ha llevado el mar. Y me acuerdo que pasé a dos kilómetros de Gijón y aquello era un vertedero de plásticos que me dio muchísimo coraje. Porque todos esos plásticos posiblemente no vuelvan a la playa.
A raíz de estas experiencias tan cercanas ¿han cambiado cosas de tu día a día?
La verdad que sí, que cambias cosas hasta sin darte cuenta. Yo vivo en el monte, me gusta la naturaleza, y soy de esas personas que cuando salgo sin prisas con la mochila vuelvo con basuras recogidas del suelo. Eso lo he hecho siempre porque no me gusta encontrármelo. Y además tengo una empresa de turismo activo y hay gente que me viene con el cigarrito en la mano y lo primero que les decimos es que el monte no es un cenicero. Porque lo he visto muchas veces y da mucha rabia… y además intentamos inculcarle a los chavales esa filosofía. Eso llevamos muchos años haciéndolo porque creemos que es importante. Después de hacer expediciones y ver cosas como las que te he contado, y sorprendido con la cantidad de mierda que somos capaces de generar, pues me he ido concienciando un poco más, he intentado concienciar a más personas. Por ejemplo el planteamiento de haber llamado “Ocean Defender" al barco, el tema de los vídeos –que he logrado conectar con mucha gente que me sigue- que me ha permitido transmitir el mensaje también. Yo no sé realmente cuál es la solución, pero desde luego primero pasa por pequeños gestos como evitar tirar basura donde no corresponde, reciclar correctamente… Yo recuerdo hace años ver en una alcantarilla en el Tourmalet un mensaje que ponía: el océano empieza aquí.
¿Tienes esperanza en el futuro?
Sí porque nos las vamos a ver muy jodidas. De aquí a poco creo que va a haber cambios importantes que van a hacer cambiar la mentalidad de la gente. Yo creo que hay muchos países que están haciendo bien las cosas, sobre todo en Europa. Pero claro, a los que hay que tirar de las orejas es sobre todo a EEUU y China, pero claro, necesitamos sus productos. A lo mejor hay que plantear otro tipo de uso… y el tema de la ganadería… pero yo tengo esperanza.
Recuerdo hace años ver en una alcantarilla en el Tourmalet un mensaje que ponía: el océano empieza aquí.
¿Próximos proyectos?
Este verano quiero hacer una expedición en bicicleta. Quiero cruzar toda Europa con mi chica, que también es ciclista y siempre tiene ganas de hacer cosas conmigo, desde Tarifa hasta Cabo Norte. Unos 6500 km, sobre 250 kilómetros diarios. O sea que me toca ponerme las pilas. Y para las Navidades si todo va bien creo que podré hacer una nueva expedición polar.