La mayor satisfacción para quienes diseñamos itinerarios de turismo activo es encontrar recorridos que contengan el mayor número posible de atractivos, curiosidades y variedad de paisajes que conviertan el viaje en una experiencia inolvidable. El cicloturismo ligero o bikepacking siempre es un desafío para llenar el camino de estampas interesantes y lugares que aporten diversidad de valores ambientales, culturales y etnográficos, porque un paisaje sin los usos tradicionales construidos en el medio rural por los seres humanos en la forma de habitar y aprovechar los recursos es “simplemente paisaje”, que en muchos lugares es suficiente cuando el entorno es naturaleza libre y salvaje. En los ciclo viajes de varios días además de ambiente natural es importante encontrar también la historia humana de esos paisajes y las huellas que han dejado las poblaciones con los viejos estilos de vida, es un esencial del cicloturismo, aunque muchas veces estén expuestos en centros de interpretación o reservados para momentos de folclore y exaltación popular en las fiestas tradicionales. La sociedad avanza muy rápido, la realidad enseguida se convierte en recuerdo y viajando en bicicleta, a 17 kilómetros por hora, es fácil sentir intensamente las maravillas del mundo.
La Red de Caminos Naturales es una apuesta segura en el momento de buscar itinerarios de bikepacking y cicloturismo de varios días porque uno de los pilares principales en la elección de los itinerarios es la recuperación y puesta en valor de todo ese contenido cultural, histórico, etnográfico y ambiental, usando antiguas vías férreas, calzadas romanas, vías pecuarias, caminos históricos o veredas tradicionales usadas por las poblaciones de todos los tiempos en la vida cotidiana como caminos de comercio, comunicación, invasión o búsqueda de recursos, son las líneas donde están escritas las páginas de la vida rural y el desarrollo de los pueblos españoles. En esta ocasión he preparado un recorrido de cuatro días apto para bicicleta de gravel, salvo un par de tramos no ciclables que aviso con tiempo, combinando los Caminos Naturales de la Val de Zafán, del Matarraña-Algars y del Ebro, pedaleando en parte de las provincias de Teruel, Zaragoza y Tarragona, con un punto estelar en la desembocadura del Ebro, un precioso finis terrae que adquiere un valor especial cuando se llega en bicicleta a la orilla del mar siguiendo la orilla del río. Y por el camino tierras de vinos, aceite y almendras, espacios naturales, escenarios de batallas históricas, lugares de gastronomía, pueblos medievales y bellos paisajes de sierra, vega, mar y montaña.
Es difícil destacar un tramo por encima de otro, cada jornada es distinta, única y tiene paisajes muy particulares y variados. La Vía Verde de la Val de Zafán tiene un encanto especial, es una de las vías verdes españolas recuperadas para usos de ocio activo más espectaculares y sorprendentes. El ferrocarril fue construido entre 1882 y 1895 para comunicar La Puebla de Híjar, en Teruel, y Sant Carles de la Rápita por Alcañiz y Tortosa, buscando una salida al mar de los productos agrícolas del interior. Primero se levantó la vía hasta Alcañiz y las obras se paralizaron. En 1942 consiguieron llegar los trenes a Tortosa pero no se pudo cumplir el sueño de llegar con las vías hasta la orilla del Mediterráneo. El tramo actual entre Alcañiz y Valdealgorfa está sin acondicionar y no es óptimo para ir en gravel. El viaje cicloturista comienza en la estación mudéjar de Valdealgorfa, donde está el popular Túnel del Equinoccio, un largo túnel de 2,4 kilómetros de longitud que por la orientación coincide con la salida del sol durante los equinoccios.
La primera etapa es un recorrido campesino por el valle agrícola del Matarraña, plagado de castro íberos, ruinas romanas, pueblos medievales y vegas de frutales acopladas en los bellos meandros del río, terminando la jornada en Fayón y los escenarios que fueron protagonistas de la célebre batalla del Ebro, una de las grandes contiendas bélicas de la guerra civil española. El segundo día es para recorrer el valle del río Ebro, inmenso y lleno de pueblos históricos, reservas naturales y caminos fascinantes para viajar en bici, con dos puntos no ciclables en el Pas de l’Ase y el Pas de Barrufemes. En la tercera jornada llega la visita al Parque Natural del Delta del Ebro y gran parte de la Vía Verde de la Val de Zafán, una travesía cicloturista fantástica que salva la Cordillera Costera mediante 28 túneles excavados en profundos barrancos serranos. El cierre del viaje es una etapa corta para volver hasta Valdealgorfa desde Horta de Sant Joan pasando por los impresionantes viaductos de los ríos Algars y Matarraña, descubriendo obras extraordinarias de la ingeniería ferroviaria de otras épocas.
DATOS
- Punto de partida y llegada: Valdealgorfa (Teruel).
- Tiempo: 4 etapas.
- Distancia: 365 kilómetros.
- Desnivel positivo: 3.140 metros.
Etapa 1. Valdealgorfa/Fayón
85 kilómetros. 730 metros positivos.
Los ingenieros que diseñaron el ferrocarril de la Val de Zafán tuvieron la maestría, seguramente imprevista, de calcular con toda exactitud el túnel de Valdealgorfa para que la boca oriental coincida con la salida del sol el día del equinoccio de otoño, cuando los rayos del gran astro solar entran directamente en la recta de dos kilómetros y medio que mide el túnel y crean una magia especial. La entrada occidental del famoso Túnel del Equinoccio está en la estación de Valdealgorfa pero tiene una puerta que avisa de la falta de mantenimiento. Los hitos del Camino Natural no entran en el célebre túnel por seguridad y dejamos la travesía por el interior del túnel para la etapa de vuelta, que es bajada y resulta más cómodo porque hay bastante piedra suelta. La estación de Valdealgorfa conserva el estilo neomudéjar habitual en muchas construcciones del Bajo Aragón, en las explanadas de los viejos andenes hay sitio para dejar vehículos y también se puede aparcar en el estacionamiento de las piscinas municipales, unos doscientos metros antes de llegar. El track sale por la izquierda del edificio y recorre unas colinas agrícolas hasta que salva el Túnel del Equinoccio y entra en el trazado original del popular ferrocarril Sarmentero, como se conocía el tren en los pocos años que vivió su época gloriosa porque atravesaba grandes plantaciones de vides. Y también era llamado La Torica por la curiosa locomotora de carbón que tiraba de los vagones. El firme es excelente y mantiene una ligera subida hasta la estación de Valjunquera, que también está abandonada aunque conserva el estilo arquitectónico de la época en un acogedor ambiente de arqueología ferroviaria.
El desvío de la vía verde está en la vieja estación de Valdeltorno, en plena sierra. En los bancales del valle hay olivos gigantes y los montes están poblados de coscoja, encinas, enebros, romeros y lentiscos. El viaje cicloturista deja el trazado ferroviario para la vuelta y continúa la aventura bikepacking por el Camino Natural del Matarraña-Algars. El río Matarraña nace bravo y salvaje en el Parrizal de Beceite y mantiene los ecosistemas fluviales poco alterados hasta la desembocadura en el Ebro, no hay grandes presas ni transformaciones del cauce pero es un río agrícola. La travesía del valle sigue caminos rurales por las orillas del río y muestra un paisaje de cultivos bien cuidados que aprovechan los recursos de regadío y el cálido clima mediterráneo. En un tramo hay que pasar con cuidado porque el carril del camino está bastante deteriorado por la escorrentía y tiene algo de maleza por la falta de uso. Un punto de interés es el yacimiento ibérico de San Cristóbal, en un cerro aislado enfrente de Mazaleón. La comarca es territorio de íberos y los interesados pueden visitar varios yacimientos a lo largo del recorrido. El camino no pasa por el pueblo, continúa por la vega del río y es importante seguir el track que ofrece una opción para evitar un tramo de cantos rodados no ciclable en el lecho natural del río, precisamente donde la ruta entra en la provincia de Zaragoza, aunque se pasa bien caminando. La ruta sigue después por Maella, pasa al pie de las murallas del imponente castillo, y el firme es magnífico para la gravel hasta el final de la etapa. En varios pasos del cauce del Matarraña no hay puentes y la travesía es por unos vados de hormigón que puden presentar problemas cuando la corriente lleva crecida, en estos casos hay unos bloques para atravesar el cauce caminando.
El siguiente pueblo es Fabara, con callejuelas estrechas y ambiente medieval, es un paraje estratégico del valle del Matarraña desde tiempos remotos, tienes restos de un yacimiento de la Edad del Hierro, palacios y conserva un mausoleo romano de categoría. El tramo hasta Nonaspe es muy bonito por un paisaje de meandros fluviales poblados de campos de frutales encajados entre horizontes de montes esteparios. Y lo mejor llega después de la población, cuando el camino baja de nuevo al río, en la confluencia con el Algars, y recorre los últimos meandros del Matarraña antes de entrar en el remanso del embalse de Riba-roja y mezclarse con el Ebro. La cola del pantano forma un lago natural precioso poblado de aves, bosques ribereños y barquitas de pescadores. El camino del río termina en la carretera que sube al pueblo nuevo de Fayón, construido en 1967 para alojar a los habitantes de la población vieja cuando se levantó la presa de Riba-roja. Los hitos del Camino Natural suben directamente por un empinado camino de tierra pero en bicicleta es mejor usar la carretera. El camping y la pensión están en la parte alta, nada más entrar al conjunto urbano. En Fayón hay muchas alusiones a la batalla del Ebro, una de las contiendas más dramáticas y decisivas de la guerra civil española. En los alrededores hay una ruta turística señalizada para visitar enclaves y puestos bélicos del frente militar. Y también un mirador con vistas del embalse donde asoma la iglesia del pueblo viejo por encima del agua, que es el único resto en pie del Fayón original.

Etapa 2. Fayón/Amposta
123,7 kilómetros. 1.400 metros positivos.
La segunda jornada sale de Fayón por la rampa del desfiladero del barranco de Juanito y atraviesa el puente del Matarraña, el paso que marca la línea entre Aragón y Cataluña. El plan es conectar con el Camino Natural del Ebro en Riba-roja d’Ebre por la carretera de Berrús, salvando dos pequeños puertos de montaña sin dejar el asfalto. Los postes del Camino Natural del Matarraña-Algars terminan en la estación de La Pobla de Massaluca, en la antigua línea Zaragoza-Caspe-Barcelona, y antes de llegar al viejo apartadero ferroviario hay que continuar por la carretera de Batea. La subida es agradable y tranquila, apenas tiene tráfico y en unos cuatro kilómetros termina la primera subida, con un cruce que se toma hacia la izquierda. La travesía del valle de la Riera de Sant Pau es fantástica, auténtica serranía mediterránea, y aparecen las primeras vistas del gran Ebro, un paisaje fabuloso que será el siguiente compañero del viaje durante muchos kilómetros. El camino salva el puerto de la Punta de Berrús y baja finalmente hasta la orilla del río en las masías del Pla de Pinyeres. Las bicis vuelan por los caminos rurales hasta que aparecen los hitos rojos del Camino Natural del Ebro con el sendero GR-99 en Les Sènies, un grupo de masías agrícolas en la orilla izquierda del río, enfrente de las colinas de Riba-roja d’Ebre.
El cambio de paisaje es sorprendente, los llamativos colores de los montes, las curiosas formas creadas por la erosión ambiental, los cultivos y la distribución de los caseríos campesinos componen una estampa exótica y evocadora en las orillas del Ebro. El camino rodea pequeñas vaguadas por bancales agrícolas y entra en la Reserva Natural de Sebes, primero pasa por el Mirador de les Illes, con vistas de las islas de Mauricio y de Caloi, de aspecto tropical, y después por un centro de reproducción de cigüeña blanca, también hay observatorios de aves, frondosas riberas de vegetación palustre y masías tradicionales. En Mas de Pitoia está el Centro de Interpretación del Camí de Sirga, un homenaje a los sirgadores (sirgadors), los tocadores del cuerno de llaguter (llaguters) y el resto de los antiguos oficios del río.
El caserío de Flix ocupa el cuello del singular Meandro de Flix, un paraje con nombre propio dentro de la Reserva Natural de Sebes por las poblaciones de aves y los ecosistemas fluviales que albergan sus alamedas ribereñas. La travesía del pueblo es agradable, el primer lugar con bares y tiendas desde Fayón. En la salida de Flix hay que atravesar de nuevo el Ebro para salir del meandro y es imprescindible usar la barca de sirga que opera entre las dos orillas, uno de los tres pasos de barca que todavía quedan en el tramo catalán del río, los otros dos están en García y Miravet. La travesía es gratuita y en el caso de que la barca esté en la orilla opuesta hay que llamar al barquero a viva voz o esperar que vuelva con pasajeros. El viaje continúa por la orilla izquierda del río contemplado la imponente chimenea de la central de Asco, pasa por Vinebre y en la población de Asco comienza un tramo clave en el cañón del Ebro para salvar el Pas de l’Ase. El camino discurre primero paralelo a la línea del ferrocarril, con algunos hitos de la ruta de los fortines y posiciones de la guerra civil, y enseguida el río entra en una garganta enorme. La línea del tren se cuela en un túnel y el carril se convierte en un sendero escarpado sin opciones de ciclabilidad, hay que cargar con la bici. La senda sube hasta un pequeño mirador empotrado en los riscos de la ladera y baja a un carril agrícola una vez pasado el túnel del tren. La travesía es incómoda con la bicicleta a cuestas pero con paciencia se pasa en unos quince minutos. Y las vistas merecen la pena.
La ruta pasa por el desvío de García, donde está el segundo paso de barca, y continúa por buen firme hasta Móra d’Ebre. En la entrada de la población hay un embarcadero y un restaurante con terraza sugerente para un momento de avituallamiento, nosotros aprovechamos la parada para arreglar un pinchazo mientras preparaban el picoteo. El Ebro en este tramo es grandioso y el atractivo de los pueblos mejora constantemente, pasamos por Benissanet y llegamos al conjunto medieval de Miravet, donde comienza el tramo más complicado del viaje en cuanto a ciclabilidad y dificultad técnica para las bicicletas. En la orilla del río está la barca de sirga que cruza el río, al pie del pueblo viejo de Miravet, una antigua alquería morisca del siglo VIII convertida después en sede templaria y plaza disputada durante siglos en un paraje estratégico del río. El castillo está declarado Bien de Interés Cultural. El paso por las callecitas del casco antiguo es estremecedor, impresiona la osadía para construir la población en un lugar tan escarpado. La salida es por una calzada medieval conocida como Costa de Riago, con la gravel es mejor bajar caminando. La ruta sigue por caminos rurales entre cultivos y pinares hasta el temido Pas de Barrufemes, un escarpado sendero fluvial de un kilómetro muy roto por la escorrentía. La opción para evitar este tramo sería buscar alguna pista de montaña hasta El Pinell de Brai y después bajar por la carretera de Benifallet hasta la orilla del río, pero la vuelta es muy larga y no merece la pena, en realidad son unos treinta o cuarenta minutos según el peso de las bolsas, la habilidad y experiencia de cada uno para salvar este tipo de tramos no ciclables con la bici a cuestas. El Pas de Barrufemes o Congost de Benifallet es la entrada natural al Baix Ebre desde la gran vega de la Móra de la Vall. La senda termina en un carril agrícola que lleva hasta el cruce de Benifallet y poco después al desvío que sube hacia la Vía Verde de la Val de Zafán.
Las bicicletas se lanzan en el firme impecable de la vía verde, hay que tener cuidado en algunos túneles que no tienen iluminación, el frontal es imprescindible, es el momento de disfrutar un agradable paseo cicloturista por nuevos paisajes y ambientes rurales. En Xerta está rota la continuidad del Camino Natural, hay que atravesar el centro de la población y conectar de nuevo con el trazado del viejo tren de La Torica en el barranco dels Fornets. Tortosa es un buen lugar para terminar la etapa, con servicios completos y mucho patrimonio monumental y arquitectónico que visitar, pero aprovechamos el día y el terreno favorable hasta Amposta, dejando el paseo por Tortosa para la vuelta. En la salida del puente de hierro que cruza el río Ebro aparecen los hitos rojos marcando la ruta, siguen la orilla del río y conectan con un carril bici paralelo al Canal del Ebro hasta las cercanías de Amposta, entrando en la población por el magnífico puente colgante, cerrando un día de bikepacking fabuloso por el reino fluvial del Baix Ebre.
Etapa 3. Amposta/Horta de Sant Joan
116,1 kilómetros. 690 metros positivos.
Amposta es la entrada del recorrido bikepacking en los singulares paisajes del delta del Ebro, una inmensa llanura de aluvión formada por los sedimentos arrastrados en las aguas del río y dedicada tradicionalmente al cultivo de arroz. La ruta ciclista sale de Amposta por la orilla derecha del Ebro y sigue una vereda emboscada en un agradable pasillo de álamos y vegetación ribereña entre el río y las plantaciones de arroz. El terreno es completamente llano, muy cómodo, en varios puntos hay espacios con bancos y paneles informativos de los valores ambientales. El sendero es una especie de autopista en el delta para los aficionados al turismo activo y el ocio recreativo, suele estar frecuentada de ciclistas, senderistas, corredores y paseantes. En Deltebre la ruta cambia de orilla por el impresionante puente de Lo Passador, inaugurado en 2010 y convertido en icono arquitectónico en el paisaje fluvial del delta. En el embarcadero de Sant Jaume d’Enveja, al lado del puente, funcionaba un paso de barca hasta hace poco. El siguiente tramo es un carril bici con jardines, quioscos y espacios recreativos hasta una rotonda donde comienza otro camino paralelo al Canal del Ebro que termina en las zonas turísticas del Pas de Buda, el embarcadero de Las Golondrinas y el puerto deportivo de Riumar. El final del Camino Natural y el sendero GR-99 aparece poco después, en la desembocadura del Ebro en el Mediterráneo, donde está el faro del Garxal y el curioso torreón del Mirador del Zigurat, aislado y solitario, un auténtico finis terrae en la orilla del mar.
La ruta cicloturista emprende el camino de vuelta por el mismo itinerario hasta Deltebre y continúa por la derecha del río sin cruzar Lo Passador, siguiendo los hitos del Camino Natural hacia Camarles, pero no llegamos hasta el final. En la ermita de la Mare de Déu, donde está la esbelta Torre de l’Aldea sobre los restos de una antigua atalaya árabe, tomamos un desvío marcado con hitos de las rutas ciclistas del Parque Natural del Delta del Ebro hacia Amposta, conectando con el carril bici que lleva hasta el puente de hierro de Tortosa por el Canal del Ebro. Y llega el momento de emprender la travesía de la Cordillera Costera hacia el interior por la vía verde. La ruta pasa de nuevo por Xerta, recorre los cálidos ambientes rurales de las Terres del Ebre y sube hasta la estación de Benifallet, reconvertida en alojamiento turístico y restaurante, un buen sitio para reponer fuerzas antes de entrar en la sierra. El trazado del antiguo ferrocarril de la Val de Zafán es una gran obra de ingeniería ferroviaria, fueron necesarios taladrar 28 túneles en los inhóspitos montes de la Terra Alta y el salvaje cañón del río de les Canaletes, lejos de las poblaciones y los lugares habitados. En los túneles hay todo tipo de acondicionamiento, algunos tiene luz automática y otros están a oscuras, en cualquier caso el frontal o la luz delantera en la bici es imprescindible para ver en la oscuridad y para avisar a otros ciclistas, es una ruta muy frecuentada y es normal cruzarse con otros usuarios de la vía verde. El firme es el pavimento habitual de los carriles ciclistas, perfecto para las bicis de gravel, en el interior de los túneles puede ser de asfalto, de tierra o con charcos por las filtraciones pero siempre tiene buena ciclabilidad. El único lugar donde se rompe la continuidad de la vía del tren es precisamente en el túnel que sufrió el derrumbe que ocasionó el cierre definitivo de la vía en 1973, en la salida del cañón de la Obaga dels Argilars. El Camino Natural rodea el túnel destruido, pasa por la estación del Port del Comte y entra en la vega del río de Gandesa, donde está la población de Bot, el único pueblo de la Terra Alta a píe de la vía férrea. En el paraje de la estación hay un vagón del viejo ferrocarril reconvertido en ferrobús con bar y terraza.
El firme de la vía verde es bueno y cómodo desde las planicies de arrozales del delta del Ebro hasta los pueblos de la Cordillera Costera, un falso llano constante desde la orilla del mar hasta Horta de Sant Joan acumulando unos setecientos metros de desnivel positivo, aunque los kilómetros son muy entretenidos y pasan volando. El camino es espectacular, atraviesa infinidad de túneles, viaductos, profundos barrancos, sierras aisladas y solitarias y viejas estaciones acondicionadas para nuevos usos turísticos que son lugares de encuentros frecuentes con otros ciclistas. La etapa termina en Horta de Sant Joan, está cerca de la vía, ofrece servicios completos y tiene un casco antiguo declarado Conjunto Histórico Artístico, con calles estrechas de ambiente medieval, palacios, casonas señoriales y un rico patrimonio monumental en la falda del Parque Natural dels Ports.

Etapa 4. Horta de Sant Joan/Valdealgorfa
40,2 kilómetros. 320 metros positivos.
El final de viaje bikepacking tiene un cierre magnífico. La vía deja la estación de Horta de Sant Joan, pasa por uno de los últimos túneles del camino y aparece el viaducto del río Algars, impresionante, de 170 metros de longitud y cuatro grandes arcos de 20 metros de altura. En el puente se cruza el Camino Natural del Matarraña-Algars. El camino avanza por un paisaje de cultivos, vides y monte bajo hasta la estación de Cretas. La población se deja en los montes de la derecha y la ruta recorre el tramo más alto del trazado del viejo ferrocarril, en la antigua estación de Valderrobres. La bajada por el valle de la Canaleta es fantástica, las bicis se lanzan a toda pastilla hacia la vega del río Matarraña. En unas colinas de la izquierda aparece la silueta de las casas de Torre del Compte acopladas en la cresta de un monte vigía, como la mayor parte de las poblaciones de la comarca. El camino pasa por la antigua estación, reconvertida en hotel rural, y atraviesa el viaducto del Matarraña, de 275 metros de longitud, una de las grandes obras del ferrocarril. La vega es un bonito tablero agrícola de cultivos impecables, adaptados al suelo y los relieves del valle.
El río Matarraña marca el final de los paisajes serranos. La vía pasa por un nuevo túnel en curva y enseguida aparece la estación de Valdeltorno, donde sale el desvío del Camino Natural del Matarraña que usamos tres días antes en la primera etapa hacia Fayón. Ahora la ruta sigue de frente por terreno conocido, salva la recta que sube hasta la vistosa estación de Valjunquera y poco después llega el momento decisivo de la etapa. El primer día del viaje dejamos el Túnel del Equinoccio para la vuelta y llega el momento de afrontar la experiencia. Los hitos del Camino Natural indican la ruta fuera del túnel por seguridad, ya que no tiene acondicionamiento ni mantenimiento, pueden aparecer derrumbes y tramos encharcados, el suelo es pedregoso y es fácil sufrir incidentes, es una travesía de 2,4 kilómetros de oscuridad y es responsabilidad de cada uno tomar la decisión de recorrer el viejo túnel ferroviario. En nuestro caso preguntamos en el pueblo y en ese momento estaba en condiciones aceptables. Y elegimos el sentido de este a oeste para que fuese bajada porque hay 60 metros de diferencia de altitud. El firme tiene tramos con bastantes piedras y hay que afinar con la gravel para evitar patinazos, es cuestión de paciencia, buena luz y habilidad. El agujero de la salida crece poco a poco y finalmente aparece la verja instalada en la boca del túnel para controlar el paso y unos metros después la estación de Valdealgorfa, el final de una nueva e intensa aventura bikepacking.