5 Parques Nacionales en otoño

Cinco selectas y valiosas reservas naturales del medio ambiente ibérico se visten de gala para despedir el ciclo vital de la naturaleza.

Juanjo Alonso

5 Parques Nacionales en otoño
5 Parques Nacionales en otoño

La audacia de proteger los grandes espacios vírgenes del medio ambiente surgió en EEUU en 1872, cuando Yellowstone se convirtió en el primer parque nacional del planeta. Los dos primeros parques nacionales europeos fueron Abisko y Peljekajse, declarados en los bosques vírgenes del norte de Suecia, en 1909, cuando la mayor parte de los grandes bosques boreales estaban destinados a convertirse en tierras agrícolas. Los parques nacionales son el refugio de la historia natural de la Tierra y una muestra viva de la evolución de las especies animales, vegetales y minerales, determinan la diversidad en los diferentes ecosistemas del planeta y son un santuario de la vida salvaje y el entorno rural.

En 1918 España se estrenó en la protección de la naturaleza al máximo nivel, declarando las reservas naturales de la Montaña de Covadonga (Asturias) y Ordesa (Huesca), ampliadas actualmente a las montañas y valles vecinos. Los catorce parques nacionales españoles reúnen una variada calidad de paisajes y ambientes naturales en función de las características geográficas, biológicas y climáticas.

El paso de las estaciones marca el ciclo vital en cada uno de los ecosistemas que distinguen cada parque nacional. En esta ocasión seleccionamos cinco espacios naturales declarados con el máximo nivel de protección donde la llegada del otoño convierte el medio ambiente en una solemne ceremonia para los sentidos. Los cuatro primeros son Picos de Europa, Ordesa y Monte Perdido, Aigües Tortes i Estany de Sant Maurici y Sierra Nevada, representan a la media y alta montaña, al circo glaciar y la cumbre solitaria, a los grandes torrentes, las cascadas y los escalones geológicos que son refugio de extraordinarias emboscadas de hayas, abedules, robles, quejigos, castaños, avellanos, alisos, fresnos, sauces y el resto de árboles de montaña y ribera que durante el otoño se tiñen de rojos, naranjas, ocres y amarillos. El quinto parque nacional que completa la selección es Monfragüe, en la provincia de Cáceres, declarado con la máxima figura de protección en marzo de 2007, una de las extensiones más importantes de bosque y monte mediterráneo a nivel mundial y el principal observatorio de rapaces de Extremadura.

5 Parques Nacionales en otoño

Foto: Saúl Santos

Los atractivos otoñales de Monfragüe se esconden en las galerías de fresnos, alisos y madroños que pueblan las riberas de los arroyos y las bellas alfombras de flores que cubren las dehesas de encinas, donde se puede observar al ciervo durante la berrea y las numerosas colonias de cigüeña blanca, garza real y grullas que van llegando al parque a finales de la otoñada.

Las rutas que proponemos a continuación visitan parajes empapados de otoño en cada parque nacional y sirven para dejarse seducir por el irresistible atractivo de las grandes joyas de la naturaleza ibérica.

El otoño cumple con el protocolo y cierra el ciclo de los ambientes forestales, alterando el ritmo al resto de la vida salvaje, un buen momento para salir al monte y llenar los sentidos de sensaciones sutiles y fugaces que aparecen una vez al año.

Picos de Europa

El territorio del parque nacional combina los paisajes calcáreos de los tres macizos montañosos de los Picos de Europa, entre Asturias y Cantabria, y los valles leoneses de Sajambre y Valdeón, refugio forestal de notables bosques de robles, hayas y acebos que lucen una atractiva variedad de colores al entrar el otoño en la montaña cantábrica. Gran parte de los relieves del parque ocupan el escenario desnudo de la alta montaña, el reino de la roca viva y descarnada, de las cumbres inaccesibles y los caminos invisibles. El paraje de los célebres Lagos de Covadonga es uno de los principales puntos de encuentro de los visitantes del espacio protegido y un buen lugar para iniciar rutas senderistas por el Macizo Occidental, llamado también del Cornión. La altitud de las cumbres y el severo carácter alpino de la Cordillera Cantábrica determinan las condiciones climatológicas en el medio ambiente de las montañas, valles y majadas del parque nacional. El hielo, la nieve y, sobre todo, las nieblas, son las principales complicaciones que se deben tener en cuenta para emprender rutas en los escarpados y hermosos senderos de los Picos de Europa.

La vegetación de los diferentes escalones bioclimáticos está determinada por la altitud y orientación. Los prados ganaderos ocupan el piso inferior, acompañados de frondosos robledales y bellas galerías de fresnos, avellanos, arces y alisos. Las hayas aparecen en la franja de la media montaña, hasta los 1.800 metros, límite de las masas forestales. Los pastizales de alta montaña y los resistentes enebros se atreven con el duro clima de las alturas cantábricas en las zonas donde existe suelo. Los mamíferos destacados son el rebeco, con 2.500 ejemplares, corzo, garduña, lobo y oso pardo durante sus largos desplazamientos por el corredor botánico de la cornisa cantábrica entre Tarna y Valdeón.

Fecha de declaración: 22 de julio de 1918, reclasificado el 17 de marzo de 1989. El 30 de mayo de 1995 se creó el Parque Nacional de Picos Europa.

Otras figuras de protección: Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Refugio Nacional de Caza.

Extensión: 64.600 hectáreas.

Localización: macizos montañosos de Picos de Europa, entre Asturias, Cantabria y León.

Altitud: entre 75 y 2.648 (Torrecerredo).

Formaciones principales: cumbres cantábricas y roquedos calcáreos de montaña; lagos glaciares, bosques caducifolios y cursos fluviales.

Climatología: precipitaciones medias anuales entre 1.200 y 2.000 mm.

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Foto: Mikael Helsing

RUTA DE LA CANAL DE LAS ARREDONDAS

La vertiente meridional del Macizo Oriental de los Picos de Europa es una enorme fortaleza calcárea acribillada de canales pedregosas, torreones inaccesibles y afiladas crestas de agujas puntiagudas cubiertas de nieve hasta principios del verano. La ruta sale del bonito pueblo de Brez, sigue el trazado del itinerario del parque nacional PR-PNPE 27 y se acerca al pie de las murallas de caliza por los bosques de robles melojos del valle del río Burón. El paraje de destino es la base de la canal de las Arredondas, uno de los escasos accesos senderistas a las cimas y puertos del Macizo Oriental o de Ándara desde Camaleño. Los excursionistas que deseen ampliar el tiempo y las dificultades del itinerario pueden subir por la vereda de la canal hasta la zona minera de las Arredondas, a 1.700 metros de altitud, o completar la ascensión y pasear por el Hoyo del Evangelista, un enorme jou de alta montaña al pie del Morra de Lechugales, máxima altura del macizo con 2.444 metros. En los Picos llaman morra o morrón a una cima de forma redondeada y accesos complicados por todos sus lados. La ruta de la excursión se mantiene siempre dentro del piso montano, en el territorio dominado por las masas forestales de los bosques mixtos caducifolios que no soportan bien las heladas y suelen decorar los extensos prados de siega de los valles. Al pasar la barrera de los 600 metros el frío disminuye la variedad de especies y tan sólo algunas encinas, fresnos, robles y hayas se atreven a retar al ambiente climático de la media montaña cantábrica. El piso montano llega a los 1.700 metros de altitud y es el más interesante en ecosistemas naturales y especies botánicas por la escasa incidencia de las actividades ganaderas de los habitantes de la zona en el medio ambiente.

RUTA DE LA MAJADA DE VEGABAÑO

El valle del Dobra es una de las cuencas fluviales más virginales y menos visitada del Parque Nacional de Picos de Europa. El río nace en la majada de Vegabaño, una hermosa campa ganadera al pie del macizo calcáreo de Peña Santa que durante siglos ha sido una encrucijada fundamental para los rebaños de los ganaderos de Amieva, Sajambre y Valdeón, tres concejos de la montaña leonesa comunicados mediante la Senda de la Jocica. Los tres municipios comparten en armonía secular los pastos y las cabañas pastoriles de las solitarias majadas de Carombo y Vegabaño, situadas en una confluencia de barrancos, bosques y geografías debajo de los soberbios torreones calcáreos del Cornión. La ruta comienza en Soto de Sajambre, un apretado conjunto urbano de hermosas casas de piedra al final de una estrecha carretera construida con el dinero de uno de los vecinos del pueblo a finales del siglo XX. En el puente de piedra del río Agüera se toma la primera calle a la izquierda y el camino se convierte en una vieja vereda carretera convertida en carril agrícola de firme pedregoso y fuerte desnivel. La cuesta es mantenida y enseguida se pierden de vista los tejados del pueblo. La mirada se fija en el gran telón de hayedos que cierra la cabecera del valle. El carril principal sigue hasta el fondo de la vega sin cambiar de dirección, pero la ruta toma un desvío que sale a la derecha nada más pasar una gran cabaña de piedra. El nuevo carril tiene peor firme, sube por un denso hayedo y desemboca en una pista excelente que comunica Soto de Sajambre con la majada de Vegabaño. Sólo queda girar a la izquierda y caminar por la pista un kilómetro para contemplar un fantástico panorama. El paraje de Vegabaño es un lugar de aires perdidos, un rincón de bosques libres y viejas tradiciones entre unas montañas de bellezas arcaicas. Para llegar al refugio de Vegabaño hay que atravesar la pradera y descender hasta el fondo del prado.

Ordesa y Monte Perdido

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido fue el segundo espacio protegido en España con la máxima figura de protección, a los seis meses de ser declarados parque nacional los lagos y montañas de Covadonga. Y 40 años después de que fuera creado el primer parque nacional del mundo en Yellowstone en EEUU. La estructura geográfica y morfológica del parque está organizada en torno a las principales cumbres del macizo de Monte Perdido (3.355 m), el mayor macizo calcáreo de alta montaña de Europa occidental. Los escalones calizos de las montañas escalan espacios invisibles y se quedan colgados en unas dimensiones inalcanzables, modeladas por los glaciares y los vientos helados. Las paredes calcáreas forman enormes terrazas y estrechas fajas de fragmentos geológicos por encima de tupidos bosques de hayas, pinos silvestres y abetos, un frondoso arbolado de ejemplares viejos y enormes ocultos en la penumbra de un mundo vegetal repleto de vida salvaje. Las soberbias arquitecturas calcáreas de Ordesa se formaron durante la Orogenia Alpina de comienzos del Terciario, cuando se elevaron la mayor parte de las geografías pirenaicas por los choques de las fallas tectónicas. De los antiguos glaciares, maestros indiscutibles de la morfología del terreno, quedan restos visibles en el glaciar de la cara norte del Perdido y el glaciar de Ramond. Las especies forestales representativas son el haya y su tieso compañero el abeto, un pintoresco matrimonio botánico que inunda de contrastes vegetales el paisaje de los valles. El pino silvestre o pino albar es el siguiente en aparecer en la escalera bioclimática, sustituido enseguida por el resistente pino negro al entrar en el piso subalpino, donde comienzan a desaparecer las masas forestales y el paisaje se transforma en una visión maravillosa de roca, prado, agua y cielo.

Fecha de declaración: 16 de agosto de 1918, reclasificado el 13 de julio de 1982.

Otras figuras de protección: Reserva de la Biosfera, Diloma del Consejo de Europa a la Conservación, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Patrimonio Mundial por la Unesco.

Extensión: 15.608 hectáreas.

Localización: al norte de la provincia de Huesca, haciendo frontera con Francia por los Pirineos y el Parc National des Pyrénées. Coordenadas: 0º 10’ 48’’ E; 42º 38’ 28’’ N.

Altitud: entre 1.100 y 3.355 metros (Monte Perdido).

Formaciones principales: cumbres pirenaicas y glaciares de alta montaña; prados subalpinos, bosques de coníferas y caducifolios; cursos de agua, cascadas y barrancos fluviales.y vegetación ripícola.

Climatología: precipitaciones medias anuales de 1.400 mm; una tercera parte en forma de nieve.

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Foto: Saúl Santos

RUTA DEL BOSQUE DE HAYAS DEL VALLE DE ORDESA

En la cuenca alta del valle del río Arazas, uno de los cuatro grandes valles del parque nacional, se conserva un espléndido bosque de hayas, considerado uno de los hayedos mejor conservados del Pirineo, con ejemplares centenarios que muestran diferentes etapas climáticas en compañía de tilos, avellanos y sauces. La excursión sale del aparcamiento del valle de Ordesa y asciende por la vereda principal del valle del río Arazas, el alma fluvial de Ordesa. El paisaje vegetal es una de las mejores muestras de las especies de los pisos alpino y subalpino en las montañas pirenaicas, con presencia de densas masas de coníferas acompañadas de chopos, abedules, sauces, avellanos y tilos en los rincones húmedos y protegidos de las orillas de las cuencas fluviales. El llamado bosque de hayas, destino principal de la excursión, se encuentra a mayor altitud, cerca del límite de la franja vegetal donde comienza el dominio del piso alpino. El camino supera los sucesivos escalones geológicos del terreno donde se forman hermosos saltos acuáticos de espumas blancas y estruendos sobrecogedores. La primera caída de agua es la cascada de Arripas, con mirador y fuente. Unos 300 metros después de la curva del mirador aparece a la derecha el desvío del Sendero de las Cascadas, una variante obligada del camino principal para conocer otras maravillas fluviales creadas por las caprichosas aguas del Arazas. La primera es la cascada de la Cueva, sumergida entre las paredes calcáreas del cañón del río. Unas escaleras llevan al mirador de la cascada del Estrecho, la mayor de la serie con varios tramos de enloquecidas aguas blancas que caen a un rocoso circo de bóvedas grises. El desnivel superado en el tramo de las cascadas sitúa la ruta en el límite del hayedo, que ocupa una gran extensión en la ladera sombreada del valle. Las hayas forman una masa boscosa pura dentro del ecosistema de las coníferas, aumentando el valor ecológico de las formaciones vegetales de Ordesa, una interesante evolución biológica que es posible observar durante la ruta por el valle glaciar del río Arazas.

RUTA DEL CAÑÓN DE AÑISCLO

El Cañón de Añisclo es una grieta descomunal abierta por la erosión en los estratos calizos de Sestrales y Mondoto, con una tremenda riqueza botánica y paisajista. Un desfiladero inaccesible y profundo enmarcado por agrestes relieves y frondosos bosques que cobija una interesante fauna, con especies tan atractivas como el quebrantahuesos, el águila real, la víbora aspid, el gato montés, la nutria y la simpática marmota. La inversión térmica en el fondo del cañón es tan brusca que algunos lugares nunca reciben directamente la luz solar, provocando llamativos contrastes en la fisonomía de la cubierta vegetal. En algunos sectores de la garganta el camino está envuelto en una oscura y húmeda maraña de vegetación. Y en otros el sendero de montaña comienza a subir bruscamente entre carámbanos de hielo para introducirse en un deslumbrante hayedo a 100 metros de altura sobre el tumulto de aguas alborotadas del torrente, recibiendo alegremente todos los rayos del sol. El río tiene mucho caudal, es salvaje y regenerativo, y su estruendo siempre está presente en el ambiente. Las paredes son enormes, inaccesibles, encierran y atemorizan, obligan a utilizar verdadera pasión para entrar en su mundo privado de seres descomunales. Los bosques son formaciones vegetales de especies autóctonas, son muestras puras de la naturaleza y diversidad forestal de las montañas del macizo de Monte Perdido, con hayas, acebos, tejos, avellanos y boj, frondosas masas de boj encerrando el sendero en un túnel vegetal. Y arriba, asomándose de vez en cuando entre los escalones calcáreos de las paredes del cañón, aparecen las siluetas de las Tres Sorores, nombre tradicional del conjunto de montañas formado por el Cilindro de Marboré, el Sum de Ramon y el Monte Perdido, tres tresmiles del Pirineo codiciados por todos los aficionados al montañismo. En pocos desfiladeros es posible encontrar juntas tantas bellezas naturales.

Aigüestortes i Estany de Sant Maurici

Los bosques, lagos (estanys) y montañas de Aigües Tortes i Sant Maurici representan uno de los escenarios montañosos más hermosos de los paisajes alpinos de Cataluña. En plena cadena axial pirenaica, sembrado de frondosos abetales y bellos espejos azules, acribillado de agujas de granito y circos glaciares, el parque nacional es el resultado morfológico de una contundente orogénesis que comenzó hace unos 30 millones de años y su posterior transformación mediante los procesos erosivos de la alta montaña, surgiendo las cordilleras que separan las cuencas del Pallaresa y el Ribagorçana. El entorno del parque se divide en dos sectores claramente diferenciados geográficamente por los valles de los ríos Escrita y Peguera, al este; y el valle de Sant Nicolau, afluente del Noguera Pallaresa, al oeste. Las dos zonas se comunican por el popular Portarró d’Espot, paso tradicional de gentes, ganados y montañeros entre el valle de Boí, cuna del románico catalán, y los pueblos de la cuenca alta del Pallaresa. La cubierta forestal tiene relación con los tres escalones bioclimáticos que confluyen en el ambiente del parque, fruto de la diversidad de altitudes y los cambios de orientación. El piso montano llega hasta los 1.700 metros; es el territorio de los bosques caducifolios, el pino albar y los pequeños bosquecillos de abedules y fresnos que ponen las notas de color durante el otoño. El piso sub-alpino alcanza los 2.300 metros, límite natural del bosque donde reinan lasconíferas, especialmente el gran abeto pirenaico y el pino negro, símbolo arbóreo del parque. Por encima de 2.400 metros se entra en la zona de fríos intensos y hielos casi permanentes, una zona reservada a los abruptos canchales rocosos y los duros prados alpinos donde crecen las preciosas florecitas de colores de la genciana nival, el nardo de montaña y la tasca o festuca.

Fecha de declaración: 21 de octubre de 1955, reclasificado en 1988 por el Parlamento de Cataluña.

Otras figuras de protección: Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

Extensión: 10.230 hectáreas y 30.557 hectáreas de zona periférica de protección.

Localización: Pirineo de Lleida, entre las comarcas del Pallars Sobirà y Alta Ribagorça.

Altitud: entre 1.600 y 3.000 metros.

Formaciones principales: bosques subalpinos de pino negro y abeto, bosques de pino albar y hayedos; landas y prados alpinos; circos glaciares, ríos y lagos de alta montaña.

Climatología: clima de alta montaña. Pluviosidad media de 1.400 mm anuales.

5 Parques Nacionales en otoño

Foto: Saúl Santos

RUTA DEL ABEDULAR DE GERDAR Y LA MATA DE VALÈNCI

El bosque de Gerdar (gerd significa frambuesa en catalán) es un bello abedular de montaña en el entorno ambiental de la Mata de València d’Àneu, el abetal pirenaico más importante y mejor conservado de la península Ibérica. Por norma general, los abetales comparten su domino forestal con otras especies arbóreas como el haya o el abedul. En cambio, los abetos de la Mata constituyen una masa monoespecífica muy densa y umbrosa tapizada con varios tipos de musgos terrícolas, aumentando la calidad ambiental del espacio natural y el atractivo paisajístico. La ruta sale del aparcamiento de El Callau, a 500 metros del refugio de Gerdar, en el valle de la Bonaigua. La ruta sale del aparcamiento por el sendero señalizado con la indicación Vall de Cabanes. En los primeros quinientos metros de subida la ruta se mantiene por el trazado de una vereda ancha con marcas de rodadas de vehículos. Cuando el viejo carril cambia de dirección y entra en el barranco del río Cabanes, el itinerario sigue de frente por el sendero señalizado con hitos de madera, salva los pedregales de Costa Solana y asciende la muralla del Teso de Son por un acogedor bosquecillo de abedules hasta un cruce de senderos. Las frescas praderas de Breviari son un magnífico punto de vista de la pirámide del Pui de la Bonaigua, enorme y poderosa sobre el valle, y de la relación forestal entre el abetal y los discretos grupos de especies caducifolias que se han atrevido a colonizar los sectores soleados y abiertos de la cuenca del río Cabanes. La senda entra directamente en el bosque y desciende sin tregua entre los enormes ejemplares de Abies alba de la Mata de València, uno de los ecosistemas mejor conservados de la vertiente meridional de los Pirineos. El abeto común es uno de los árboles ibéricos que pueden alcanzar mayor altura, llegando a alcanzar 45 metros en su mejor estado de madurez. La senda desciende por la umbría del bosque y llega a la bifurcación del Camí del Calvari. El camino de la derecha lleva a Son por el sector inferior del abetal. La ruta sigue por la izquierda en dirección a Gerdar. El sendero atraviesa el torrente del río Cabanes por un rústico puente de troncos y conecta con una vereda que desciende hacia la salida del valle por las instalaciones del hotel Les Avets. La ruta gira a la izquierda, nada más salir del puente, salva el pequeño desnivel del talud del barranco y continúa por una senda indicada con los mismos hitos de madera de todo el itinerario que termina en el aparcamiento de El Callau.

RUTA DE LA SIERRA DE CASESNOVES

El armazón granítico de Casesnoves forma uno de los pilares estructurales que encierra al valle de Sant Nicolau por el sur. La mediana altitud de sus montañas permite la presencia de interesantes bosques de pino de negro y abedul en la vertiente umbría y húmeda de la sierra. La vereda por donde discurre la ruta es una antigua cañada ganadera utilizada por los pastores del valle de Boí para llevar sus rebaños a los pastos de Llebreta, Sant Espirit y Aigüestortes. La ruta parte del aparcamiento situado en la entrada del complejo turístico de Pla de Taüll por la carretera en dirección a Taüll. A 500 metros se toma la vereda que comienza entre dos muros de piedra con la indicación Casesnoves y Llebreta. La primera parte de la subida es muy empinada, hasta que llega al cauce del arroyo de Remediano y gira a la izquierda, suavizando el desnivel y cambiando de orientación por la enorme ladera desforestada de la sierra de Llats. El camino está señalizado con estacas amarillas. La ausencia de arbolado permite disfrutar de una panorámica magnífica de los pueblos y paisajes del valle de Boí. El camino remonta los densos pastizales de la Pala de Taüll por un trazado algo impreciso. Camuflado en la abundante hierba realiza varias horquillas para ganar altura y entrar en el bosque, donde aparecen de nuevo los hitos de madera señalizando el camino. Poco después la senda de montaña atraviesa la Portella Negra, umbral de viejas rocas deterioradas por la intemperie de la montaña, y sin dejar la cota de los 2.100 metros de altitud se dirige hacia la sierra de Casesnoves. La excelente vereda llega a un verde collado rodeado de los prados de Casesnoves y comienza a descender al valle de Sant Nicolau. A 400 metros del collado hay que estar atentos a una bifurcación para tomar el desvío de la derecha en dirección a la Font dels Comb, señalizada con un poste de madera, remontando directamente la ladera de hierba pendientes de los hitos amarillos que llevan hasta el abrevadero de la fuente. El sendero llega al centro del gran anfiteatro de Casesnoves y se pierde en los extensos pastizales. La ruta gira a la derecha y se dirige al collado central de la alargada cuerda de la sierra de Casesnoves por el centro del valle. El descenso por los escalones de hierba de la cara sur de la sierra es muy rápido. Unos 400 metros antes de llegar a la carretera de Taüll hay que vadear el arroyo y seguir por un sendero de trazado muy claro que ladea la montaña paralelo a la carretera en dirección al Pla de Taüll.

SIERRA NEVADA

Las montañas oscuras de Sierra Nevada son las formaciones geológicas de origen alpino más jóvenes del continente europeo, con claros indicios de movimientos tectónicos y sísmicos. Los paisajes nevadenses reúnen un completo y variado conjunto de ecosistemas y diversidad ambiental que hacen de su territorio uno de los más interesantes de toda la geografía peninsular. Los tesoros naturales de un escenario tan amplio y variado como el Parque Nacional de Sierra Nevada son extraordinarios. Las soberbias formaciones geográficas del parque constituyen el sector montañoso más elevado de la Península, coronado por la pirámide negra del Mulhacén (3.482 m), la tumba legendaria del rey moro Muley Hassem, mito de la cultura andalusí en los pueblos de la sierra. La retirada gradual de los hielos durante las glaciaciones cuaternarias permitió a numerosas plantas propias de climas más fríos quedar aisladas en las meridionales montañas nevadenses, evolucionando posteriormente hacia formas endémicas ayudadas por las benignas condiciones atmosféricas. El principal valor natural del espacio protegido es la riqueza botánica, encerrada en multitud de ecosistemas diferentes originados por las variaciones de altitud y las particulares condiciones meteorológicas y edafológicas de cada piso bioclimático. En Sierra Nevada crecen 2.100 especies vegetales de las 7.000 que componen la flora española. Con 80 plantas endémicas locales y 176 géneros ibéricos es el área de mayor importancia botánica de la Península. Algunos endemismos populares son el narciso, manzanilla real, cardo, trébol, albarraz, saxifraga, acónito y la bella estrella de las nieves (Plantago nivalis). La zona de cumbres, castigada por la nieve, el viento, la lluvia y el calor, corresponde al desierto alpino con total ausencia de plantas vasculares y una tímida presencia de líquenes.

Fecha de declaración: 11 de enero de 1999.

Otras figuras de protección: Reserva de la Biosfera.

Extensión: 86.208 hectáreas.

Localización: sureste de la provincia de Granada y extremo occidental de la provincia de Almería.

Altitud: entre 800 y 3.482 metros (Mulhacén).

Formaciones principales: canchales, pastos alpinos (borreguiles), piornales, tojos, enebrales, sabinar, bosques de quercíneas, pinares y vegetación riparia.

Climatología: clima de alta montaña. Pluviosidad media de 1.200 mm anuales.

5 Parques Nacionales en otoño

Foto: David Munilla

RUTA DEL RÍO DÍLAR

El valle del río Dílar es uno de los rincones más solitarios y desconocidos de los paisajes nevadenses, escondite singular de curiosos relieves de montaña transformados por la ganadería de montaña y un extraordinario refugio de especies forestales. El acceso desde La Zubia sigue la pista de la Cortijuela y pasa por el Jardín Botánico hasta el cortijo de las Chaquetas, con fuente y sitio para aparcar. La ruta asciende por la Loma de los Panaderos a la cabecera del barranco de las Víboras, en un paisaje plenamente ganadero que lleva al Peñón de Dílar y poco después al Peñón de Matías, dos magníficos miradores de las cumbres occidentales de la sierra cerca del acceso a las instalaciones de la estación de esquí de Pradollano. En este punto hay que buscar los manantiales donde nace el río Dílar y descender campo a través por la ladera del valle, cubierta de plantas aromáticas, té de Sierra Nevada, romero, salvia y aulagas. El recorrido entra al fondo del valle y desciende por la orilla izquierda a media ladera, atravesando pastizales de vacas y caballos hasta las praderas de las Yeguas, con ruinas de antiguos cortijos y bancales de labor, restos de las viejas tradiciones en las zonas altas de la sierra. Al llegar a una pequeña llanura con prados y ruinas de antiguos cortijos, se deja la vereda principal para descender directamente al cauce del río Dílar por la ladera del monte, atravesando antiguas terrazas de cultivos y ruinas de viejos cortijos. La ruta atraviesa un denso robledal y conecta con la vereda procedente del collado del Pino, girando a la derecha para bajar a la orilla del río Dílar. El camino atraviesa el cauce por un puente y sube al cortijo de Chaquetas con buenas vistas de los bosques de colores del valle.

MONFRAGÜE

El Parque Nacional de Monfragüe, en la provincia de Cáceres, fue el primer espacio natural protegido de Extremadura y el último parque nacional declarado en España. Las sierras, valles y dehesas de Monfragüe son una referencia imprescindible de diversidad y ecosistemas forestales, una extraordinaria combinación de bosque y matorral mediterráneo, roquedos de cuarcitas y pizarras, arroyos de montaña poblados de bosques ribereños y una variada vida animal, con presencia de 280 especies de vertebrados y representación de especies emblemáticas de la fauna ibérica en el territorio del bosque y la montaña, como el buitre negro y leonado, el águila imperial, la bella cigüeña negra, el lince o el búho real. Y la nutria, el martín pescador o el cormorán, entre las especies del medio acuático. Los ríos Tajo y Tiétar unen sus aguas dentro de los límites serranos del parque nacional, embalsadas a mediados del siglo XX al levantar las presas de Alcántara y Torrejón. Los lagos artificiales de las dos cuencas diseñan los ambientes fluviales de Monfragüe y proporcionan algunas de las estampas más atractivas y fotografiadas del parque. Los miradores de la Portilla del Tiétar, la Fresneda, la Higuerilla y el Serrano, en la orilla del río Tiétar, permiten al visitante observar las mejores zonas de nidificación y caza de las aves que habitan en el espacio aéreo y fluvial de Monfragüe. La imagen de la cigüeña negra surcando el desfiladero del Tiétar como una flecha sobre la superficie del agua es una de las escenas más bellas de vida salvaje de Monfragüe. También es emocionante contemplar las maniobras de acecho del gran águila imperial ibérica sobre las copas de los oscuros encinares de la sierra de las Corchuelas, paso secular de los rebaños trashumantes por la Cañada Real Leonesa Oriental, conocida en el territorio pastoril de Cáceres como Cañada Trujillana.

Fecha de declaración: 3 de marzo de 2007.

Otras figuras de protección: Zona de Especial Protección para las Aves (1994) y Reserva de la Biosfera (2003).

Extensión: 18.118 hectáreas.

Localización: confluencia de los ríos Tajo y Tiétar, en la provincia de Cáceres.

Altitud: entre 220 metros, en el río Tajo, y 750 metros, en las cumbres de la sierra de Monfragüe.

Formaciones principales: ecosistemas forestales ligados al bosque mediterráneo.

Climatología: Pluviosidad media de 640 mm anuales.

5 Parques Nacionales en otoño

Foto: Juanjo Alonso

RUTA DEL ARROYO DE MALVECINO Y EL CERRO GIMIO

La excursión del arroyo Malvecino y el pico del Cerro Gimio comienza delante de la iglesia de Villarreal de San Carlos, la única población situada dentro de los límites del parque nacional, junto al edificio del Centro de Recepción, donde se puede pedir información del espacio natural y de las tres rutas señalizadas dentro del parque. El camino sale del pueblo y desciende al arroyo Malvecino. En la orilla del riachuelo hay un pequeño espacio con bancos y mesas de madera, aprovechando la presencia de una acogedora galería de árboles ribereños con abundancia de alisos y fresnos. En el borde de la vereda aparecen dos eucaliptos gigantes de porte monumental, restos de las repoblaciones masivas que sufrió la zona cuando se construyeron los embalses de Alcántara y Torrejón a mediados del siglo XX. La vereda emprende una corta subida por un barranco afluente del arroyo Malvecino y aparece un desvío a la izquierda por una senda estrecha y pedregosa. La ruta entra plenamente en las entrañas del arroyo y recorre una de las zonas más interesantes y bonitas de la excursión. En algunos parajes hay que agacharse para no rozarse con las ramas de las encinas o pasar con cuidado por el borde de pequeños cortados rocosos. El siguiente punto de interés es un viejo y rústico puente de piedra y madera que se mantiene en pie sobre el angosto cauce del barranco, rodeado de fresnos, sauces, cornicabras y madroñeras. En este punto se puede continuar por la izquierda, siguiendo la orilla del arroyo, y dejar la ascensión al Cerro Gimio, eliminando del recorrido el tramo más duro. El itinerario principal toma el sendero de la derecha, después de pasar el puente de piedra, y emprende una suave ascensión por un paisaje que se está recuperando lentamente de los últimos incendios forestales. El principal objetivo de subir a la pequeña montaña es disfrutar las vistas del río Tajo surcando el paso natural del Salto del Gitano. En el tramo final de la subida se atraviesa un bosquete de brezos de porte arbóreo y se accede finalmente a la atalaya de cuarcitas que constituyen la espectacular cumbre del Cerro Gimio. La estratégica situación del pico fue aprovechada por los almohades para levantar una pequeña torre de vigilancia y ha sido centro de observación de caza y defensa desde la Edad de Bronce.

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