Cicloturismo en la Sierra Oeste

Una aventura de bikepaking en el occidente madrileño

Cicloturismo en la Sierra Oeste madrileña
Cicloturismo en la Sierra Oeste madrileña

“Vive, viaja, conoce, experimenta, sólo así avanzarás”, es una de las frases escritas en las calles de Colmenar del Arroyo, un pueblo de la comarca madrileña Sierra Oeste con las fachadas llenas de frases, poesías y pensamientos escritos en negro sobre fondo blanco, como un libro abierto a los cuatro vientos y todas las miradas. En otra pared aparece el mensaje “No tenía que ponerme y me puse feliz”. Y así por todas partes, un lugar inspirador para iniciar un apacible viaje cicloturista otoñal de un par de días por los valles, montes y pueblos de la Sierra Oeste disfrutando una inolvidable aventura bikepaking en el occidente madrileño.

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El territorio de la Sierra Oeste reúne 19 municipios repartidos entre animadas vegas campesinas, laderas de montaña y hermosas dehesas ganaderas en el paso de antiguos caminos reales y cañadas trashumantes. La serranía madrileña es un laberinto de montes cubiertos de abundantes bosques de pinos resineros, negrales y piñoneros sobre preciosas dehesas de robles y encinas, creando un hechizante ambiente de luces y colores en los valles de los ríos Alberche y Cofio, un eslabón geográfico esencial por la diversidad de ecosistemas entre los contundentes macizos de las sierras de Gredos y de Guadarrama. Un sector de la comarca está incluido en la célebre ZEPA 56, una importante reserva de aves ibéricas y calidad forestal en la provincia de Madrid. Los valores culturales, históricos y naturales de la Sierra Oeste componen una trilogía de atractivos suficientes para recorrer en bicicleta en cualquier época del año. En otoño es una cita obligada, aunque realmente qué paisaje no está seductor durante el otoño.

El plan del viaje es sencillo, voy a salir desde Colmenar del Arroyo para pasar un par de días pedaleando ligero de equipaje con la bicicleta gravel y las bolsas de bikepacking por los montes y pueblos más serranos de la Sierra Oeste, no caben todos pero volveré en otra ocasión para recorrer las dehesas del entorno del río Perales y los páramos ganaderos de menos altitud en la comarca, ahora he buscado los macizos de montaña, los bosques y algunos elementos del patrimonio histórico, etnográfico y monumental que son esenciales en esta porción maravillosa de la provincia de Madrid. En varios tramos he seguido los hitos verdes del Gran Tour de CiclaMadrid, la gran red de itinerarios ciclistas distribuidos en toda la provincia, desde Las Vegas del sureste madrileño, la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón, los pueblos serranos de la Sierra Norte, los hermosos valles de los macizos montañosos de la sierra de Guadarrama o los apacibles montes y cañadas pastoriles de la Sierra Oeste, con posibilidad de preparar itinerarios según el gusto de cada uno y el tiempo disponible. En esta ocasión pasaré por tramos de las etapas que comunican Aldea del Fresno y Zarzalejo, metiendo un bucle opcional para recorrer las Seis Marías de la sierra de Altomira, un tramo del Camino de Santiago de Levante y visitar San Martín de Valdeiglesias. La distancia total, sin desvíos ni visitas alternativas, tiene 91 kilómetros y han salido 1.820 de desnivel positivo.

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Los días en otoño son cortos y sin prisa es recomendable dividir el recorrido en dos jornadas y tener tiempo de empaparse bien con las sensaciones y ambientes de cada paisaje del camino. En el caso de disponer de un solo día se puede eliminar del recorrido el bucle de San Martín de Valdeiglesias, en este caso después de recorrer la Vía Verde del Alberche hay que llegar hasta la carretera M-501 y continuar el track principal por los pinares de la sierra de la Cuerda de la Parada. La subida al pueblo de Zarzalejo también es opcional, es el tramo más técnico y duro del viaje pero merece la pena el esfuerzo y pasar por el pueblo situado a mayor altitud de la Sierra Oeste, la ubicación al pie de las cumbres gemelas de Las Machotas y las vistas son espectaculares.

Día 1
Colmenar del Arroyo / San Martín de Valdeiglesias
Distancia 32,4 kilómetros. Desnivel positivo 730 metros.

En Colmenar del Arroyo han convertido muchas fachadas de las calles en un inspirador libro de poesías al aire libre y merece la pena dar una vuelta por el conjunto urbano antes de empezar a pedalear, son palabras que ponen un grado de reflexión durante varios kilómetros. El pueblo es conocido por unos fortines de la Guerra Civil, el Blockhaus Nº 13, también hay una iglesia declarada Bien de Interés Cultural y dos puentes románicos de granito en el arroyo Corralizo, la vía fluvial que pone el apellido al nombre de la población. El paraje de los puentes de piedra es un rincón muy agradable, está el lavadero tradicional, un abrevadero y una fuente de dos caños donde los ciclistas solemos llenar los botes de agua. La salida del pueblo por el Barrio Alto tiene un buen repecho para calentar las piernas y enseguida entra en una cañada preciosa rodeada de encinares adehesados siguiendo la línea de un canal de agua. La gravel en estos terrenos cañeriles va de maravilla. Al final de la dehesa, cuando se ven las casas del pueblo de Navas del Rey al fondo, aparece un puerta metálica muy estrecha, hay que tener habilidad para colar el manillar de la bici. El paso está marcado con señales de un sendero de gran recorrido antiguo y los hitos de Sendas Verdes de la Comunidad de Madrid.

En la entrada de Navas del Rey aparecen los postes verdes del Gran Tour de CiclaMadrid, la gran red de cicloturismo y rutas para ciclistas diseñada en la provincia de Madrid. El camino gira hacia la izquierda en el centro del pueblo y sigue el Camino Rural del Valle, una pista asfaltada que lleva hasta las urbanizaciones El Morro y Santa Ana. En esta ocasión decido seguir por Santa Ana para recorrer los pinares del Cerro de Mesa, unas colinas preciosas de pinos negral y resinero con un descenso muy justo para la gravel porque el firme del camino está roto por la escorrentía. No importa, el ambiente merece la pena. Los hitos de CiclaMadrid bajan por las calles de la urbanización El Morro y las marcas rojas y blancas del sendero de gran recorrido por Santa Ana y el Cerro de Mesa. La inquietante bajada termina en la Vía Verde del Alberche, acondicionada en el antiguo trazado de un ferrocarril que pretendía comunicar Aldea del Fresno y Pelayos de la Presa, pero nunca fue inaugurado. En este tramo el río Alberche está embalsado por la presa de Picadas y es delicioso pedalear por el cañón hasta una zona recreativa antes de salir a la carretera M-501. En este punto se podría continuar de frente y conectar con el track principal en la carretera, dejando fuera del recorrido el bucle de San Martín de Valdeiglesias, una opción que se puede tener en cuenta para una ruta de una jornada.

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Los hitos de CiclaMadrid cambian de dirección, indican la ruta por debajo del puente de la vía verde y continúan por una pista asfaltada que sube hacia la sierra. El cambio de ritmo es notable después de tanto pedaleo placentero. Al final del primer repecho hay hito que marca un camino directo hacia San Martín de Valdeiglesias por Pelayos de la Presa, pero decido continuar la travesía de la sierra de Altolamira y completar un día magnífico de ciclismo de montaña gavelero por los mejores espacios naturales de la Sierra Oeste. En algunos mapas aparece la cumbre más alta de la sierra con el nombre Alto de la Mira (1.038 m). Las laderas de las montañas están pobladas principalmente por bosques de pino negral y piñonero, también hay encinares, rodales de enebros de buen porte y mucho arbusto leñoso, un paisaje serrano encantador. La ruta deja el asfalto, sube por el valle del arroyo de las Labores hasta un collado con un poste de la Senda del Cerro de Valdenoches y conecta con el Camino de Santiago de Levante. La subida por el tramo de la ruta jacobea sigue el desmonte de un corta fuegos con repechos incómodos por la pendiente. Los pinos tienen siluetas llamativas y casi al final del corta fuegos aparece el Canto del Pichón, una gran roca en medio del camino donde hago la foto “obligada”.

Las flechas amarillas del Camino de Santiago marcan la dirección en algunos cruces de los pinares serranos, son el símbolo senderista más popular que existe, está pintado en los árboles y los postes de los cercados. El camino se lanza definitivamente por la ladera de la montaña hacia San Martín de Valdeiglesias, apetece un buen descenso para terminar el día. El algún momento hay rocas en el suelo, regueras y escalones que ponen algo de emoción pero con cuidado la gravel sortea bien los obstáculos. La ruta pasa por la entrada del Bosque Encantado, un imaginativo jardín botánico en la ladera de la montaña con más de trescientas esculturas vegetales, arroyos y una de las pocas cascadas naturales de la Sierra Oeste. El camino atraviesa la M-501 por la ermita del Cristo de la Sangre y recorre las calles de San Martín hasta la colina donde está emplazado el Castillo de la Coracera. La fortaleza medieval es la joya monumental del patrimonio local, fue levantado por orden de Don Álvaro de Luna cuando compró la villa a los monjes de Santa María la Real, en el siglo XV, aunque ya existía un torreón anterior del siglo XII. En el pueblo hay servicios de alojamiento y hostelería. Y en Pelayos de la Presa hay camping con cabañas.

Día 2
San Martín de Valdeiglesias / Colmenar del Arroyo
Distancia 58,6 kilómetros. Desnivel positivo 1.090 metros.

Los primeros kilómetros salen de San Martín de Valdeiglesias entre campos de frutales, viñedos y huertas soleadas por el calor serrano de la vega madrileña del río Alberche. Los montes de la sierra de Altolamira cierran el horizonte por el sur, cubiertos de pinos verdes y pardos, dibujando una silueta de cumbres similares en diferentes alturas que los locales de la zona aficionados al ciclomontañismo llaman popularmente las Seis Marías. El camino es muy cómodo por el trazado del antiguo ferrocarril proyectado en 1930 para comunicar Aldea del Fresno y Arenas de San Pedro por San Martín de Valdeiglesias. La Guerra Civil declarada pocos años después paralizó las obras y nunca han pasado trenes, en cambio es un trazado perfecto para recorrer en bicicleta. En Pelayos de la Presa sale la variante de CiclaMadrid que pasa por el Monasterio de Santa María la Real, el monasterio cisterciense más antiguo de la provincia de Madrid, mezcla varios estilos, está en constante remodelación para recuperar parte del esplendor arquitectónico y artístico original. La ruta continúa de frente por la pista de tierra de la antigua vía del tren y finalmente sale a la M-501 en una rotonda con bastante tráfico.

El siguiente kilómetro y medio sigue por la cuneta de la M-501, pasa por el puente del río Alberche, delante del muro de la presa del embalse de San Juan, donde hay un par de restaurantes, y conecta de nuevo con los hitos verdes de CiclaMadrid y las marcas del sendero GR-10. Poco después gira hacia la izquierda por la pista forestal que entra en los montes de la Cuerda de la Parada y vuelve de nuevo la tranquilidad cicloturista. La subida es fantástica por la panorámica del embalse de San Juan y la comodidad del firme. Las vistas del pantano y los montes del Valle del Oso son magníficas, rematadas por los escarpados riscos de Cabrera Baja y Cabrera Alta. Las cuencas de los ríos Alberche y Cofio están incluidos en la ZEPA 56, una de las principales reservas naturales de las grandes aves ibéricas en la provincia de Madrid, residencia de águila imperial, águila real, halcón peregrino, buitre negro y cigüeña negra.

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La ruta sigue por la pista principal y pasa el desvío del Área Recreativa Lancha del Yelmo. Las vistas panorámicas son extraordinarias y la gravel está en su territorio, el camino de tierra recorre la ladera de la sierra entre pinares dedicados a la explotación ganadera para evitar incendios forestales. En los cruces hay postes de la dirección hacia Robledo de Chavela y los kilómetros pasan volando. El trazado ciclista de los postes verdes evita el asfalto por un par de caminos rurales y termina en la carretera de Robledo de Chavela, llegando al conjunto urbano por la cuneta. La animación está en la plaza, hay bares, una tienda de bicicletas y fuente para llenar los botes de agua. La ruta sale de Robledo de Chavela por el empinado Camino de San Lorenzo, un antiguo camino real de San Lorenzo de El Escorial que pone ardiendo las piernas aunque hay que parar varias veces para pasar las portillas.

En el collado del Portacho decido salir del trazado del Gran Tour de CiclaMadrid para subir hasta Zarzalejo por una variante personal. La opción es un capricho para incluir el pueblo en el recorrido pero se puede evitar siguiendo por la derecha del collado las marcas del GR-10 y los hitos verdes ciclistas. La subida es bastante dura y pedregosa, quienes lleven gravel monoplato tendrán que apretar bastante durante un kilómetro y medio hasta el desvío de la Umbría de Matarrubia. Las vistas de Zarzalejo al pie de Las Machotas rodeado de castaños centenarios y robles son extraordinarias, es el pueblo más alto de la Sierra Oeste y merece estar incluido en este viaje cicloturista por los valles, pueblos, bosques y montañas del occidente madrileño. Y también por conocer el casco urbano serrano y bajar por el empedrado de la Calleja de la Gargantilla o Camino del Canillo, otra prueba para las ruedas de la gravel y los ajustes de las bolsas en la bicicleta. Las losas de piedra terminan antes de llegar a Zarzalejo Estación. En las primeras calles sale el desvío del Camino de los Molinos que entra en la dehesa de Fuentelámparas, una nueva maravilla ambiental en los paisajes rurales de la Sierra Oeste. La dehesa está dedicada a las explotaciones ganaderas, en los campos de hierba pastan rebaños de vacas y ovejas y abundan los cortijos y las fincas privadas. El firme del camino es cómodo hasta unas praderas donde se suelen crear un par de lagunas en temporada de lluvias.

La calleja pastoril pasa por unos establos y se convierte en una vereda tradicional entre los cercados de las fincas ganaderas con empedrados y escalones que se pasan sin bajarse de la bicicleta con cuidado y habilidad. En el arroyo de la Portezuela están escondidos los restos del antiguo molino harinero de Manuel Santos Ventura, en la izquierda del camino unos doscientos metros fuera del track. Y justo enfrente, en los riscos de Los Picoruchos, están las ruinas de un fortín militar de la Guerra Civil que domina la gran planicie de Fuentelámparas. Los senderos para visitar estos dos parajes de interés histórico y etnográfico no son ciclables, sobre todo el que sube al viejo puesto militar, hay que dejar la bici escondida cerca del camino y caminar unos minutos en ambos casos. El carril ganadero sale de la dehesa y la ruta continúa por el Camino de San Martín hacia Colmenar del Arroyo. El último repecho del viaje cicloturista es un falso llano hasta la carretera de Fresnedillas, con parada para volver la vista atrás y contemplar las vistas de Las Machotas, los dos núcleos urbanos de Zarzalejo y los colores de la dehesa de Fuentelámparas. En el desvío de la granja de faisanes y perdices comienza un disfrutón descenso por la extensa vega ganadera del arroyo Corralizo o de Colmenar. El Camino de San Martín termina en la carretera de Colmenar del Arroyo y apenas quedan cuatro cómodos kilómetros para cerrar el círculo y celebrar una nueva aventura de buen bikepacking gravelero en los territorios de la Sierra Oeste madrileña.