Aunque es un país pequeño (apenas 65.000 kilómetros cuadrados, menos que Castilla-La Mancha), Lituania ofrece todo lo que el viajero puede desear: una naturaleza y un paisaje intacto que ocupa la mitad del país, decenas de lagos cristalinos, bosques centenarios, dunas costeras y ciudades primorosas que combinan el romanticismo de siglos pasados con la modernidad europea del siglo XXI. Este año, además, todo es aún más fácil ya que Lituania ingresó en el euro en enero, aunque mantiene los precios bajos rígidamente, y hay vuelos directos y baratos a la capital desde Barcelona y Madrid, con las compañías Wizz Air y Ryanair.
Aquí destacamos cinco –podrían ser veinte o cien– razones para viajar a Lituania y descubrir sus numerosos encantos:
1. Trakai, castillo sobre el agua. Presume de ser el lugar más visitado del país, incluso por los propios lituanos, y no es para menos. Probablemente también es el más elogiado por los poetas y, sin duda, el más fotografiado. Situada en el centro del Parque Nacional Trakai que se extiende sobre una superficie de 8.200 hectáreas, la antigua capital de Lituania, a 28 km al oeste de Vilnius, está rodeada por tres lagos: Luca, Totoriskiu y Galvé y en medio de éste se encuentra el castillo Trakai que fue construido para defenderse de los ataques de los caballeros teutones en tiempos de los grandes duques de Lituania. Aunque está muy restaurado, todavía conserva el encanto de la época al que contribuyen algunos personajes con trajes de época. Es muy recomendable dar un paseo en barco o incluso alquilar un pedalo o una piragua para dar vueltas al castillo. Las orillas están llenas de puestos de souvenirs y artesanía y varios restaurantes. Entre ellos hay uno dedicado a la cocina de los caraítas, una antigua tribu procedente de Crimea, mitad judía, mitad musulmana, que se instaló aquí en el siglo XIV y cuyos miembros fueron fieles guardines del casillo y del gran duque Vytautas Didysis. Aunque solo quedan unas decenas de ellos, mantienen vivas varias de sus tradiciones, entre ellas la elaboración de kibinai, una rica empanada rellena de distintas cosas y que el cliente puede elaborar por sí mismo.
Otras ciudades que también tienen el agua como protagonista, son Zarasai, descrita en leyendas y fundada entre siete lagos con innegable ambiente romántico. Para quien busque tranquilidad, el pueblo de Mingé es tan pintoresco como bucólico; su única calle es el río Minija y se localiza en el parque regional del Delta del río Nemunas.
2. La colina de las cruces. Este insólito lugar se encuentra a las afueras de Siauliai, una de las ciudades más antiguas de Lituania (siglo XIII) y la cuarta mayor del país. Aunque es imposible contarlas, se dice que hay unas 200.000 cruces de todos los estilos y tamaños, no en vano la elaboración de cruces es una de las artesanías más conocidas del país y, de hecho, está inscrita en la lista de Patrimonio Material de la Unesco. Comenzaron a ponerse en el siglo XIX, cuando en sendas rebeliones contra los rusos pereció un gran número de jóvenes lituanos. Sus cuerpos nunca fueron encontrados y como homenaje se levantaron varias cruces en esta colina. Un siglo después los soviéticos hicieron desaparecer todas en repetidas ocasiones, pero los lituanos se mantuvieron impasibles y volvieron a colocar nuevas cruces, que fueron santificadas en 1993 por Juan Pablo II. En la misa que el Papa celebró allí dijo: «la Colina de las Cruces es uno de los lugares más especiales del mundo, un resumen de todas las miserias y dolor del siglo XX, en el que brilla la esperanza de la resurrección». Hoy, en este país que fue el último en abandonar el paganismo pero es el más católico de la Europa del Este, es un símbolo nacional que entrelaza profundos sentimientos populares y religiosos.
3. El istmo de Curlandia. Declarado por la Unesco uno de los parajes más bellos y únicos de Europa y Patrimonio Natural de la Humanidad, este fenómeno natural de paisajes desérticos, una franja de arena que separa al mar Báltico de la laguna de Curlandia, está salpicado de acogedores y pintorescos pueblos de pescadores: Juodkranté, con su hermoso muelle en la laguna y su peculiar Colina de las Brujas, Nida, el lugar más soleado del país, donde se celebran destacados festivales en la antigua casa de vacaciones de Thomas Mann, Pervalka, Preila... Además de contar con la Reserva Natural de Nagliai –un oasis de dunas móviles–, varios miradores y senderos. Las dunas de arena con su vegetación esporádica y su insólita fauna, su bosque costero con árboles centenarios, sus playas naturales de arena blanca, el olor a pescado ahumado, infraestructuras urbanas renovadas respetando la arquitectura original que se expresa en grandes casas de colores ricamente decoradas, muchas de ellas residencias de vacaciones, veletas talladas en madera coronadas con imágenes de caballos, torres y símbolos llamados “lekis”, antiguamente se creía que protegían contra el demonio y las espectaculares puestas de sol sobre el mar, convierten el lugar en un auténtico paraíso. El Parque Nacional ocupa una estrecha franja de tierra de 52 kms de largo a orillas del Mar Báltico al oeste de Lituania, donde hace frontera con Rusia. El 75% de su territorio es bosque y el 25% restante son dunas de arena, precisamente una de ellas tiene su propio nombre debido a que alcanza los 52 metros de altura, la duna de Parnidis. Desde su cúspide se puede ver la ciudad rusa de Kaliningrado aunque en los últimos 30 años ha perdido 10 metros de altura. No es la más alta, ya que la de Vecekrugas (taberna antigua en lituano) tiene 67 metros. En 1855 se encontró, al profundizar en el canal del istmo, una cantidad inmensa de ámbar, el lugar se denominó Bahía del Ámbar, y de allí se llegaron a extraer unas 75 toneladas anuales, entre 1860 y 1890.
4. Druskininkai, aguas termales y nieves perpetuas. No es tan popular como otras ciudades lituanas, al menos para los extranjeros, pero es muy visitada por dos de sus atractivos casi contrapuestos: el poder de sus aguas termales y la posibilidad de esquiar durante todo el año. Druskininkai, que concentra la actividad turística de la Dzukija, tiene todo el encanto de un hermoso balneario: edificios refinados, bonitas casas tradicionales, y también algunos edificios de hormigón recuerdan la época soviética y verdes parques, todo bañado en una apacible atmósfera que, además de a los amantes de los balnearios, atrae a los aficionados a las actividades al aire libre. Sus aguas termales y sus barros son sin duda uno de sus grandes atractivos. Pero lo que más llama la atención en la ciudad es el “Snow Arena”, único complejo de deportes de invierno en los países bálticos que dedica 8 hectáreas a estos deportes y está abierto durante todo el año, con una temperatura constante en las pistas de dos grados bajo cero. Para un país con inviernos que duran desde noviembre a marzo se podría pensar que habrían tenido suficiente de nieve llegado abril, pero para los amantes del esquí y el snowboard no hay límite de fechas y, además, Lituania es una país muy llano sin cumbres donde practicar el esquí alpino, aunque abunda el de fondo.
5. Y mucho, mucho más. Queda mucho por ver en Lituania. Hay que disfrutar de su inmensa naturaleza virgen con 3.000 lagos, 600 fincas agroturísticas, cinco parques nacionales y 30 regionales, 30.000 ríos y riachuelos y la tercera parte de su territorio boscoso. Todo ello permite cualquier tipo de actividad al aire libre. Se pueden realizar rutas en canoa por sus ríos, excursiones a caballo, pedalear por los bosques y la costa (el carril-bici de la costa tiene más de 100 kilómetros de longitud), jugar al golf y, por supuesto, al baloncesto, el deporte nacional. También aquí, a 25 km al norte de Vilnius, se encuentra el Centro Geográfico de Europa, según el Instituto Geográfico Nacional de Francia. Desde que se hizo pública esta noticia, el sitio atrae a miles de turistas. Está marcado por una pequeña escultura de granito pero existen planes de levantar una pirámide de metro y medio con los nombres de todas las capitales de Europa y su distancia de este punto geográfico.
Cómo ir: Según el buscador de vuelos Jetcost (www.jetcost.es) la mejor opción para viajar a la capital de Lituania son los vuelos baratos de la compañía Wizz Air (www.wizzair.com) desde Barcelona con salidas los martes, jueves y sábados y precios desde 69 euros por trayecto. También hay vuelos desde Madrid con Ryanair (www.ryanair.com) los lunes, miércoles y viernes desde 65 euros trayecto).
Más información: En la completísima web del Departamento Estatal de Turismo de Lituania con todo tipo de información en español: www.lithuania.travel/es/ y también en inglés en: www.tourism.lt/en