“Dende séculos agachada / dos ventos do norte protexida / testemuña de xente que pasa / vixía das viñas investida”, con estos versos cariñosos y entrañables presenta el poeta la Ribeira Sacra gallega en la orilla del río Sil, donde la tierra emerge del agua despiadada en busca del cielo y por el camino se convierte en viña, árbol, piedra, aldea y mundo rural. El sendero de pequeño recorrido PR-G 98 es un recorrido embaucador, está en el municipio ourensano de Parada de Sil, el corazón ambiental, histórico y cultural de la Ribeira Sacra, un escenario idílico donde los monjes benedictinos llegaron en el siglo IX y levantaron ermitas, iglesias y multitud de centros de culto aislados y protegidos en las entrañas del gran desfiladero del río Sil, comenzando un proceso que culminó con la fundación de varios monasterios y pequeñas aldeas campesinas que formaban parte de la jurisdicción de los monjes, quienes recibían rentas y décimos por las cosechas de cereal, los recursos forestales y los cultivos de viñedo y castañas. El sendero tiene 18,3 kilómetros, forma dos bucles alrededor de Parada de Sil y se puede elegir el tramo según el gusto y preparación de cada uno. Los galones blancos y amarillos llevan por bonitas aldeas rodeadas de huertas, frutales y densos “soutos” de castaños enmarcados en un laberinto de viejas veredas y muros de piedra cubiertos de musgos, helechos y hojas marchitas. En el camino hay miradores sobre el profundo cañón del río Sil y sale un desvío al monasterio de Santa Cristina, una de las joyas artísticas de la Ribeira Sacra entre bosques de fantasía y magia, repletos de árboles centenarios y caminos medievales abiertos en los remotos acantilados de la garganta del Sil por pacientes monjes benedictinos, cuando fundaron ermitas, iglesias y monasterios, sacralizando para la eternidad la ribera más salvaje y feroz de los ríos gallegos con las iglesias luciérnagas de Santa Cristina y Santo Estevo.
Puntos de interés
Parada de Sil. Km 0.
El sendero comienza en la Plaza do Barquilleiro, en Parada de Sil, visita obligada en los paisajes esenciales del Cañón del Sil y la Ribeira Sacra para conocer bosques de fantasía, balcones fluviales, bodegas tradicionales y el antiguo cenobio de Santa Cristina, hito destacado en las fundaciones benedictinas repartidas en el gran cañón fluvial del interior de Galica.
Petos de ánimas. Km 0,1.
Los petos de ánimas o “huchas de almas” son una expresión artística de la arquitectura popular medieval vinculada con el culto de los muertos y las creencias sobre la vida y la muerte. En la reforma religiosa del siglo XVI apareció el concepto de Purgatorio como alternativa para salvar las “almas en pena” que vagaban en espera de ser condenadas, suprimiendo la idea del castigo eterno. Los petos de ánimas alcanzaron el mayor momento calidad artística en el siglo XVIII, están en cruces de caminos y forman parte del patrimonio etnográfico del medio rural gallego. En el municipio de Parada de Sil hay petos de ánimas en Requián, Teimende, Casa do Vento, Cimadevila, O Couto y O Coutiño, con dos llamativos pináculos de adorno sobre la capilla de piedra.
Sendero de “castiñeiros” y “carriozas”. Km 1,5.
En los alrededores de Parada de Sil existen varios senderos señalizados por antiguas “carriozas” o veredas tradicionales que recorren hermosos bosques de “castiñeiros” (castaños), con ejemplares centenarios, edificios y restos etnográficos vinculados al cultivo de la castaña. El “souto” de castaños es un símbolo vivo del mundo rural del interior gallego. El itinerario es un paseo temático en la cultura del castaño, un museo al aire libre entre ejemplares centenarios que sirve para proteger los recursos y mantener el valor cultural y ambiental del medio rural.

Entrambosríos. Km 2,7.
La aldea de Entrambosríos está escondida en un bosque de castaños centenarios en la confluencia de los ríos del Batán y de Fiós, dos torrentes de agua que proporcionaban suficiente energía para mover las maquinarías de dos molinos construidos en la orilla del cauce, uno en Entrambosríos y otro en Rabacallos, cerca de la desembocadura del río en el Sil. Los edificios y parte de las acequias, el puente y el entorno de los molinos se ha restaurado para mantener la memoria de las familias que durante generaciones se dedicaron al trabajo de la molienda. Un panel situado al lado del viejo molino recuerda la última familia que mantuvo el molino en funcionamiento hasta finales del siglo pasado. A partir de la época romana la base de la alimentación campesina y la materia prima original de la molienda era la castaña. La primera revolución agrícola llegó a partir del siglo XII, cuando los monjes de la Ribeira Sacra introdujeron el cultivo del mijo y el centeno. Y a partir del siglo XVII llegaron el trigo y el maíz, las harinas que han llevado a la industria panadera de Galicia y el “pan gallego” al primer plano de la gastronomía popular.
Castaño centenario de Entrambosríos. Km 2,8.
El castaño de Entrambosríos es un vetusto ejemplar de castaño incluido en el Catálogo de Árboles Singulares de Galicia, presume de ser uno de los árboles más viejos y grandes de Galicia. Las ramas siguen produciendo frutos y mientras tanto cuentan una historia interminable de perseverancia, amor a la tierra y amistad con los seres humanos.
Foxo do Lobos. Km 7,6.
En la pradera de los miradores dedican un homenaje al lobo con la restauración de una antigua lobera, explican que matar lobos tenía sus riesgos y la caza comunitaria de la fiera salvaje era un trabajo obligado, con pena de multa para quien se negaba. En Galicia dicen “que el aliento de lobo deja mudas a las personas”.
Balcones de Madrid. Km 7,8.
Los Balcones de Madrid tienen una historia que habla de emigración, ilusiones y aventuras humanas en tierras desconocidas. El nombre original de Os Torgás se cambió cuando las gentes de las aldeas ourensanas de la Ribeira Sacra se colgaban en los precipicios del río Sil para despedir a sus seres queridos que partían hacia Madrid y otras tierras del sur con el sueño de una nueva vida. Los miradores forman pequeños escalones colgados sobre la garganta del río y causan una fascinación especial. La brisa del aire lleva los aromas de viñedos colgados en empinados bancales rocosos y melodías de duendes que salen de bosques encantados, descendientes de los primitivos seres mitológicos que se resistieron a la sacralización de su reino vegetal por los monjes y mucho antes por las legiones romanas. Las paredes del Cañón del Sil son una escultura monumental de quinientos metros de altura de granitos fieros y desnudos, una fortaleza de roca viva hasta el borde de los miradores que filtran el viento, las luces y los cantos eternos de todas las gentes que han pasado por este fantástico balcón natural para despedir o encontrar.

Mirador de As fontiñas. Km 9,7.
El mirador de As Fontiñas es una excelente ventana de los ecosistemas naturales mejor conservados en el Cañón del Sil, una mezcla misteriosa y equilibrada de agua, piedra, bosque y espacio. El cauce del arroyo dos Gavias llega al borde de los acantilados desde los campos de Requián y antes de meterse en el río Sil se despeña en una sucesión alocada y vertiginosa de escalones rocosos. En uno de ellos crea la cascada del Pozo da Ovella, una marmita de gigante que demuestra la energía del agua cuando se despeña con furia por los muros del gran desfiladero del Sil.
Monasterio de Santa Cristina. Km 12,5.
Es un magnífico exponente del románico rural gallego, el edificio original es del siglo XII, conserva tallas del siglo XVI y retablos barrocos del XVIII. La entrada del claustro tiene una portada románica de arcos lobulados y un magnífico panteón escultórico. El poder económico de los monjes del Sil alcanzó un notable esplendor en el siglo XII, cuando recibieron privilegios reales y protección papal para ampliar los cenobios y santuarios en las dos riberas del Sil, un territorio de fuerte personalidad histórica y cultural, llamado en aquella época Rivoyra Sacrata y conocido desde entonces como Ribeira Sacra.

Cultivos tradicionales. Km 13,2.
El PR-G 98 toma el desvío de Santa Cristina por una antigua y vereda campesina excavada en la ladera de la montaña hace siglos en parajes remotos y escarpados, como los restos de las aldeas de piedra que aparecen durante la travesía en este mundo encantado. Restos de molinos, viviendas, bodegas, “sequeiros” y multitud de construcciones de muros musgosos surgen en los pequeños escalones naturales del terreno que son aptos para levantar un edificio. El resto del entorno es bosque de castaños y robles, viejos y nudosos, olvidados por el hombre y el tiempo, colocados por todas partes forman un magnífico tropel forestal de árboles enormes que ocultan las vistas de la garganta del Sil. El río está cerca pero es prácticamente inalcanzable.
Castro. Km 14,2.
La aldea de Castro son varias hileras de edificios de sillares de granito y portones de madera de castaño y roble. Algunos llevan galerías corridas de madera en voladizo encima de la calle y otros están tan cerca unos de otros que se unen mediante una dependencia común, formando un rústico pasadizo en el exterior, consecuencia de la adaptación de la vivienda al medio ambiente. El constructor popular usa los materiales del entorno, aprovecha los recursos, no gasta el tiempo, los materiales ni el espacio en ornamentos innecesarios y usa la experiencia constructiva heredada de las generaciones anteriores.
DATOS
- Punto de partida y llegada: Parada de Sil (Ourense).
- Distancia: 18,3 kilómetros.
- Desnivel positivo: 850 metros.