Clásicas de los Alpes: 6 caras norte

Jorge Jiménez

Clásicas de los Alpes: 6 caras norte
Clásicas de los Alpes: 6 caras norte

Su conquista constituyó por sí misma una época en la historia del alpinismo. Así definía uno de los grandes mitos de la escalada, Rébuffat, la épica lucha por doblegar los últimos grandes misterios de los Alpes. Las seis caras norte que han marcado el devenir de la escalada alpina: el gran salto.

INTRODUCCIÓN

Aunque ahora evidente como uno de los proyectos más emblemáticos para realizar en las paredes de los Alpes, sería necesaria la visión romántica y limpia de Gastón Rébuffat para plasmar una de las ambiciones clásicas de todo entusiasta de la escalada alpina. El guía marsellés publicaba en 1954 “Estrellas y Borrascas”, el relato de su ascensión de seis caras norte en la espina dorsal de Europa: el Dru, las Grandes Jorasses, el Cervino, el Piz Badile, el Eiger y la Cima Grande di Lavaredo. Seis iconos de un tiempo en el que se hallaba siempre un último gran problema a resolver. Una última escalada esencial para el gran impulso generacional que habría de producirse. “Más altas, más rectas, más verticales, más frías…”, Rébufat supo encontrar en el compromiso la mística de una pasión cuyo legado se ha transmitido como la etapa dorada del alpinismo.
Estas seis escaladas suponían las ascensiones más peligrosas y rigurosas de un tiempo en el que coincidieron algunos de los grandes maestros de las páginas montañeras. Hombres como Comici, Cassin o Heckmair, los pioneros de una revolución en los grandes y lóbregos muros norte de los Alpes. Su atracción todavía vive. Su historia todavía crece. “Sobre todo es un proyecto bonito. Cuando escalas estas montañas es una forma de rendir un homenaje. Piensas en sus primeros ascensionistas y asientes: Ustedes eran buenos, ustedes eran valientes, ustedes eran bravos”. Estas palabras de Ramón Portilla, quien ha tratado de responder a sus interrogantes, dejando solo sin concluir la Walker de las Grandes Jorasses por un accidente, dan la medida de un proyecto que a pesar de no contar con la exigencia deportiva de años pasados, sigue respondiendo a nuestra búsqueda y, sobre todo, transmitiendo esa certeza de que uno no debe tratar de manejarse en un territorio excluyente del hombre… y hacerlo de todos modos.

INTRODUCCIÓN

CARA NORTE DEL CERVINO

RUTA SCHIMD
DIFICULTAD: 1.000M, MD

Probablemente la montaña más fotogénica del mundo. El cuerno más reconocible de los Alpes, localizada en la frontera entre Suiza e Italia, sus cuatro caras vertiginosas y de roca caótica confluyen en los 4.478 metros. Pequeños retales de nieve o hielo orlan sus paredes tratando de fijar una roca descompuesta que supone la mayor de las dificultades de la ascensión. La Cara Norte fue ascendida por primera vez en agosto de 1931, cuando los hermanos Franz y Toni Schimd firmaban una lógica aventura sobre terreno mixto a través de cerca de un kilómetro vertical violento y con tendencia a las sorpresas.
La ruta suele comenzar desde el refugio Hörnli (a 3.260 metros) siguiendo la arista del mismo nombre. La primera sección de escalada transcurre sobre terreno mixto con nieve o hielo, sin excesivas dificultades si la pared se encuentra en buenas condiciones. El diedro que caracteriza toda la pared norte, de difícil protección, supone uno de los desafíos de la ascensión, y tras el conviene llevar a cabo una travesía de 40 metros hacia la derecha para alcanzar los bastiones superiores que también suponen un reto para la imaginación a la hora de asegurarse. Los últimos metros hasta la cumbre pueden hacerse por la arista Zmutt. Se deben calcular de 10 a 16 h. en condiciones benignas, y no está de más prever un vivac. El descenso se recomienda por la misma arista Hörnli.

Ramón Portilla comenta
“El Cervino hoy en día, con los materiales modernos, no es técnicamente muy difícil, pero siempre será una montaña comprometida. 1.200 metros de roca complicada y descompuesta, que depende mucho de las condiciones. Rebuffat decía que es la montaña más bella hasta que te das cuenta de estar escalando un montón de escombros. Su mayor problema es que es peligrosa. En buenas condiciones puedes subir “corriendo”, pero al contrario la cosa se complica mucho. Es una pared que sufre bastantes desprendimientos. Lo ideal es que tenga nieve dura para que se sujete la roca. Pero es una ruta bellísima, surgida de la mente de los hermanos Schmidt, que buscaron la línea más lógica en ese laberinto, ese caos que es la Norte del Cervino.”

CARA NORTE DEL CERVINO

CARA NORTE DEL EIGER

RUTA HECKMAIR
DIFICULTAD: 1.800M, MD V A0 EN ROCA Y 50º-60º EN HIELO

Escenario donde se han concentrado algunas de las grandes historias de gloria y drama del alpinismo mundial, la cara Norte del Eiger reúne todavía hoy las características de un gran reto, en una escalada maratoniana, sobre una pared oscura y disparada al cielo aquejada de una meteo caprichosa y una carga histórica que aconseja acercarse a la pared desde la mayor sensatez. Anderl Heckmair, Ludwig Vörg, Fritz Kasparek y Heinrich Harrer daban buena cuenta de sus 1.800 metros de escalada sobre roca y hielo en tres días de avalanchas y tormentas que soportaron en 1938 para poner punto y final al que se consideraba el último gran problema de los Alpes. La pared se había llevado vidas y sueños por igual, y seguiría haciéndolo en el futuro, acrecentando su terrible leyenda.
Aunque hay quien la usa como patio de recreo, y la escala en apenas tres horas, conviene no dejarse engañar y planear al menos un vivac durante una ascensión que comienza sobre terreno descompuesto aunque técnicamente sencillo. 40 metros de fisura, tras pasar el túnel del tren, última escapatoria antes de las dificultades, ponen en jaque al escalador antes de alcanzar la travesía Hinterstoisser, donde es posible encontrar cuerdas fijas. La ruta prosigue a través de puntos clave como el Vivac de la Muerte, la Araña o la Travesía de los Dioses, cuya reputación es de sobra conocida para los amantes de la historia del alpinismo. Heleros y abismos, constantes cambios de roca a hielo o nieve y un excitante carácter alpino son los grandes rasgos de esta pared oscura y mítica. El descenso se lleva a cabo por la ruta normal.

Ramón Portilla comenta
“En su momento estas escaladas eran las más difíciles de la Tierra. Fueron subir el listón del alpinismo a un nivel que no existía. Entran en juego nacionalismos y competencias. Días del todo o nada, como en el Eiger. En ese momento los que juegan estas partidas de ajedrez son los mejores del mundo. Algunos mueren y otros pasan a la historia. La gente era dura de verdad. El compromiso era elevadísimo. Si tenías un accidente no había un helicóptero para rescatarte. Heckmair solía decir que los domingos se escalaba, los lunes se iba de rescate y los miércoles de funeral. En este tipo de escaladas, cada poco tiempo caía un amigo. Era una pasión, una forma de entender la vida y la montaña que hoy es difícil de entender.”

CARA NORTE DEL EIGER

CARA NORTE DEL PETIT DRU

RUTA ALLAIN-LEININGER
DIFICULTAD: 850 METROS, MD Y V GRADO

Más de 850 metros forman esta oceánica pared de un más impresionante obelisco que iba a convertirse en la tercera gran clásica del proyecto imaginado por Rebuffat. Reinando en la Alta Saboya, observando hierático el valle de Chamonix, el colmillo del Dru permite una escalada continua sobre roca siempre que la meteorología y los desprendimientos no sellen el final de la jornada. En invierno adquiere un compromiso mayor si se cubre de hielo o nieve, siendo una pared tan buena como cualquier otra para sufrir los rigores del compromiso. Su primera ascensión no solo iba a requerir de varios intentos, si no de un entrenamiento complejo que Pierre Allain iba a cimentar sobre los cantos del bosque de Fontainebleau. Allain se ataría con Raymond Leininger para bregar durante dos días con un muro que iba a exigirles tanto esfuerzo físico como emocional. Durante la aproximación dos turistas conociendo sus intenciones les despedían con efusividad e inquietud: “Si vuelven… vuelvan con vida”.

La aproximación suele hacerse desde la estación de Grand Montets, encarando la cresta de roca en dirección a la ruta, visible desde el principio. Tras otra cresta, más exigente, se desciende al glaciar del Nat Blanc, cruzándolo hasta el comienzo de la ruta, que comienza con una marcada canal de dificultad media. Fisuras y más canales y una disfrutona chimenea van formando la serpiente de roca que concluye en la fisura Lambert, de fácil aseguramiento. Se prosigue por un diedro helado al que tener respeto, antes de continuar sobre terreno fácil, aunque expuesto por el espolón. Los últimos largos son estéticos y sencillos, concluyendo en una canal asequible hasta la cumbre. Son varios los posibles vivacs durante la ruta. El descenso se recomienda por la vertiente sur siguiendo sus líneas de rapel. La roca descompuesta y la imprevisible llegada de una tormenta, las dificultades comunes del proyecto, también se materializan en el Petit Dru.

Ramón Portilla comenta
“La norte del Dru la hicimos en invierno. Nos costó dos vivacs, con una tormenta llegando a la cumbre, y perdiéndonos en el descenso. La escalada no es especialmente complicada, pero la bajada nos hizo pasar bastante miedo. El proyecto de las Seis Caras Norte no es tanto hacer llevar a cabo estas ascensiones, que no son las más duras o importantes hoy en día, pero tienen un componente histórico muy hermoso”.

CARA NORTE DEL PETIT DRU

CARA NORTE DEL PIZ BADILE

RUTA CASSIN
DIFICULTAD: 700 METROS PARA SUPERAR DIFICULTADES DE MD, 6A, A1

Posiblemente la más sencilla de las seis ascensiones pero no por ello menos hermosa, presentando igualmente un buen terreno de juego alpino durante 22 tiradas de placas y fisuras, que suelen requerir de 6 a 10 horas de trabajo. Su mole oscura y trapezoidal sirve de frontera entre Suiza e Italia, coronándose como la más célebre de las montañas de la cadena de la Val Bregaglia. Su cara norte se eleva 700 metros sobre las lenguas glaciares de Vadrec da la Turbinasca y de Vadrec dal Cengal.
Hablar de Ricardo Cassin es ponerse al servicio de la historia de la escalada en roca, a través de uno de sus representantes más admirados y con mayor relevancia en el derivar generacional de la disciplina. Cassin establecería la ruta clásica a través de la pared Norte en 1937 junto a V. Ratti y G. Espósito, uniéndose a otra cordada italiana formada por M. Molteni y G. Valsecchi (estos últimos fallecerían en el transcurso). La aproximación se realiza desde la Sass Fura Hut, siguiendo el camino por una brecha hasta los pies de la vertiente. Más de treinta largos de cuerda para superar dificultades de hasta VI sobre un placentero granito, con reuniones bien equipadas aunque de estilo clásico, por lo que conviene reforzarlas. El itinerario es fácil de distinguir siguiendo los viejos pitones y materiales que han ido quedando en la pared, siguiendo una cadena de fisuras obvias y asequibles. Dos neveros y alguna chimenea dan variedad a la escalada. Aunque la ruta es fácilmente asumible en el día, conviene ir preparados por si llega la noche durante un largo descenso, que se suele acometer descendiendo rapelando por la ruta normal.

Ramón Portilla comenta
“El Piz Badile fue una montaña muy asequible. Es granito tipo placa. Para nosotros, pedriceros, fue una escalada sencilla. En su día dos de  los aperturistas fallecieron bajando, por lo que no hay que Menospreciar su compromiso. Hoy es bastante asequible y una ruta para disfrutar. “

CARA NORTE DEL PIZ BADILE

CARA NORTE DE LAS GRANDES JORASSES

ESPOLÓN WALKER
DIFICULTAD: 1.200 METROS. ED V /6A, A1

Una de las más imprescindibles, bellas y severas rutas de los Alpes. La cara Norte de las Grandes Jorasses es una suerte de muralla de 1.200 metros que se alzan sobre el glaciar Leschaux, cubriendo un kilómetro sobre el horizonte. Más de una veintena de rutas orlan esta pared, que desde los años treinta, por reputación y estética, sigue siendo una de las actividades clásicas e irrenunciables de todo buen alpinista. Aunque esta pared sería ascendida por primera vez por Martin Meier y Rudolf Peters en 1935, no sería hasta tres años más tarde que se alcanzaba el punto más alto de la pared y se establecía la vía clásica, obra y gracia de nuevo de Ricardo Cassin, a la cabeza de Esposito y Tizzoni. Los tres asomaban por la Punta Walker tras una escalada expuesta, sostenida, desprotegida ante los desprendimientos, tras haber resuelto el más loco de los retos pendientes en los Alpes junto a la Eigernordwand. El Refugio de Leschaux da pie a un itinerario con mucho ambiente, roca disfrutona (en general) y con mucho y buen equipamiento debido a sus numerosas repeticiones. La vía se estira de forma lógica y refinada por la pared, partiendo de la base del espolón y siguiendo su anatomía tratando de esquivar los tramos más verticales y comprometidos. Tramos de mixto, como antes de alcanzar la Fisura Rébuffat y el paso por la Chimenea Roja son lo más colorido de una ruta de carácter monótono hasta los 4.208 metros de la cumbre. El descenso, con posibilidad de atasco con otras cordadas, se realiza por la cara sur.

Ramón Portilla comenta
“La Walker en verano y en buenas condiciones, sabiendo que la pared está bien, no tiene ese componente de aventura de pared muy comprometida. No es tanto un reto técnicamente como de las condiciones y de la meteo. Una tormenta en plena pared… Los veranos secos en los Alpes son muy peligrosos. Nosotros nos metimos por la tarde y al llegar al primer vivac tuve una accidente, caí veinte metros y sufrí una fractura abierta de tibia y peroné. Pase una de las noches más duras y bellas de mi vida. Claro, no quería morir. Mis dos compañeros estuvieron toda la noche cuidándome. Pensaba que
probablemente me amputarían el pie, pero quería salvar lo demás. Aguante la noche y al ver amanecer supe que saldría vivo. Te das cuenta del tremendo mérito de estas ascensiones en su tiempo.”

CARA NORTE DE LAS GRANDES JORASSES

CARA NORTE DE LA CIMA GRANDE DI LAVAREDO

RUTA COMICI-DIMAI
DIFICULTAD: MÁS DE 500 METROS DE ESCALADA SOSTENIDA CON DIFICULTADES DE MD, 5C, A0 (6B)

El gran estandarte de la escalada en Dolomitas, una pared de granito que conserva una exigencia física a tener en cuenta. Las tres almenaras son la postal más reconocible de los Alpes italianos y uno de los históricos patios de recreo para sentirse preparado para empeños de gran ambición alpina. Escalada vertical y atlética sobre buena roca aunque con posibilidad de encontrar alguna sección “sospechosa”. Del 13 al 14 de agosto de 1933, Comici y los hermanos Angelo y Giuseppe Dimai inauguraban la ruta clásica de la cara norte, tras luchar durante 550 metros que habían rechazado con anterioridad a un buen puñado de pretendientes. Comici repetiría la ruta en solitario, cuatro años más tarde, en solo tres horas media. La ruta que consta de 18 largos se alcanza partiendo del refugio de Auronzo, a pocos kilómetros del muy fotogénico lago de Misurina. La aproximación sigue una senda evidente bordeando las Tres Cimas, para luego tomar el camino hasta la base de la Cima Grande di Lavaredo. La mayor dificultad de la escalada, además de algún tramo desplomado, es el tráfico de cordadas que suele encontrarse. El primer tercio de ascensión es el más exigente aunque accesible en libre. El resto puede hacerse relativamente rápido, aunque hay alguna travesía que puede poner los pelos de punta. El descenso es más eficiente por su cara su donde se encuentra una serie de cortos rápeles.

Ramón Portilla comenta
“Uno de los problemas de estas rutas es que cuando hace buen tiempo suelen estar¡ masificadas. Cuando nosotros la hicimos, gracias a la lluvia, no había nadie, pero nos cazó una tormenta cuando llegábamos a la cumbre, una de las dificultades claves de estas rutas: la climatología cambiante”.

CARA NORTE DE LA CIMA GRANDE DI LAVAREDO